9 diciembre 2015

Llegando a todo el esplendor de Grecia

Fotografías: Jeannette Zarate

Después de viajar 34 horas en ferry y con una escala de 6 horas en Ancona, Italia, llegué a Patras, ciudad ubicada en el Mar Jónico y en el que se encuentra el puente colgante más grande del mundo, el “Charilaos Trikoupis”, de 2,5 km de extensión y que demoraron 7 años en construir, y que al parecer es el gran atractivo de la ciudad porque aparte del puente para ser honesta mucha gracia no tiene, pero imagino que en verano es un poco más movido todo, ya que hay varias islas que se pueden visitar. De igual modo hice una parada un poco más larga de lo común para coordinar y equiparme de algunas cosas que necesitaba.

Vista desde ferry del Charilaos Trikoupis.

Vista desde ferry del Charilaos Trikoupis.

Me llamó mucho la atención la amabilidad de la gente, en el ferry, en el hotel, en la estación de buses, todos dispuestos a ayudar incluso sabiendo poco inglés, te indican las mejores opciones y con la mejor de las disposiciones, por otro lado por primera vez tuve internet totalmente gratis en la humilde estación de buses y no me van a creer, pero también aquí los baños, no todos, pero gran parte, ¡son GRATIS!, como hace mucho no encontraba.

Partí cerca del mediodía, de un día cualquiera a Itea con tal de quedar cerca del “Oráculo de los Delfos”, el tramo seria corto, una hora y media más o menos. Suerte que llevaba la tablet prendida porque el chofer nunca paró como me dijeron que lo haría y tuve que acercarme a consultar si el pueblo que ya estábamos pasando era Itea. Debido a que no me entendió de pronto le digo, si, aquí, aquí, me bajé del bus, en medio de un pueblo muerto y comencé a caminar según me indicaba el GPS. El viento de este lugar me llevaba casi volando por los aires, a pesar de los 15 kilos que llevaba a cuestas. Increíble cómo me empujaba de un lado a otro, lo que resultó muy gracioso, solo recuerdo un evento similar en Punta Arenas.

Después de volar sus cuantas cuadras y de estar un buen rato buscando el hospedaje, el cual google indicaba en otra dirección, llegué al bello hotel. Al igual que en Patras, los hostel al parecer aquí no existen, así es que por unos días no me quedaba más que regalonearme.

La mañana siguiente amaneció con un sol radiante y entonces me dirigí a los Delfos; templos dedicado a los dioses, especialmente a Apolo; para observar esta gran maravilla del siglo VII a.C. y que ha mantenido viva una parte de la historia de este país, por supuesto que mucho no queda, pero lo que existe resulta increíble de observar considerando la cantidad de años de existencia, un teatro impecable, pilares y techos aún en buen estado, simplemente una maravilla.

Oráculo de los Delfos

Oráculo de los Delfos

Otra cosa interesante en Grecia, que me llamó mucho la atención es la cantidad de gatos que existen, menos mal que ya no entro en pánico al verlos, sino hubiera tenido que tomar un vuelo fuera de una vez, porque está totalmente plagado.

Gato en Oráculo de los Delfos

Gato en Oráculo de los Delfos

Después de disfrutar dos días en las playas de Itea, me dirigí a Atenas, con la idea de poder cruzar a Turquía desde alguna de las islas de este país.

Atenas, una ciudad moderna

Vista de Atenas desde la Acropolis.

Vista de Atenas desde la Acropolis.

Atenas resultó ser una ciudad mucho más grande y moderna de lo que imaginé, con edificios bajos de no más de 5 pisos de altura, con un parecido a las edificaciones de cualquier balneario de Chile o para ser más exacta similares a los dos de Algarrobo, con un metro subterráneo de última generación, hasta me atrevería a decir, el más moderno visto hasta ese momento dentro de mi recorrido. Ahora bien, indiscutiblemente su mayor atractivo es la Acropolis, claro que como es común en mis viajes, la estaban restaurando en varias de sus partes. Tenía en mi mente una imagen tan distinta de esta ciudad que resultó un poco decepcionante, ya que las edificaciones antiguas casi no existen.

Acropolis

Acropolis

En el hostel conocí a Albane, una chica francesa con quien emprendí rumbo a isla Mikonos. Las ocho horas en ferry resultó una odisea y sobre todo la llegada donde las direcciones no se entendían, ni con GPS lográbamos encontrar el lugar donde hospedaríamos, pero gratamente recibimos la ayuda de dos jóvenes que llamaron al hotel para que nos fueran a buscar. Bellas playas que por ser invierno se encontraban desocupadas, pero bien valió la pena conocerlas, arrendamos un auto y recorrimos la isla en su totalidad.

Isla Mikonos

Isla Mikonos

No pudiendo cruzar directamente a Turquía en ferry, volví a Atenas para luego continuar a Meteora y a Thessalonikki, el primero unos monasterios suspendido en los aires reconocido desde 1988 por la UNESCO como patrimonio de la humanidad, una de las maravillas de Grecia, y así fue como resultó, una maravilla más ante mis ojos.

A mi llegada conocí a mi nuevo compañerito chino, un joven de tan solo 20 añitos con el que compartí dos días visitando y caminando por los hermosos templos. Si bien los templos resultaron preciosos, extraño es que en un país como este se utilicen con descaro las chimeneas y el olor a leña este por todos lados acompañado de una densa nube de humo, aun así la lindas montañas nevadas me hicieron recordar a mi hermosa tierra, Chile.

Meteora, monasterios en el aire

Meteora, monasterios en el aire

Thessalonikki por su lado es una ciudad más bien de paso, que lo mejor que encontré fue los postres gratis que me regalaron en dos oportunidades, aparte de eso y un par de cosas típicas, la ciudad no resultó tan maravillosa, llama la atención las veces eso sí que me encontré con la imagen del che Guevara.

Una de las cosas curiosas que sucede es cuando consultas algo y te quieren responder no, responden nein y asienten con la cabeza, lo que es bastante confuso porque vuelves a consultar y vuelven a asentir lo que no sabes si es un sí o es un no, suerte que ya me habían advertido.

Escultura en Thessaloniki

Escultura en Thessaloniki

Después de recorrer una cuántas horas esta última ciudad, volví al hostel a buscar mi bolso para luego emprender camino a Estambul, 10 horas de bus me esperaban.

Jeannette Zarate

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