12 enero 2018

[Netflix Review] The End of the F***cking World

Entretenimiento
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¡Nuevo año y partimos con series buenas!

Esta semana llegó The End of the F***cking World (si, con tres asteriscos), la nueva mini serie adaptada del cómic del mismo nombre, creada por Charles S. Forsman, y que llega ahora en plataforma internacional gracias a nuestro queridísimo Netflix.

¿Qué tal la serie?, ¡aquí te lo contamos por LGTV!

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Bonnie & Clyde millennials

Para los que no saben, Bonnie Parker y Clyde Barrow (años 30s) fueron dos famosos fugitivos, ladrones y criminales de los Estados Unidos. Ellos captaron la atención de la prensa y la opinión pública, siendo considerados enemigos públicos. Se caracterizaban por tenerse un amor incondicional, a tal punto que lo único que los separó fue la muerte en una balacera ocurrida tras la huída final en 1934. Así, ellos se convirtieron en personajes inmortales de la cultura popular y criminal de USA y el mundo.

Dicha esa introducción, es que puedo afirmar que la nueva serie incluida al catálogo Netflix, es la versión más contemporánea de los míticos Bonnie & Clyde, claro que en The End of the F***cking World tenemos a dos adolescentes británicos millennials, y que en vez de hacer atracos, viven una rapsodia juvenil en busca de «algo» que los lleve a sentirse vivos.

James (Alex Lawther, a quien vimos anteriormente en un episodio de Black Mirror), es un chico inadaptado y desabrido quien se define así mismo como un psicópata. Él conoce a Alyssa (The Lobster), una muchacha inadaptada que odia a todo el mundo solo-porque-sí. Ambos van al mismo instituto aparentemente con una vida infeliz a cuestas, y sus personalidades se atraen sin remedio hasta formar una relación de noviazgo que raya en la locura; él quiere encontrar el momento de asesinarla con un cuchillo de caza, y ella le propone huir del pueblo y empezar a vivir a su manera. Él acepta y así es como comienza esta historia.

Las road stories nunca caen mal

Ver a una pareja conduciendo por la carretera «en busca de su destino», es algo que siempre va a ser agradable de ver. Inspira la idea de que unos personajes aburridos de lo cotidiano, salgan de la rutina, rompan los paradigmas y se embarquen en un destino donde nada es seguro. En algún momento de la vida todos quisimos hacer eso, y en el caso de que no hayamos podido concretarlo, las películas se encargan de hacerlo por nosotros.

The End of the F***cking World es quizás un drama adolescente hijo de otras películas y/o series como Skins (2007) o Misfits (2009), donde la principal propuesta es mostrar el lado B de unos adolescentes hijos de la sobre estimulación del siglo XXI, y enfrentarlos –entre otras cosas– a sus incompetentes padres, y a la vida que están obligados a seguir. Estas series son quizás, una especie de crítica social latente de la última década, y de como los adolescentes del nuevo milenio son el resultado de una inocencia perdida a raíz de la sub-cultura globalizada (sorry, me las di de sociólogo).

Cabros de diecisiete años que se comportan como los dueños del mundo, como si nada pudiera satisfacerlos, y donde los diálogos se interrumpen con besos torpes y frases copiadas que escuchan de los adultos a su alrededor. Sin embargo, parte de ese juego de ser «grandes» es parte de su esencia inexperta, y al final nos damos cuenta de que no hay nada más natural que esa juventud en éxtasis.

James y Alyssa son lo más raro que verán en muchos meses en Netflix, pero al mismo tiempo son personajes adorables hasta la médula, de esos que te dan ganas de seguir viendo con posterioridad.

Si bien es una mini-serie que parte un poco lenta al principio (es insistente mostrando el malhumor de los protagonistas), avanza rápido con capítulos de veinte minutos que evolucionan hacia un final enérgico y bien entretenido. La clave está en ver esta temporada como una película de larga duración consumiendo los capítulos de corrido. Si sienten que no enganchan… esperen a ver el capítulo tres, cuando toda la trama da un giro irreversible en torno a una tragedia. De ahí en adelante la cosa se pone buena y es imposible soltarla.

Mucho se hablaba por ahí de que esta serie iba a igualar el éxito de 13 Reasons Why, pero honestamente no creo que compitan en la misma línea, ya que esta serie es netamente de humor negro, mientras que la historia de Hannah Baker es puro drama (y del profundo).

Otra cosa bacán es que esta serie está musicalizada por Graham Coxon (integrante de Blur). El músico le pone todo el ritmo britpop a la historia, y de verdad que la elección musical para la banda sonora es una de las mejores cosas que se pueden encontrar en The End of the F***cking World.

Así mismo, la serie es bien loca, retorcida, aunque no sé si logra ser una obra maestra de esas que nos dejan con la boca abierta. Venimos saliendo de monstruos de la ciencia ficción como Black Mirror y Dark, así que pienso que tampoco debemos ser tan estrictos y pensar que todo tiene que ser perfecto. A veces la imperfección se vuelve agradable y en esta serie queda al descubierto de que en gustos no hay nada escrito…

Más allá de la dirección o el resto de los actores, la gran gracia está en sus personajes principales, que si bien no logran conmover al espectador, si logran tener una química romántica-anormal entre ellos. Detalle que cae como anillo al dedo para comedia de verano, o como historia de transición light entre otros títulos más densos por ver en esta temporada de vacaciones.

Como sea, la recomendación de la semana queda hecha, y The End of the F***cking World ya está disponible en Netflix y pueden devorarla a través de su hermosa Smart TV LG.

Si no tienes Netflix, activa tu mes gratis de prueba aquí www.netflix.com/LG o desde tu Smart TV LG.

Cinestro

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