Aromaterapia y Flores de Bach: plantas que sanan

Se decía que eran alternativas, pero con el tiempo han tomado protagonismo y hoy se les conoce como terapias complementarias. Lo que quiere decir eso es que se ha probado que enriquecen y apoyan a la medicina tradicional, porque en ningún caso buscan reemplazarla.

Soy fan de estos tratamientos, me parecen misteriosos y mágicos y me he visto súper beneficiada por algunos de ellos. Existen muchos y con algunos me siento más identificada que con otros. Dos de ellos son las Flores de Bach y el Aromaterapia.

El poder de los aromas

El queque recién salido del horno, la leña quemándose en la chimenea, la albahaca fresca, el olor de las guaguas recién nacidas, el café en las mañanas (las cafeterías son una maravilla a esa hora del día); de forma muy personal, todos disfrutamos de un rico olor.
El olfato está totalmente relacionado con las emociones y no podemos evitar asociarlas. Nos afecta demasiado. Lo que hace la aromaterapia es tomar estas sensaciones universales para usarlas en beneficio de nuestra salud a través de las propiedades de los aceites esenciales naturales extraídos de plantas, árboles, hierbas y flores.

El uso de estos aceites varía y puede usarse, por ejemplo, en una sesión de masajes o con difusores para nuestra casa, produciendo en nosotros un estado de relajación y un profundo bienestar físico, mental, sicológico y emocional. Ya sea calmante o estimulante, las especies usadas para la aromaterapia provocan cambios en nuestra actitud, armonizando y equilibrándonos.

Al complementar los aromas con los masajes dejamos al cuerpo y a los sentidos recibir información nueva y fresca, conectándonos con sensaciones positivas. En el plano físico, los masajes actúan en las terminaciones nerviosas del cuerpo, aliviando la tensión, eliminando toxinas y estimulando el flujo de las energías.

Soy una persona muy racional y por eso mismo disfruto mucho de esta práctica. Creo que cuando acostumbramos a medir todo con la mente y la lógica, potenciar las percepciones y simplemente sentir puede llegar a ser tremendamente liberador.

Ojo con comprar en cualquier lado, porque muchas veces son productos sintéticos. Yo voy a Osmanthus, ahí tienen aceites y difusores para aromaterapiarse, además de otros objetos para nuestra casa como fuentes de agua, plantas, cristales y lámparas de sal.

La botánica hecha medicina

Las Flores de Bach también nacen en la naturaleza. Podemos relacionarlas con la homeopatía, que es desde donde el médico galés Edward Bach se inspiró para ver en las flores la oportunidad de sanar las diferentes afecciones de las personas. Luego de probar diferentes formas, experimentó dejando al sol frascos con brotes y agua mineral. Entonces reunió 34 flores silvestres, tres flores de cultivo y agua de manantial que combinaba según cada paciente. Bach entendió, de manera muy adelantada para la medicina occidental (principios del siglo XX), que debía recetar estas mezclas no según los síntomas físicos sino que según la personalidad de cada persona.

Es por eso que la terapia floral incluye una consulta previa con el terapeuta, para conversar los temas sensibles de cada paciente, entendiendo qué emociones busca potenciar y cuáles quiere disminuir. Algunos ejemplos son:

Holly – Odio, envidia y celos.
Mustard – Profunda tristeza sin razón
Chicory – Amor egoísta y posesivo.

Busca lo más vital

Ya lo decía Balú en el Libro de la Selva: “Si buscas lo más esencial, sin nada más ambicionar, mamá naturaleza te lo da”. Y es que cada vez somos más los que nos acercamos a una alimentación saludable, a desconectarnos de la locura de las grandes ciudades, a conectarnos con la naturaleza.

Los occidentales también estamos empezando a darnos cuenta que las emociones negativas afectan nuestra salud física. Y para sentirnos mejor, las terapias complementarias nos acercan a lo más vital para encontrar lo que todos estamos buscando: una mejor calidad de vida.