SimSimi, inteligencia artificial y la sociedad solitaria

Pertenezco a la generación que no puede vivir sin tecnología, no hablo solo del celular, sino también de todo dispositivo que nos hace la vida más fácil, pero que muchas veces nos encierra en un mundo aparte, aislado, donde la mayoría de las interacciones con otras personas las hacemos a través de una pantalla. No digo que esto sea malo, es solo una consecuencia del ritmo de vida que llevamos y los avances tecnológicos en sí, pero ¿qué pasa cuando esto lo conjugamos con inteligencia artificial?

Sí, puede dar increíbles resultados, ya que con la llegada de este tipo de inteligencia, además de los dispositivos de realidad virtual, las fronteras de lo que es real y lo que no se difuminan, dejando un panorama un tanto sombrío si lo miramos con detención.

Las últimas semanas (seguro lo han visto) ha explotado la popularidad de Simsimi, una aplicación que podríamos resumir como un “WhatsApp en solitario”, es decir un chatbot en el cual solo conversas con una animación, que, dependiendo de las cosas que le escribas, te va respondiendo animadamente. Hasta ahí todo bien, casi inofensivo, pero algo tenía que salir mal.

Los inicios

Simsimi (se pronuncia chimchimi) dio sus primeros pasos en el año 2002, sí, hace 14 años en su natal Corea. Sus primeras limitaciones fueron respecto al idioma, lo que impidió que se masificara en menor tiempo, pero aún así no se mantuvo alejada de la polémica. Como toda inteligencia artificial, necesita estar constantemente aprendiendo y ¿cómo Simsimi seguía aprendiendo? De sus propios usuarios, ya que son ellos los que cargan todos los contenidos que el bot repite según las preguntas que le hagan, es decir, mientras más se usa la aplicación, más información registra en su memoria.

Esto hizo que el robot fuera cada más agresivo y obsceno con sus respuestas, obligando a sus desarrolladores a agregar un filtro de palabras para, de algún modo, aminorar las quejas de padres preocupados o naciones enteras, como el caso de Tailandia, donde fue prohibida por ofensas a políticos, una falta grave en dicho país.

Antecesores

Pero si ustedes creen que Simsimi es el primero, están muy equivocados, hay muchas versiones de chatbots, no solo para el entretenimiento, sino también para empresas, ya que muchas los ocupan en sus áreas de servicio al cliente con respuestas pre cargadas, lo que significa un ahorro de tiempo y dinero.

Eliza/ Alizia

Podríamos decir que ambas son las abuelas de toda esta corriente. Eliza fue desarrollada en la década del 60’ por el Instituto Tecnológico de Massachusetts y su objetivo era, en cierta parte, actuar como psicoterapeuta, por lo que sus conversaciones tenían cierta coherencia, dependiendo de las preguntas que le fueran haciendo. De esta experiencia nació también Eliza y Alizia, que son las versiones actuales, una más evolucionada con la otra. Alizia es mexicana, en cambio Eliza se negó a revelar su ubicación. De Marte, seguro.

Cleverbot

Un poco más actual, encontramos a Cleverbot. Lanzado el 2009, este chatbot se mantiene actualizado y funcionando. Al igual que Simsimi y las otras 2 chicas, su funcionamiento es similar, ya que aprende de sus usuarios, registrando respuestas tipo para luego conversar de la manera más coherente posible, pero, debido a la experiencia, eso es casi imposible, ya que este tipo de inteligencia siempre se encontrará con alguna una limitación.

Todo estos softwares y nuevas aplicaciones me llevó a pensar en la soledad de muchas personas, quienes refugiadas en una pantalla, logran entablar una amistad con un robot, una inteligencia precaria, pero efectiva a la hora de llenar algún vacío. No creo que sea malo, quizás es necesario, el error está en desvirtuar este tipo de tecnología, volviéndola agresiva y peligrosa, tal como le pasó al pobre Simsimi.