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Esos hombres de antaño

Siempre de abrigo, quizás con un sombrero o en algunos casos, chaqueta de cuero. Pero muchos, con un cigarrillo entre sus dedos y una actitud que captura de inmediato la atención femenina. El ideal masculino del pasado, de décadas como la de los ’50 o ’60, aún prevalece como norma para algunos de los actores que comienzan a despegar en su carrera. En este caso, no solo el look era imponente sino que también se sentía original y por ello quizás, aún mantiene tanta popularidad entre las mujeres y también entre quienes tratan de imitar a estos ídolos.

Por una parte, los rebeldes aún mantienen el encanto original que desplegaron por primera vez hace varios años atrás. James Dean y Marlon Brando hicieron carrera vistiendo jeans doblados, chaquetas relajadas y poleras blancas, pero se consagraron gracias a sus actuaciones y roles claves que los llevaron a representar el concepto. Aparecieron en los años ’50, pero varias generaciones posteriores los veneran como si fuesen tendencia actual, incluyendo a Morrissey y su vídeo “Suedehead” (1988). Los rebeldes aún dan clases magistrales y cada vez que algún actor nuevo aparece, sufre las comparaciones con Dean o Brando, dependiendo de su nivel de talento.

Por otra parte, tenemos a los galanes europeos, esos que no se separaban de sus abrigos. Los franceses lideraban este grupo con Jean Paul Belmondo y Alain Delon, pero los italianos tenían a Marcello Mastroianni. Si bien de este grupo solo Delon era el atractivo tradicional que le sacó partido a su buena facha, Belmondo y Mastroianni transformaron el estilo a su propia manera, también con talento en sus películas y con una estética atribuible a cada uno de ellos. Mastroianni lo hizo de traje, corbata y lentes oscuros –tal como aparece en “La Dolce Vita” (1960) u “8 ½” (1963)-, mientras Belmondo llevó su entrañable abrigo gris oscuro y su sombrero a todas partes. Pero si algo une a los tres es la presencia del cigarrillo, un accesorio que en esa época estaba lejos de convertirse en símbolo de muerte y era considerado una extensión de la personalidad propia de estos misteriosos hombres de antaño.