22 diciembre 2016

Paremos la mentira: «Die Hard» no es una película de Navidad

Antes de que alguien me lo saque en cara, yo mismo voy a reconocerlo. Sí, alguna vez hice listas sobre las “Mejores películas de Navidad de todos los tiempos” y yo mismo incluí el clásico inmortal Die Hard (1988) muy alto en la lista. Pero así es la vida, cabros. A veces la gente es visitada por tres espíritus y cambia su manera de ver el mundo, así que a continuación les voy a explicar mis razones de por qué la mejor película de acción de la historia del cine no es una película de Navidad.

Para ello usaremos un riguroso método científico. Primero repasaremos los cuatro elementos que deben existir para que una película para ser considerada “de Navidad”, y después veremos cómo le va a Die Hard en el análisis. Incluiré ejemplos de otras películas navideñas clásicas cada vez que pueda, así que prepárense para un recorrido por muchos flims que lo dejan a uno listo para repartir regalos, abrazos y buena onda. Nos fuimos. ¡Ho-ho-ho!

1.- Debe transcurrir en Navidad

Perdón por lo obvio, pero nunca está demás aclararlo. Para que la película sea de Navidad, tiene que transcurrir en los momentos previos, durante, y/o un poquito después de la Navidad. Ojalá incluya villancicos en la banda sonora, que se vean árboles de Navidad, regalos, y si es una película gringa, harta nieve y gente con guantes y gorros de lana. Muchas películas transcurren en Navidad, así que aquí el universo es grande. Love Actually, Mi Pobre Angelito, Una historia de Navidad, las miles de versiones de Un cuento de Navidad, incluso películas de otros géneros pueden transcurrir por estas fechas como películas de superhéroes (Iron Man 3), de acción (Arma Mortal, Die Hard), comedias negras (El día de la Bestia, Bad Santa) o hasta de terror (Black Christmas, Silent Night Deadly Night), pero no necesariamente son películas de Navidad. Ya entenderán por qué.

2.- El protagonista debe sufrir un cambio radical, y ese cambio debe ser positivo

Esto es porque Charles Dickens definió para siempre nuestra percepción de la Navidad con su clásico de todos los tiempos Un cuento de Navidad, escrito en 1843. Ahí, el señor Dickens nos contó la historia de un viejo tacaño y amargado llamado Ebenezer Scrooge que no quería nada con la Navidad. Durante las traumáticas experiencias en que es visitado por tres fantasmas que le llevan recuerdos/realidades/futuros dolorosos, el amigo Scrooge ve la luz y pasa de ser un Sr. Burns que todos odian a ser un Ned Flanders amado por todos. De la noche a la mañana (literalmente), el compadre pasa de ser un amargado que no quiere nada con nadie, a rajarse con pavos para todos, ir a ver a su sobrino ignorado, ayudar con la salud del hijo de su empleado el pequeño Timmy, etc. Todos conocen la historia. Bueno, pues cualquier película de Navidad que se precie de tal sigue esta misma estructura, variaciones más, variaciones menos. Un personaje egoísta con la cabeza demasiado metida en sus problemas, aprende que hay mucho más en la vida, y así aprende por ejemplo que su rol en la sociedad era muy importante después de todo y lo acepta con felicidad (Qué bello es vivir, El extraño mundo de Jack), o que la familia es lo más importante aunque sean pelmazos (Mi pobre angelito, Vacaciones de Navidad, Hombre de Familia), o simplemente se aprende a amar (Love Actually) o vivir mejor (El Grinch). Ojo: Esta estructura no es exclusiva de las películas navideñas y existen muchas películas que la tienen aunque transcurren en cualquier época (como Mejor imposible o El día de la Marmota).

Lo que hace que las películas sean navideñas son los dos puntos siguientes:

3.- El cambio radical positivo debe ser producto de la Navidad, y de su mensaje

El mensaje navideño por excelencia desde Charles Dickens es “Seamos mejores con el prójimo”, mensaje que se representa desde tiempos inmemoriales con regalos y/o buenos deseos para todos. Este mensaje es lo que termina por abrir los ojos de los protagonistas de las películas navideñas. En otras palabras, todos los cambios que sufren los personajes ocurren debido a la toma de conciencia de este sentimiento. George Bailey (Que bello es vivir) se da cuenta de que su no-existencia va a traer mucho dolor a su comunidad y a la gente que él quiere, y es por eso que recupera sus ganas de vivir. Jack Skellington entiende lo importante que es la Navidad para todos y descubre que su propio rol como el “Rey Calabaza” es la contraparte que la Navidad necesita, y se reconcilia con su trabajo pese a que no lo hace feliz. Ese mismo sacrificio por el resto está en los enamorados de Love Actually que –por ser Navidad- deciden expresar sus sentimientos (el primer ministro, el rockero) o despedirse para siempre de un amor que les puede hacer daño (el de los cartelitos). Kevin de Mi pobre angelito aprende que aunque estar solo es increíble, la familia es lo más importante, y en la 2 aprende a ser generoso con los desposeídos (la señora de las palomas, no con los ladrones mojados, esos son malos). También están todas esas películas donde el cambio es simplemente volver a creer en la Navidad y/o el Viejo pascuero (como Santa Cláusula, o las películas de monitos, o Elf). Lo que nos lleva al último punto…

