Colesterol bueno versus colesterol malo
Entender la diferencia entre la grasa buena y la grasa mala puede ser de gran ayuda para saber qué alimentos sumar a nuestra dieta y cuáles sacar. No podemos eliminarlas del todo, y para entender por qué, es necesario saber cuáles ayudan a nuestro organismo y cuáles son innecesarias.
La teoría
Primero entendamos para qué sirve la grasa. Las grasas también son nutrientes y, como todos los demás nutrientes, cumplen funciones importantes en nuestro organismo. Dentro de estas funciones están: ser fuente de energía y de reserva energética, formar parte de la estructura de membranas celulares, regular hormonas y absorber ciertas vitaminas.
Pero ojo, no todas sirven para eso. Las grasas están formadas por los triglicéridos, los que a su vez están formados por ácidos grasos. El efecto que tenga un alimento sobre nosotros tiene que ver, justamente, con el tipo de ácido graso: saturado, insaturado o trans.
Al elegir el menú, la recomendación es preferir grasas insaturadas por sobre las saturadas. De esto hablamos cuando hablamos de que hay grasas buenas y grasas malas: las insaturadas disminuyen el colesterol malo de nuestro cuerpo, mientras que las saturadas hacen justo lo contrario.
Así es como funciona: el colesterol “bueno” recoge el exceso de colesterol de la sangre y de las paredes de las arterias y lo lleva al hígado, para ser eliminado. El colesterol malo es el que se junta en las paredes de las arterias y las tapa, dificultando la circulación de la sangre al corazón y aumentando el riesgo de tener enfermedades cardiovasculares.
La práctica
Estudios han demostrado que no sólo es importante comer alimentos bajos en colesterol, sino que también es importante equilibrarlo con alimentos que nos ayuden a disminuirlo. Además, necesitamos consumir fibra, que ayuda a absorberlo y luego eliminarlo.
Lo importante de todo esto, como todo en la vida, es el equilibrio: mantener una dieta equilibrada con actividad física, es decir combinar el contenido calórico y el gasto calórico.
Suma a tu dieta
Frutos secos, aceite de oliva, frutas y verduras, avena, legumbres, pescados azules como sardinas, anchoas, atún, y salmón (el Omega 3 disminuye la presión arterial), semillas.
Saca de tu dieta
Galletas, snacks industriales o frituras con aceites vegetales hidrogenados, comida rápida, mantequilla, embutidos, carnes rojas y bebidas.