9 mayo 2014

Mi mamá, mi partner

Mamá. Esta es una palabra tan hermosa e importante a la vez… Porque las mamás son únicas y siempre la mejor de todas será la tuya. Y por supuesto que en este caso la mejor mamá del mundo es la mía.

No sé si les pasa a ustedes, pero mi mamá es a la vez mi partner. Es la que me apoya y apaña en todo, incluso en las decisiones más tontas que he tomado en la vida. Por ejemplo, cuando tenía 10 años, quería verme como Rogue de los X-Men, con los mechones blancos de pelo y el traje amarillo. Y ahí mi mamá como ha sido siempre, me ayudó con la locura. Tenía apenas 10 años y el pelo decolorado/teñido, y no faltó el que la regañó por haberlo hecho, pero yo era la más feliz.

O por ejemplo, cuando quise comenzar a perforarme las orejas. Fuimos donde el señor de los piercings, y las dos nos pusimos otro aro y sin anestesia (pucha que nos dolió). Sinceramente, creo que son muy pocas las madres que se atreven a hacer eso con sus hijas (o que les den permiso, que es más difícil), más aún cuando la diferencia de edad es de varias décadas.

Es típico que en la adolescencia una tiende a ser rebelde y llevarse mal con los papás y todo mal. Sin embargo, mi mamá siempre me aguantó las mañas, me hacía entrar en razón y cuando era prudente, me apoyaba. Jamás hemos peleado, nunca me retó por algo (que no fuera ordenar mi pieza), y ahí ha estuvo cada vez que llegué con el corazón roto o una nota mala que esconderle a mi papá.

Es la que me llevaba café y me abrigaba en mis noches de estudio, y también la primera que me apoyó cuando le conté que tenía la oportunidad de ir a trabajar a otra ciudad (por lo tanto, a irme de casa). Mi mamá dice que no me echa de menos, pero yo sé que sí, tanto como yo a ella.

No lo voy a negar: hemos pasado por momentos súper difíciles y fuertes, tanto de ella como míos. Pero ahí hemos estado para apoyarnos mutuamente, porque eso es lo que hacen las madres y las hijas. Son incontables las veces que me escondió los “condoros”, o las veces que me llevó al hospital cuando me enfermaba. O las veces que yo la acompañaba al médico y le leía cuentos… Y cuando más grande novelas.

Mi mamá es la mejor. Tanto así, que queremos que el mundo lo sepa de una forma original y contestataria. Junto con mi hermana, las tres no haremos el mismo tatuaje: un símbolo de infinito en el brazo. Porque el amor que una mamá tiene con sus hijos es incondicional, y aunque las distancias nos separan a las tres, el amor que sentimos hacia ella nunca se va a acabar.

 

Camila Navarrete

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