6 julio 2018

Crítica maestra: El Hombre Hormiga y la Avispa

No sé si se acuerdan de la primera película «El Hombre Hormiga», sin la Avispa (Ant-Man), pero era la típica historia de accidente científico + insecto = superhéroe. Como las arañas y Spider-Man, o las moscas y Jeff Goldblum. «Ant-Man» («El Hombre Hormiga») se trataba de un científico que estaba haciendo experimentos con la radiación, con tanta mala suerte que un día dejó un kojak en el laboratorio que al otro día estaba lleno de hormigas, explotó el reactor nuclear, las hormigas se fusionaron con su cuerpo en la explosión y el compadre quedó con los mismos superpoderes de las hormigas: podía caminar encima de la gente que se acuesta en la plaza, hacer fila hasta la bolsa de basura y actuar realmente desorientado si uno lo sopla. Ahí se hizo un disfraz y empezó a combatir el crimen, tenía una tía que le daba consejos, etc.

Bueno, no estoy seguro, mis recuerdos de Ant-Man son difusos, pero sí sé que actúa el compadre chistoso, ese del Paul Rudd (Friends) como un ladrón, y que lo contrata el abuelito de Michael Douglas para que use un traje con tecnología de su empresa Chiquitolina Inc., y se robe no sé qué cosa de un laboratorio (robo hormiga). También sale Falcon, el Avenger más charcha de todos, porque el resto estaba muy ocupado cobrando demasiada plata. Al final el compadre salvaba a su hijita de Lex Luthor y se hacía tan, pero tan chiquitito, que llegaba al mundo de Dr. Strange y veía las amebas, los protozoos y los átomos, y en un átomo estaba sentado Peter Dinklage.

Las cosas empiezan a ponerse color de hormiga

tenor

Bueno, ahora ha pasado exactamente equis cantidad de tiempo, y Paul Rudd está en su casa con arresto domiciliario por haber peleado en «Capitán América: Civil War», con los Avengers y el Falcon, en otro intento de Marvel por hacernos creer que Falcon es un Avenger. Pero, las cosas empiezan a ponerse color de hormiga cuando Paul Rudd sueña con Michelle Pfeiffer, que es ni más ni menos que la esposa desaparecida de Michael Douglas, y la mamá de Evangeline Lilly, la comadre de melena que en la película anterior no hacía nada, salvo reaccionar a las cosas que les pasaban a los demás personajes. Y aunque no soy ningún científico (todavía), les voy a explicar que lo que pasa es que como Ant-Man se hizo tan chiquitito. Ahora puede comunicarse telepáticamente con otros personajes que décadas antes también se hicieron así de chiquititos, por lo que esta película se trata de ir a rescatar a Michelle Pfeiffer del mundo de los átomos, donde ha sobrevivido todos estos años comiendo microbios y haciéndose una casa en una pestaña o qué sé yo. Como siempre he dicho, lo importante está en las cosas pequeñas. 

Claro que también hay otro amigo de Michael Douglas (el personaje de Murpheus en «Matrix») que tiene una ahijada supervillana (una de las malas de Ready Player One), que anda con un disfraz pulento y está enferma con un severo caso de moleculitis, así que atraviesa paredes y se queda pegada/salta como Vanélope de Wreck-It Ralph. No es buena onda como Vanélope eso sí, y siempre tiene la mirada intensa y odia a todo el mundo por su estabilidad molecular. Lo único que quiere esta Vanélope es robarle la tecnología a Michael Douglas para volver a la normalidad, porque, según esta película, la solución a todo está en encontrar una Michelle Pfeiffer en los átomos microscópicos de chiquilandia.

«Hay momentos en que uno quiere pegarle un charchazo al payaso»

Obviamente salen todos los personajes de la película anterior haciendo las mismas cosas que hacían en esa película anterior, y absolutamente todos los personajes se hacen los chistositos para que uno se ría. Y después del chiste número un millón quince mil dos, uno empieza a suplicar que porfa calmen un poco las revoluciones. La dura, si esta película fuera persona, sería un payaso de esos que tiran agua por los ojos, en una mano tendría una pluma para hacer cosquillas y en la otra tendría memes, todo mientras baila chistoso y cuenta un chiste. Con ese bombardeo de humor, obvio que le achuntan varias veces y uno se ríe, pero de verdad hay momentos en que uno quiere pegarle un charchazo al payaso para que deje de hacer cosquillas.

Y saben qué, muy simpático Ant-Man y muy bacán su traje que se achica y se agranda, pero esta película es más repetitiva que tartamudo viendo «El día de la marmota» durante el día de la marmota. La famosa Avispa, que es la comadre de la melena en un traje con alas, se la pasa toda la película mirando feo al Paul Rudd después de que lo quería en la otra película. Pero bueno, así son las avispas y mejor no molestarlas especialmente durante los picnics cuando llegan a revolotear el vaso con jugo.

Y saben qué, me acuerdo más de la primera Ant-Man que vi hace mil años que de esta que recién vi el otro día. Lo que estoy tratando de decir es que sí, es divertida, uno se ríe, y de pronto se termina y todo da lo mismo. Hay varios momentos en que no me importaba ni un poco lo que estaba pasando en la pantalla, y otros en que Neil DeGrasse Tyson se murió de siete infartos por la lógica de la ciencia, pero es muy bacán ver a toda esta gente junta, y algunos efectos especiales no se pueden creer, siendo el más impresionante de todos, por supuesto, ver a una joven Michelle Pfeiffer en pantalla. Aunque ya han hecho esto muchas veces, déjenme decirles que aquí se ve perfecta, y pareciera que es ella treinta años más joven. ¿Por qué no hacen una película con ella y un joven Michael Douglas combatiendo villanos en los años ochenta? Bueno, no se puede tener todo en la vida.

Y bueno, como la película se me olvidó, déjenme decirles que todas las escenas de gigantismo/enanismo/mundo de los átomos se ven increíbles en IMAX 3D, pero no sé si lo suficiente como para hacer el esfuerzo. En resumen, una pequeña gran película para grandes y chicos que nos recuerda que incluso los gigantes comenzaron pequeños, y que hay que disfrutar las cosas pequeñas de la vida, como Michelle Pfeiffer en la isla desierta de lo infinito. Pero es ahí no más la película, me gustó mucho más la uno. Ah, y tiene dos escenas post créditos, pero la primera es buena y vale la pena, no así la segunda que viene después de diecisiete minutos de leer nombres de gente que hizo computación. Gracias por leer, microbios. 

Hermes El Sabio

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