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Destacado Netflix: Siete razones para volver a ver La Princesa Prometida

Una tos infantil y un videojuego de béisbol. Un sonriente Peter Falk, el mismísimo Columbo, entra en escena con un regalo para el nieto enfermo. ¿Un libro? ¿Eso me vas a regalar? reclama el pequeño Fred Savage (The Wonder Years) y su abuelo le aclara que no es un libro cualquiera. Es «La Princesa Prometida», una historia de «duelos de esgrima, luchas, tortura, venganza, gigantes, monstruos, persecuciones, escapes, amor verdadero y milagros».

No importa si la dolencia es un resfriado de verano, amigdalitis o maña, no existe remedio más efectivo que: La Princesa Prometida. Tiene todo los que necesitas para ser feliz: viaje del héroe, historia de amor, roedores gigantes, duelos de espadas, un noble y honrado gigante, un hijo vengando a su padre y los diálogos más hilarantes del cine familiar.

Mi película y libro de aventuras favorito, la tengo siempre a mano para esas ocasiones en que se vuelve indispensable volver a 1987, a las tardes de cine y la leche con Cola Cao. Antes de que colapsen de nostalgia buscando el VHS, les cuento que no es necesario escalar los Acantilados de la Locura para verla porque Netflix la puso en su catálogo permanente.

Acá van mis 7 razones para verla una y otra vez.

1) Buttercup y Westley

Robin Wright y Cary Elwes viven la historia de amor más dulce del cine matiné, un cuento de hadas con damisela en peligro, joven enmascarado y caballos blancos, que se las arregla para jugar con todos los clichés del género y devolvernos una aventura épica donde el «amor verdadero» convive con el suspenso y la comedia.

2) El viaje del héroe

Uno de los grandes aciertos de su guión es seguir casi a la perfección todas las fases de «El Viaje del Héroe» de Christopher Vogler.

El protagonista vive en un mundo ordinario y tranquilo.

Recibe el llamado a la aventura, acepta el reto y se interna en un mundo desconocido.

Descubre peligros, adversarios y amigos.

Sufre una experiencia de muerte.

Finalmente renace para regresar a su hogar con la misión cumplida.

Si cada uno de nosotros contiene en su interior un héroe, podemos ser héroes caminando junto a Westley, aunque sea solo por un día.

3) Iñigo Montoya

Mandy Patinkin (Homeland) nos entrega uno de los secundarios más memorables en una película llena de personajes secundarios inolvidables. Su nombre es Íñigo Montoya y busca vengar a su padre, al que vio morir cuando niño víctima de la traición de un hombre con seis dedos en su mano derecha.

Imposible olvidar la sobrecogedora caballerosidad con la que inicia cada una de sus batallas

Y la frase con la que está decidido a concluir su venganza.

4) El mejor grupo de amigos que alguien puede pedir

Parecen malvados y brutos, hombres de malvivir y dudosas intenciones, pero es casi imposible encontrar personajes más nobles y honrados. Fieles a altísimos principios éticos y los auténticos caballeros de esta aventura. La innegable ternura del gigante Fezzik (André the Giant), el sentido de la lealtad de Íñigo Montoya y el compromiso con el amor verdadero del Hombre de Negro, conforman el más perfecto grupo de amigos, esos con los que uno quiere contar para toda la vida.

5) Uno de los mejores duelos de espadas de la historia del cine.

Se rodó sin dobles de acción, Cary Elwes y Mandy Patinkin se propinan estocadas sin parar de hablar, cada diálogo es mejor que el anterior e incluye uno de los mejores giros en combate, el alucinante momento en que Íñigo y Wesley se confiesan mutuamente que ninguno de los dos es zurdo y cambian las espadas de mano.

6) Billy Crystal ¿Acaso necesitamos decir más?

Un casi irreconocible Billy Crystal (When Harry Met Sally, Analyze This, Monster Inc) nos regala al Milagroso Max. Su pequeñísimo papel está plagado de momentos hilarantes, de esos que sacan lágrimas de risa. Cuenta la leyenda que Crystal improvisó gran parte de sus diálogos y que Rob Reiner (Stand By Me, A Few Good Men, Misery) tuvo que salir del set para no reírse mientras grababan sus escenas.

En mi escena favorita, el grupo de amigos le pide a Max que reviva a Westley, él pide una causa noble que justifique hacerlo, nuestro héroe medio muerto medio vivo murmura: «Amor Verdadero» y el milagroso Crystal dice: «No ha dicho amor verdadero, sino Faroleeero». Su esposa irrumpe en la escena gritando «Mentirosoooooooooo» y lo obliga a realizar el milagro.

El remate de Billy Crystal es de antología: «Sí, hijo, el amor verdadero es lo mas grande del mundo. A excepción de los bocadillos de cordero, lechuga y tomate, cuando el tomate esta maduro y el cordero esta en su punto. ¡Es tan sabroso! ¡Me encanta!»

7) Qué a esta altura de tu vida no hayas disfrutado de La Princesa Prometida en Netflix es i-n-c-o-n-c-e-b-i-b-l-e.

Es un clásico del cine, una película de culto, un cuento imperecedero que te cautiva de niño y te sigue emocionando en la vida adulta. Porque todo lo bueno de este mundo, todo lo que importa, está en La Princesa Prometida.