29 marzo 2017

Viajes: conociendo gente linda por dentro y por fuera

Sin duda que una de las cosas más maravillosas de viajar es conocer a personas de todos los países del mundo, de diversas religiones, diferente color de piel, raza, etnia, y que por el solo hecho de ser humano, florezca lo mejor de ellos. Sí, porque si hay algo que me he dado cuenta al momento de viajar es que los humanos somos por principio buenos, buenos de adentro. Que en su mayoría tenemos el instinto de ser nobles, naturales y empáticos, ser buenos del alma.

En uno de mis últimos post les conté acerca de algunas de las personas que he conocido en viaje, pero que resultaron en su mayoría ser viajeros igual que yo. En esta oportunidad me quiero enfocar a aquellas personas que pertenecen a la nación que estás visitando, es decir, aquella persona local que conoces al tomar una micro, en la estación del bus, en el aeropuerto, en un parque, en el mercado o simplemente cruzando una calle. Así es, porque las posibilidades de conocer a alguien no se limitan a un hostal o un bar, sino más bien estas se multiplican por cada uno de los lugares por los que transitas, y es aquí donde te preguntarás «pero si en casa no ando conociendo a cada persona que se me cruza por el camino». Claro que no, pero algo sucede cuando estas viajando que hasta el más tímido puede dar fe de que conoces a las personas más increíbles y en los lugares más inesperados formando, muchas veces, una gran amistad.

Es así como quisiera mencionar a personas que han pasado a ser parte de mi lista de amigos y, mejor aún, personas que con toda propiedad puedo llamar familia, porque ellos han sido mi familia cuando he estado en lugares remotos, me han acogido como un integrante más de su núcleo y me han hecho sentir como en casa.

Mi hermosa familia India

Antes de llegar ahí estaba muy asustada ya que muchas personas, sin conocimiento alguno y por solo escuchar noticias, hablaban de lo peligroso que era, de todos los abusos sexuales que ocurrían y de lo tortuoso que significaba recorrer aquel país.

Unos meses antes había conocido a una mujer India que vivía en EEUU, Sowmya, que tuvo la amabilidad de contactarme con una familia amiga. Al día siguiente de mi llegada, y de manera totalmente desinteresada, se encargaron de llevarme a recorrer Mumbai, llevándome además a muy buenos restaurantes, pasando también por diversas picadas. Hoy puedo decir que degusté los mejores platos de la India junto a ellos y llegué a conocer muchos detalles de su forma de vivir, ya que a mi segunda llegada a la ciudad y después de recorrer el sur, me hospedé en la casa de una de sus integrantes, Riddhi. Ahí pude vivir la enriquecedora experiencia de estar en un hogar indio.

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Créditos: Jeannette Zárate

El trato, compañía, simpatía y ayuda caritativa es algo que jamás podré olvidar, fue tanto lo que me integraron que incluso la madre comenzó a aprender inglés con tal de poder comunicarse conmigo y el padre estaba muy sorprendido porque viajaba con tan solo una mochila habiendo sido capaz de desprenderme de todo lo material. Algo que para mí era algo bastante insignificante resultó para él ser un ejemplo y digno de su admiración. Más tarde en conversaciones con el entendí que su religión, una rama del hinduismo, tiene como ideal desprenderse de todo lo material e incluso físico, lo cual me contaba era muy difícil de lograr.

Maravillosa Croacia

Meses antes de este encuentro, en Croacia tomando un bus desde la capital, Zagreb, hacia el Parque Nacional Plitvice, conocí a María, una señora preciosa de cerca de 60 años, que tras conversar con ella todo el recorrido, me invito a compartir  su hogar apenas llegara a Zadar, un pueblo cerca de la costa. Al cabo de unos días, la llamé para encontrarnos. No saben la maravilla que resultó su compañía, ya que además de aprender muchísimo sobre comida vegetariana y sobre la actividad que ejercía, me regaloneó como si fuese mi madre, con decirles que me hospedó, alimentó y hasta me mando a buscar en taxi y después de unos días, me dejó en el terminal con colación incluida. Ella vivía 60 km fuera de la ciudad y debo reconocer que los primeros 30 minutos antes de mi llegada estaba muy asustada, pero uno de mis amigos viajeros quedo atento en la hostal para saber de mí en caso de cualquier eventualidad; siempre es bueno tomar precauciones. Todo resulto de lo más bien y termino siendo otras de las inolvidables experiencias. Hasta hoy seguimos en contacto de vez en cuando.

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Créditos: Jeannette Zárate

Infaltable Colombia

Como hablar de Colombia sin mencionar la hospitalidad de su gente, sí, porque si hay gente amable en este planeta son los colombianos. Llegué al Hotel Palmar del Rio en El Banco, departamento de Magdalena, cuando me recibe Martha, la administradora. Había poco flujo aquel día pero creo que se apiadó de mi al verme sola. Sea como sea, resultó ser una mujer muy trabajadora y encantadora, me invitó a cenar a su casa, me llevo a recorrer el pueblo, me contó la historia de este, me presentó a su patrón y él, Don Alfonso, al día siguiente me llevó durante todo el día a recorrer junto a su sobrino sus tierras, para luego al final de este, llevarme a mi hostal en Mompós, esto a pesar de la distancia que quedaba para llegar hasta ahí. Todo esto sin ningún cobro y sin ningún interés más que ser amable con el amigo forastero. Una maravilla.

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Créditos: Jeannette Zárate

Sería de nunca acabar contarles todas las increíbles personas que he conocido, pero lo que sí puedo decir es que cuando te pasan estas cosas viajando, son como para no creer, te sumerges en un mundo al cual no estás habituado, y luego llegas a la conclusión de que sin duda la experiencia de conocer a locales es sin igual y por supuesto termina siendo, según la mayoría de los viajeros y por supuesto según mi experiencia, lo más apasionante y hermoso de un viaje.

Jeannette Zarate

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