Crítica Maestra: Coco, lo nuevo de Pixar

La comunidad científica está de acuerdo, porque es un hecho irrefutable de ciencia: Pixar es un estudio de animación creado por demonios del inframundo que se alimentan de las lágrimas humanas. Es la única explicación a todas esas secuencias que nos han hecho llorar como si nos hubiésemos apretado el dedo chico en la pata de una mesa construida sobre Legos.

Todos han llorado con al menos uno de estos momentos, no digan que no: La muñeca Jessie cuenta cuando la dueña la olvidó (Toy Story 2). El Wall-E muere solo para ser resucitado por el poder del amor. El crítico Anton Ego viaja a su infancia al momento en que se enamoró de la comida (Ratatouille). El viejito de Up vive toda una vida junto a su esposa solo para perderla en la ancianidad. La mamá de Brave se transforma en oso y se queda así para siempre, momentáneamente. Los juguetes de Toy Story 3 se dan la mano en silencio, convencidos de que van a morir. El amigo imaginario de Riley se cae a la zona del olvido (Intensa-Mente). Son todos episodios traumáticos que nos han hecho llorar lágrimas de lava de pura pena, y no digan que no.

Bueno, después de los reclamos de inundación en todos los cines del mundo, Pixar decidió estrenar una película más livianita que pudiéramos ver todos en familia, así que hizo un film sobre el día de los muertos donde todos los personajes son literalmente cadáveres esqueléticos que extrañan a sus seres queridos y viven atentos a lo que pasa en el mundo de los vivos, mmmmuajajaja, ¿pensaron que se iban a salvar, niños? Sus lágrimas son deliciosas, suerte con el psicólogo.

Pixar se merece nuestras lágrimas como tributo

Aunque no lo crean, Coco no es el niñito con guitarra que sale en el póster, ni tampoco es el perrito chistoso que lo acompaña, ni tampoco el cadáver esquelético que es su amigo. Coco es otro personaje de la película, y déjenme decirles que aunque apenas se mueve y/o habla, debe ser una de las creaciones de animación más pulentas de los últimos tiempos. Coco es una ancianita de cien millones de años que es la bisabuela del protagonista, y después de ver esta película, probablemente lloren con solo verla. Pero contarles mucho de la historia sería arruinarles la experiencia, así que mejor les cuento otras cosas.

Hace mucho tiempo que no veía una película que tuviera una historia tan maestramente armada como esta. Uno jura que se trata de una cosa, pero de pronto la película da un giro para cualquier parte y uno dice “aaah, de esto se trata”, pero ahí la película dice “nope, tampoco” y se pega otro giro, y de pronto uno no puede creer lo que está viendo, y cuando termina y hay que hidratarse por todo el vital elemento perdido vía ductos lacrimógenos, uno se da cuenta de que la historia iba para allá desde el principio, y no queda otra que aceptar que los de Pixar son unos maestros, y se merecen nuestras lágrimas como tributo.

Uno queda con ganas de ser mexicano

A estas alturas uno sabe que los de Pixar nos van a dejar los globos oculares con un carnaval de colores y personajes inolvidables, pero lo que uno no se espera, es que la historia y los personajes funcionen tan bien. Pero acá el gran “plus” es justamente que los compadres decidieron agarrar un país y/o una cultura llena de tradiciones, con un estilo visual muy explotable, y un universo con sus propias reglas que le va a dar mucha carne a la historia. Fue lo mismo que hizo Disney con Moana, otra película maestra. Ahí usaron la estética polinésica, sus leyendas, sus tambores y lo que quieras para contar una historia emocionante muy ligada a algo que a los gringos les da lo mismo (los «ancestros»).

En Coco tomaron la estética de las calaveras pintadas con puntitos, los vestidos Frida Kahlo y los mariachis, usaron el lazo que los mexicanos tienen por sus seres queridos muy arriba en el árbol genealógico, y armaron un espectáculo fliméfilo audiovisual que llega a dar gusto. ¿Diseñar personajes que son todos esqueletos y aún así poder transmitir expresividad y atributos físicos como gordura, musculatura o facciones? Pixar dijo “Challenge accepted”. ¿Mostrar el mundo de los muertos como una fiesta permanente? Ídem. ¿Todo por una historia que a uno lo deja peinado para atrás, y hasta con ganas de ser mexicano para tener tanta historia, tradición o familias ancestrales haciéndole barra? También. No, si son maestros.

Y aunque técnicamente no es un musical como Moana, este sí es un mundo donde la música es muy importante (es parte de la trama, de hecho), y todas las canciones se sienten llenas de vida (oh la ironía) y fundamentales para definir las vidas de sus personajes. Me van a perdonar, pero me cuesta mucho verle cosas malas a esta película, así que le voy a tirar más flores que tumba de ser amado en Coco.

Pixar, lo hiciste otra vez

¿Es una película a la que puedo llevar a mi sobrinito/hijito/nietecito? Dado que esta es una de las películas más pro-unidad-familiar de toda la historia del cine, les voy a decir que los lleven igual, porque como dice el dicho, “familia que va al cine unida, permanece unida”. Pero la verdad es que entender la muerte es muy importante para entender esta película, y puede que el infante no entienda por qué los adultos a su alrededor están abrazándose y llorando. Pero igual es entretenida, tiene canciones y sale un tigre dragón increíble que yo creo que les gustará.

Ah y a propósito, háganme caso en esta. Si ustedes son de esas personas que insisten en ver las películas animadas en inglés, y sufren porque no encuentran las malditas funciones, vayan a verla en español no más. Uno, la película es ambientada en México y por lo tanto es la única película que sale ganando con el doblaje mexicano. Segundo, uno de los protagonistas es Gael García Bernal y el compadre también hace la voz en la versión en español. Y tres, van a poder escuchar la voz de Marco Antonio Solís cantando canciones. En otras palabras, todos salen ganando, e incluso pueden llevar a sus tías fanáticas del Buki a ver esta película y quedan listos para el testamento, qué mejor.

Bueno, en resumen Coco se va derechito a mi lista de “Mejores del Año”. Si no les tincaba o habían decidido saltársela, les suplico por su propio bien que reconsideren. Y que vayan preparados para hacer un viaje alucinante. Pixar, lo hiciste otra vez. Maldito.