5 abril 2016
Ángela Ruiz Robles, la desconocida precursora del libro electrónico
Muchas veces quienes crean las soluciones más creativas a los problemas utilizando la tecnología, son personas sencillas que que se encuentran en contacto directo con las necesidades sociales, en este caso, una profesora que nació en 1895 en Ferrol, España. Su nombre era Ángela Ruiz Robles y la semana pasada Google le dedicó una de sus ilustraciones por su precoz invención del libro electrónico, patentado en 1949.
«El futuro habla, pero pocos entienden lo que dice»
Esta declaración de la española resume su visión del mundo; Ángela fue capaz de adelantarse a su época y escuchar qué es lo que el futuro le decía, cuáles serían los requerimientos de sus alumnos, qué necesitaban. Fue entonces que ideó lo que hoy se entiende como un aparato precursor del libro electrónico, un libro mecánico. Su profunda vocación por la pedagogía marcaban su rumbo; su intención era aligerar el peso en los hombros de los niños cuando se dirigían todas las mañanas a la escuela. Generalmente cargaban pesados libros de las diferentes asignaturas y varios cuadernos en los que debían escribir. Entonces se preguntó, por el bien de sus espaldas, ¿será posible resumir en un sólo soporte todas las asignaturas? El resultado fue este libro mecánico que, además, convertía a la experiencia del aprendizaje en un fenómeno mucho más lúdico, interactivo y estimulante.
La Enciclopedia Mecánica de Doña Angelita
El aparato fue construido en el Parque de Artillería de Ferrol, siguiendo las instrucciones de Ángela, ateniéndose fielmente a su diseño. El aparato estaba fundado en la idea de un «proceso mecánico, eléctrico y a presión de aire para la lectura de libros», lo que se concretizó en su Enciclopedia Mecánica, patentada en 1949.
El libro o enciclopedia funcionaba «activando» cada materia mediante pulsadores. Así, si un niño pasaba de Historia a Matemáticas, sólo tenía que pulsar la nueva asignatura y así cambiar la bobina que se desplegaba frente a sus ojos. También era posible iluminar el aparato, que incorporaba luz, aumentar el tamaño del texto mediante lentes, escribir sobre él e, inclusive, la adición de algunas pistas de audio que ayudaban a ilustrar ciertos temas. Incluso la mujer planteó la idea de utilizar cintas luminiscentes que permitieran a los niños leer en la oscuridad. La idea era fabricar la enciclopedia con diferentes tamaños y diseños que incluyeran a personajes de cuentos populares, plantas y juguetes. Construida con materiales ligeros y en forma de maletín, a los niños se les facilitaría mucho su traslado.
El prototipo final
El año 1961, Ángela renovó su patente mostrando un aparato similar pero con algunas modificaciones que lo hacían aún más práctico. Ése es el modelo que hasta hoy está expuesto en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de España. El nuevo modelo eliminó el sistema de pulsación mecánica y con ello varias piezas, para que resultara más sencillo de fabricar y transportar.
Si bien el dispositivo fue diseñado como un maletín de metal, la idea de la pedagoga era fabricarlo en materiales más ligeros, para que efectivamente cumpliera su función de aligerar el peso, plástico o nylon. El año 1971, el Instituto Técnico de Especialistas en Mecánica Aplicada S.A. estudió la viabilidad del proyecto, pero un obstáculo de 100 mil pesetas fue lo que impidió finalmente su concreción.
Doña Ángela se mantuvo firme en su proyecto hasta 1975, pagando la patente religiosamente, hasta que la muerte le impidió llevar a cabo su sueño. Sin embargo, el que su propuesta no se haya masificado no le quita mérito. Ángela Ruiz fue una mujer que pudo adelantarse a su época y ser insistente en su propuesta, con una capacidad para pensar de manera original a sus tiempos fuera de toda norma. Su voluntad de buscar soluciones alternativas a los problemas, utilizando la tecnología, es algo que compañías como LG tienen como meta día a día.
Si quieres conocer más sobre Doña Angelita y su invento, mira este corto reportaje:
¿Quiénes crees que hoy se adelantan a los tiempos?
