21 septiembre 2015

Bach, lo mejor de las terapias florales

Si hubiese escrito esto hace diez años, nadie habría sabido de qué estaba hablando. Pero hoy estoy segura de que todos los que lean han escuchado hablar, o incluso han usado, terapia floral.

Sabemos que la medicina occidental aún pone a los síntomas por sobre sus causas, enfocando los tratamientos a eliminar esos síntomas sin observar sus causas ni cómo sanarlas. Pero Edward Bach, visionario a principios del siglo XX, empezó a pensar en la persona como un todo; una convicción muy adelantada en la medicina occidental que recién hace algunos años dejó de ver a estos tratamientos como alternativos, para considerarlos complementarios.

De dónde vienen

Foto: seedtoblossom.com

Foto: seedtoblossom.com

Edward Bach nació en 1886 y fue médico, además de bacteriólogo y homeópata. Convencido de que el estado mental y emocional de las personas influía en la salud, su acercamiento a las flores se concretó con unos escritos sobre homeopatía donde aprendió sobre los tratamientos naturales en los que estaba interesado.

Estudió las características comunes de los pacientes, agrupándolos en siete perfiles sicológicos, basados en el estado de ánimo de aquellas personas. Después de muchos años de prueba y error usando diferentes plantas, logró encontrar los remedios que buscaba para cada estado anímico o mental. Y no sólo eso, también pudo ver cómo al tratar los conflictos internos de sus pacientes, los síntomas físicos también se aliviaban.

Esta relación es el principio de armonía de Bach, que asegura que mientras nuestra alma y nuestra personalidad estén en armonía, tendremos salud, pero si ese equilibrio se pierde, entrarán en conflicto causando enfermedades e infelicidad. Así es como explica el efecto de las flores: “a través de su alta vibración, determinadas flores, arbustos y árboles silvestres de un orden superior tienen el poder de aumentar nuestras vibraciones humanas y dejar expeditos nuestros canales a los mensajes de nuestro Yo Espiritual”.

Todos tienen su rol

Un tratamiento floral empieza con una conversación introspectiva entre el terapeuta y el paciente. La historia del paciente y los conflictos internos que podrían estar causando la falta de armonía van aflorando en esta conversación, que es clave. El terapeuta podrá diagnosticarlo y darle alivio a los malestares, pero también es necesario que el paciente aprenda a conocerse a sí mismo. Este proceso de aprendizaje, de crecimiento, le permite al paciente observar cómo está actuando, qué actitudes podría mejorar y cuáles debería erradicar.

El papel de las flores no es inhibir lo malo, sino que potenciar la virtud opuesta, de manera que la persona pueda identificarse con esta nueva sensación y hacerla parte de su vida. Las herramientas están en la naturaleza y tenemos que tomarlas, pero es fundamental querer ser parte activa de este proceso de cambio.

Mente sana en cuerpo sano

Las enfermedades físicas tienen un origen emocional (al menos yo estoy convencida de eso). La sinusitis, por ejemplo, está relacionada en términos emocionales con problemas que no puedes resolver, con la intolerancia. En estos casos, lo que hacen las flores es tratar desde la curación, es decir tratar el síntoma mismo, como un dolor de cabeza o el resfrío.

Tratar desde la sanación implica un proceso más profundo, y por lo mismo más doloroso. Pero como todo lo que nos cuesta también nos enseña, es también una oportunidad para mejorar, para poder evolucionar. Bach estaba convencido de que como seres humanos tenemos la capacidad de obtener conocimiento y experiencia, para aprender a desarrollar las virtudes y así ser mejores cada día. Y está en nuestras manos hacer de eso una realidad.

Foto principal: www.millcreekmassagetherapy.com

Catalina Avendaño

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