Energía para un buen invierno
Siempre he sido friolenta, padeciendo cada invierno la llegada de todo tipo de calamidades: dolor de columna, de cabeza, enojos por estar haciendo malabares entre guantes, gorro, abrigo, cartera y paraguas… y lo peor… los desagradables sabañones.
El año pasado me puse a investigar. ¡No podía ser que el invierno llegara como un castigo irremediable!
El primer descubrimiento tuvo olor a té, a miel y a jengibre. Tuvo paso lento y el aprendizaje de que la única forma de disfrutar el invierno es entender que la naturaleza está viva y que cada estación tiene su encanto.
Vitalización
La primera etapa estaba cumplida: ya no deseo seguir en el mismo pulso de actividad del verano y disfruto ralentando el paso y moviéndome a la velocidad que me permita lo que lleve puesto.
Pero quería ir al próximo nivel y encontré la clínica de la Dra.Germain (www.antiestres.cl) con la que entendí que si la mayor parte del tiempo nuestras manos y pies están fríos, es un indicador que la energía vital esta disminuida, o que nuestro cuerpo no está siendo adecuadamente energizado.
Sabiendo que un enfriamiento permanente puede afectar a la capacidad de defensiva natural de nuestro sistema inmune, tomé la terapia de vitalización, dirigida a potenciar y regular la energía vital y hasta ahora sólo tengo palabras de agradecimiento para los terapeutas que lograron lo imposible: me enamoré del invierno.
Todavía peleo un poco con el abrigo y el paraguas, pero no se me congelaron más los pies y ¡hasta me veo chic con gorro!
Foto: Ramón Portellano