4.- La historia no podría haber transcurrido en otra época que no sea Navidad

En las películas de Navidad, todo lo que sucede no podría ocurrir en otra época que no sea Navidad. Como ven en todos los ejemplos, no hay cómo sacarle las felices fiestas a estas historias, porque todo está fuertemente relacionado. Si la familia de Kevin no viaja por Navidad, él no se queda solo. Si Jack no quiere apropiarse de la fiesta en Nochebuena no le cae nunca la teja, los espíritus visitan a Scrooge solo porque el compadre se porta pésimo en Nochebuena, y así. Los temas de la historia deben estar completamente ligados a los “temas” de la Navidad.

Y bueno ahora que sabemos todo esto, ¿dónde queda Die Hard? Como muchos podrán adivinar, Die Hard se queda corta en los puntos más importantes. El primero lo cumple completamente: Die Hard transcurre en Navidad. Tiene villancicos en su soundtrack, usan esas campanitas típicas en la banda sonora, se habla de regalos y se ven árboles de Navidad por todas partes. Listo. ¿Sufre el protagonista un cambio radical que es positivo? Vaya que sí. John McClane pasa de ser un gruñón enojado con su esposa a ser un gruñón optimista, que acepta irse a pasar unos días con ella y sus hijos, abriendo el camino a la reconciliación. Pero ojo: ¿Es su cambio positivo producto de la Navidad y su mensaje? Oh por Dios no. NO. El cambio de John McClane no tiene absolutamente nada que ver con Navidad, con amar al prójimo, ni con la generosidad. Su cambio se produce exclusivamente por vivir una situación traumática (increíble) en la que su vida y la de su familia se vio amenazada (en la película de acción más pulenta de la historia del cine).

Así que nos queda el último punto ¿Podría Die Hard transcurrir en otra época que no sea Navidad? Absolutamente. Die Hard podría transcurrir el 18 de septiembre, en Halloween y/o el Día del Completo y no cambiaría absolutamente nada salvo un par de chistes y referencias por aquí y por allá. A los personajes de Die Hard les importa tan poco la Navidad, que asisten a la fiesta de la empresa ¡en Nochebuena! ¿Se imaginan esa ustedes? Su jefe, el señor Nakatomi, los llama el primero de diciembre y les dice “Queridos empleados, este año la fiesta de la empresa será el 24 en la noche. Yo sé que es Nochebuena, pero es obligación venir y no se puede traer niños porque habrá alcohol y probablemente drogas, todos sabemos que el loquillo del Ellis no puede estar sin talco, arigato”. Y ustedes ahí. Nadie aceptaría, estoy seguro, porque a todos les importa la Navidad. Pero no a los personajes de Die Hard. Todos aceptan felices y hay tan poco espíritu navideño en esta película que la esposa de nuestro protagonista deja a los hijos con la nana, sin ningún drama, no solo privándolos de una cena navideña en familia, sino además dejándolos a merced de periodistas inescrupulosos capaces de cualquier cosa por una cuña.

Pero aún hay más. En Die Hard los personajes de Nakatomi y de Gruber son los peores jefes que alguien podría tener. Los dos obligan a sus subalternos a trabajar en Nochebuena, y aunque puedo llegar a entender a Hans Gruber (al fin y al cabo Nochebuena es una excelente oportunidad para robar, pregúntenle a los bandidos mojados), el señor Nakatomi no tiene perdón de Dios. Si esta fuera una película navideña de verdad, el explotador del Nakatomi sería visitado por tres fantasmas y aprendería a tratar a sus empleados como seres humanos, no digan que no. Pero como esta no es una película navideña, Nakatomi no recibe redención y solo recibe un balazo en la frente. Spoiler.

¿Y qué me dicen de todos los pobres que se quedan sin cena navideña, sin regalo, sin compartir con sus seres queridos por culpa del drama en el edificio Nakatomi? El de la limosina está toda la película encerrado en el auto con un oso de peluche gigante. El pobre carabinero tiene a la esposa embarazada en la casa mientras él está ahí perdiendo el tiempo hablando por radio. Igual que los demás policías, los del FBI, los periodistas y los de fuerzas especiales.

Conclusión: Die Hard es una película que transcurre en Navidad, pero no es una película navideña. El terrorista con el gorrito de Santa Claus es un chiste, al igual que todas las referencias a la fiesta de los regalos. No hay mensaje de generosidad, ni de amor al prójimo, ni de paz en la tierra, y si quieren hacerse los chorizos viendo esta película mientras abren regalos, allá ustedes. En mi opinión se puede ver Die Hard cualquier día, cabros. Y deberían. Pero en Navidad compartan esas historias para transformar Grinchs, Ebenezers y Kevins en mejores personas. John McClane es maestro todos los días del año.

Feliz Navidad, cabros.

Próxima semana: Por qué Cuando Harry conoció a Sally no es realmente una película de Año Nuevo.

Hermes El Sabio

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