17 agosto 2016

De la guerra a los Juegos Olímpicos: la increíble historia de Yusra Mardini

Yusra Mardini, una chica siria de 18 años, decidió escapar de Siria junto a su hermana, Sarah; la guerra había cambiado sus vidas, matado a dos de sus amigos cercanos y destruido su casa, en Damasco. «No aguanto más», le dijo un día a su madre y ésta, comprendiendo la desesperación de su hija, accedió a dejarlas ir, siempre que se hicieran acompañar por alguien de confianza.

Así partieron las dos hermanas en agosto de 2015, con rumbo de desconocido y acompañadas por unos primos de su padre. Jamás se imaginaron lo que les esperaba unos pasos más adelante.

Pasión por la natación

Las dos hermanas aprendieron a nadar siendo muy pequeñas, pues su padre es entrenador de natación en Siria y cuando tenían sólo tres años de edad Yusra y Sarah ya chapoteaban en las piscinas del barrio. Pero no solamente se trataba de un hobby, Yusra se tomó la natación como una pasión en su vida lo que, inclusive, la llevó a participar en un Mundial de la disciplina el año 2012.

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Ésta sólo hubiese sido una anécdota, pero se transformó de pronto en una habilidad que les salvó la vida. Cuando decidieron dejar su país, volaron hasta Beirut y luego a Estambul, donde lograron embarcar un bote ilegal de refugiados junto a otras 18 personas. Querían llegar a la isla de Lesbos, Grecia, pero no era tarea fácil, pues el bote era frágil y estaba claramente sobre cargado. Una vez más las hermanas se enfrentaban al agua, pero esta vez de una manera en que no la conocían: el mar abierto. A las 19 horas, cuando recién comenzaba la noche, el bote empezó a llenarse de agua y ambas no vieron otra opción que lanzarse al mar, arrastrar el bote con sus propias fuerzas y ayudar a ese grupo de refugiados a llegar a Lesbos.

«Entendí que era mi deber meterme al agua y nadar»

Cuando Yusra se lanzó al mar junto a su hermana, tuvo una potente sensación: «En ese momento sentí que la vida era más que yo misma. Toda la gente en ese barco era parte de mí. Entendí que mi deber era meterme al agua y nadar. Si me hubiera ido, me sentiría culpable por el resto de mi vida”.

Nadaron durante tres horas y media a través del helado mar Egeo, con la sal quemándoles la piel, con la ropa pesándoles a tal punto que pensaban que se hundirían y temiendo quedarse dormidas ya que estaban muy cansadas.

Cerca de medianoche tocaron tierra griega, descalzas y exhaustas, habían salvado a todos quienes iban a bordo. Así caminaron durante días a través de Macedonia, Serbia, Hungría, Austria y, finalmente, Alemania.

La propuesta de su vida

Ya en Berlín, las hermanas comenzaron acomodarse y sacaron los documentos de asilo que les permitirían quedarse allí por un tiempo. Un día y gracias a un intérprete egipcio, Yusra comenzó nuevamente sus entrenamientos de natación, así no dejó la pasión de su vida de lado, a la vez que se adecuaba a su nueva ciudad.

Pero una propuesta cambió por completo su vida: querían que formara parte del primer equipo de refugiados que participaría en los Juegos Olímpicos de Río 2016. Yusra aceptó entusiasmada y, junto a jóvenes de otros lugares del mundo, decidió representar en la natación a todos aquellos que, como ella, deben huir de su país a causa de la violencia.

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«Quiero representar a todos los refugiados porque quiero mostrar al mundo que, tras el dolor, tras la tormenta, llega la calma. Quiero inspirarles a hacer algo bueno en sus vidas, que no se rindan a la hora de perseguir sus sueños y que hagan lo que les dicte su corazón. Incluso si es imposible, incluso si no tienen las condiciones necesarias para lograrlo, nunca se sabe qué pasará y hay que seguir intentándolo. Quizás tengas una oportunidad como yo la tuve. O quizás tú construyas tu propia oportunidad», señaló Yusra.

Yusra compitió en los 100 metros de estilo libre (llegó en la posición 45, marcando 1:04.66) y en los 100 metros de estilo mariposa (llegó en la posición 41, marcando 1:09:21).

A pesar de que Yusra no sacó ninguna medalla en los Juegos Olímpicos, siente que su carrera más difícil en la vida ya la tuvo, y a mar abierto, no sólo compitiendo por una medalla, sino por la vida de otras 18 personas.

¿Qué otro caso heroico como el de Yusra conoces?

Maria Jesus Martinez-Conde

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