LG Blog

Crítica maestra: «Yo, Tonya», Por Yo, Hermes

Por si todavía no han leído su Almanaque de Patinaje Artístico 1994, Tonya Harding era una patinadora maestra increíblemente seca, que lamentablemente se hizo famosa por ser conflictiva, y después por un escándalo que hubo cuando a su rival Nancy Kerrigan fue atacada por unos malandras que le pegaron en una pierna para lesionarla y evitar que compitiera. Bueno pues, la película Yo, Tonya (pronúnciese “Tania”) nos cuenta la vida de esta comadre, y las circunstancias que llevaron a los malandras a hacerle eso a la pobre rival. Y las consecuencias que el hecho tuvo para Tonya, claro.

¿Cahuineo farandulero entre patinadoras?

«¿Y por qué querría ver yo una película sobre cahuineo faranfulero entre patinadoras artísticas?», se preguntarán ustedes, a lo que yo les contestaría, “bueno por dos razones muy importantes, señores. Margot y Robbie”, y PAF, ahí quedarían ustedes peinados para atrás con tanta sabiduría y carisma. Y conste que no estoy diciendo que tienen que ver la película porque la comadre es hermosa, la mansa guacha, etc. Estoy diciendo que la vean porque la comadre se roba completamente la película, y nunca la pillan, y después vende la película en el mercado negro generando aún más ganancia y siguen sin pillarla. Porque Tonya Harding es una comadre increíblemente talentosa, y que además resulta que creció en un ambiente brígidamente hostil, con una mamá que no se puede creer lo mala que era, y que después se fue a enamorar de un pastel que no era muy distinto a la mamá. Título alternativo para esta película: “El que te quiere te aporrea”.

Desde muy chiquitita, la pobre Tonya tuvo que aprender a sacar las garras y tirarse encima de cualquiera que la pasara a llevar. Y como más encima era pobre, tuvo que arreglárselas yendo al colegio con abrigos de piel hechos con conejos que ella misma cazaba, o haciendo sus presentaciones con el vestido parchado del año pasado. Y todo mientras la mamá la basureaba como nunca te han basureado en tu vida. Obviamente esta comadre lo pasó mal y tomó malas decisiones, pero la jungla de personajes que va encontrando terminaron por sellar su destino. Y también su actitud frente a la vida.

La película está contada como esas de Scorsese de delincuentes parlanchines que narran la película a ritmo metralleta, llenando la historia de detalles y con setecientas mil escenas por segundo (Goodfellas, Casino, Wolf of Wall Street). El peliculasta de Yo, Tonya no es tan maestro, pero el ritmo y el humor hacen que a uno esta película se le pase pero es que volando. También hace más tolerable la violencia y la mala onda, hay que decirlo, pero a lo que más puede aspirar la película es a “buena imitación” y eso mismo le va a restar puntos siempre. Pero de que es filete, lo es.

Margot y Frances

Y aunque ya dije que la estrella indiscutida de esta película es Margot Robbie, fíjense que la señora que hace de su mamá se ganó el Oscar a Mejor Actriz Secundaria por hacer un personaje que le sale muy bien: el de la señora autoritaria buena para insultar que no necesita alzar la voz y que intimida hasta a Samuel L. Jackson. Aquí es la mamá torturadora de Tonya, una comadre que aparece dando entrevistas con un pajarraco en el hombro como si fuese un personaje de dibujos animados. Imagínense Karate Kid si en vez de Daniel San hubiese sido una niñita rubia de cuatro años, y en vez de señor Miyagui es Kim Jong-il, y en vez de “pongo cera quito cera” es “¡¡¡¡#$%@!!!!”. Brígido.

Pero no nos distraigamos que aquí el show es de Margot Robbie. Esta actuación confirma que ella es mucho más que una cara hermosamente perfecta. Porque aquí le toca llorar, gritar, sufrir piola, sufrir con escándalo, ser víctima y victimaria, volverse loca, patinar como los dioses, y llevarnos de la mano por una vida que puede que haya tenido mucho talento, pero que tuvo muy, muy poco amor. Y aunque Frances McDormand se ganó el Oscar y todos la queremos, Margot Robbie sostiene esta película completa sobre sus bellos hombros. Y siempre será la ganadora en mi corazón.

Y antes de irme un dato: esta película se estrenó en Chile con subtítulos que traducen todos los garabatos (que son muchos) a su equivalente chilensis. Es decir, cuando la vayan a ver leerán mucha grosería local, nada de “vete al diablo” ni “púdrete”. Al principio es desconcertante, pero después de un rato se vuelve muy gracioso. En resumen, no se la pierdan. Ese final es inolvidable y un ejemplo para todos los que van por la vida luchando todos los días. Gracias, Tonya.