15 mayo 2014

Día de la madre para una mamá soltera

Hace 10 años recibí una noticia que cambiaría toda mi vida, que la desordenaría, la revolvería para todos lados y me obligaría a olvidar todos mis planes (y pucha que lo tenía todo planeado). Con 19 años tenía claro que no quería tener hijos hasta por lo menos los 30, pero ahí estaba, a nueve meses de traer una mini personita al mundo. Será por cosas como estas que dicen que uno propone y Dios dispone.

Para otras mujeres no fue caótico ser mamá joven, pero a mí me costó harto. Se me hizo difícil cambiar el rumbo tan drásticamente y sin alternativa, pero hay veces en la vida cuando hay que cerrar los ojos para aguantar el porrazo y seguir adelante.

A falta de manuales, varios los chascarros

Este año celebré mi décimo Día de la Madre y podría escribirles un libro sobre todo lo que hemos vivido mi hijo y yo. Estoy segura que hablaría más de mí que de él, sobre todo, de las muchas veces que me he equivocado. Soy bien buena para el chascarro.

Para qué decir que los niños no vienen con un manual, porque pucha que se agradecería. No me quedó más que aprender a ser mamá y aunque pensemos que es al revés, son ellos los que vienen a enseñarnos a nosotros. Es una tremenda escuela porque aunque no vino con instrucciones, mi hijo es capaz de sorprenderme todo el tiempo siendo mucho más lúcido que yo. A veces sin querer me muestra qué estoy haciendo mal y no sólo en la maternidad, sino que también en la vida.

Y yo quiero enseñarle todo, mostrarle el mejor camino (como si yo no me equivocara todos los días). Entonces pienso que tal vez no tengo que enseñarle nada sino que sólo tengo que estar. Estar para quererlo, para contenerlo y para reírme con él. Apoyarlo cuando le falte convicción o confianza en la vida. Guiarlo cuando tenga dudas y también callarme cuando no haya nada que decir. Compartir sus sueños y desafíos, y vivir con él los momentos que se convertirán en sus grandes recuerdos.

Celebrar la vida

No soy de esas personas que detestan los “días de” (la madre, del padre, etc.) porque fueron inventados por el sistema para incentivar el consumismo. Estoy de acuerdo, es para vender, pero no me importa si eso mismo me recuerda que es importante dedicar mi vida a mi hijo.

La gran mayoría del día estoy siendo mamá. Aunque no esté con él, casi todo lo que hago es para que él sea feliz. Y a veces se me olvida que eso es especial. Porque aunque yo no haría nada diferente y aunque soy inmensamente feliz con la vida que tengo con él, es importante que nos digan que es lindo querer hacerlo. Que no da lo mismo. Y que a nuestros hijos también los hace felices.

Catalina Avendaño

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