10 septiembre 2015

No creo en el matrimonio… creo en el amor

Así de sencillo,  mi sueño no es casarme ni construir el estereotipo de la familia feliz.  Lo que quiero es vivir espacios de amor,  con mi compañero,  con los hijos que el destino albergue en mi vientre y los que se albergan en el corazón.

Cuando era adolescente tenía todo el panorama claro,  con el novio de esa época, con quien compartí 12 años maravillosos,  teníamos todo planeado,  terminar los estudios en la Universidad trabajar 2 años, luego vivir juntos para después de 2 años casarnos y comenzar a tener hijos,  queríamos tener 2 o 3 hijos,  pasar los fin de semana en la playa,  estudiar algún postgrado en el extranjero e irnos a vivir un tiempo en otro país, a esta edad tendría al menos mi primer hijo/a ya y tendríamos confirmada nuestra familia tal cual la sociedad dice debemos hacerlo.

Todo cambió

Un giro en nuestras vidas y todo eso quedó suspendido en la magia de los sueños compartidos pero que no se concretan, relaciones que quedan con ese dulce recuerdo de bonitas intenciones de compartir la vida con otro en un ambiente lleno de amor.  Como fuimos,  una pareja que en cada mirada irradiaba el más puro amor.

Después de años de ese término y el evidente cambio en el curso de nuestras vidas,  sin hijos,  sin matrimonio,  sin viajes juntos, ni fin de semanas en la playa.  Mirando la sociedad que nos rodea, con los crecientes índices de separación de matrimonios,  con esa inquietante búsqueda masiva de la felicidad y con las nuevas estructuras de familia (tú, yo, los míos y los nuestros). Elegí, decidí y creo en el amor.

Amor, sin etiquetas

Creo en el amor sincero,  fiel y respetuoso,  ese por el cual cada mañana al abrir los ojos el sol aparece en nuestra mirada, ese amor que se comparte, ese amor que valora el presente,  que celebra el estar juntos.  Ese amor que hace proyecciones para densificar la emoción y que no ata ni asfixia.  Ese amor que construyen dos personas que no se preocupan por el «deber ser» «deber tener» «deber mostrar» ese amor libre que busca sólo el bienestar propio,  del otro y el compartido y que no puede concebir días de discusiones porque es una pérdida enorme de tiempo.

Otro tipo de mujer

Creo en la mujer que deja de preocuparse «del tren»,  del reloj biológico o de tener que ser mujer de familia.  Creo en la mujer libre de todas las preconcepciones y estereotipos, que se relaja frente a una vida que tiene  muchos desafíos tan grandes como ser familia o procreadora. Creo en una femeneidad respetuosa, conectada con la naturaleza y con el amor profundo,  en tomar decisiones basadas en el amor verdadero hacia sí misma y el resto. Creo en la mujer y en ese amor bondadoso que regala a diario, sin exigencias sólo con la misión autentica de dejar una huella de amor en cada paso que da.

Cada vez que me encuentro con ese ex compañero de sueños revivo esa historia de amor. Imagino cómo sería mi vida ahora,  cuáles serían mis conversaciones y experiencias acumuladas en estos años.  Y me encanta sentir que todas las decisiones van dibujando un nuevo camino,  un nuevo futuro que tiene como único objetivo el disfrutar del amor cotidiano.

Y tú,  ¿en qué crees?

Foto: observator.tv

Mariluz Soto

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