31 diciembre 2014

Amelie y su adelantada visión de los Millenials

Por Alexander Bracho

Le fabuleux destin d’Amélie Poulain es una cinta culpable de muchas cosas. Culpable de nuestro amor por Audrey Tautou, del ascenso de la carrera de Jean-Pierre Jeunet, de un particular boom del cine francés y de la proliferación de un tipo de fémina bastante particular.

amelia

Esas chicas sensibles y onderas, las Amelie, que buscan en la vida algo mucho más profundo que una estabilidad laboral o preocuparse por cosas superfluas como las fiestas y la moda. Esas chicas de las que uno suele verse siempre irremediablemente atraído.

Como hace algún tiempo las denominó el famoso crítico de cine Nathan Rabin en The Onion, estas chicas son las Manic Pixie Dream Girl, la –ahora- popular «criatura cinematográfica burbujeante y superficial que sólo existe en la febril imaginación de escritores-directores sensibles para enseñar a los jóvenes graves y pensativos a abrazar la vida y sus infinitos misterios y aventuras”.

Su presencia en estos días es bastante alta en toda clase de elementos de la cultura popular. La moda se ha impregnado de ellas; las series, por supuesto, el cine e incluso la música. Desde personajes en animes, hasta la ciudadana común y corriente, su estilo de vida no convencional ha calado hondo.

Y aunque las MPDG son un fenómeno relativamente reciente, han pegado con todo en el escenario mainstream debido  a que representan una parte importante de lo que aspiran a ser las chicas hoy y un tipo irresistible de mujer que amar para nosotros.

Sólo la punta del iceberg 


Entendamos el fenómeno Amélie como el puntapié inicial de una nueva forma de contemplar el mundo por varios sectores. La denominada generación Y, también conocida como los Millenials, son todos aquellos chicos nacidos en un ambiente ya digitalizado, desde principios de los 80, hasta principio de los 2000. Personas que han crecido viendo los errores de generaciones anteriores y revolucionando la forma en cómo trabajan, estudian y viven, al no seguir los patrones conservadores de sus padres

Al  día de hoy, ¿quién no cuestiona los viejos modelos en los que confiaban nuestros padres?

Los Baby Boomers, aquellos nacidos en la época de la postguerra, representan la estabilidad clásica que se encontró en los modelos corporativos y que resultaban atractivos en la población de ese entonces. Empresas donde se podía hacer carrera y en donde el mercado laboral no resultaba tan salvaje, lugares donde la meritocracia podía de forma lenta, llevarte a un modelo de vida seguro.

La generación X (o la generación perdida) destaca por una ambición y capacidad competitiva desmedida que los lleva a la opulencia y el desenfreno asociado a su estilo de vida. Vives rápido, para llegar a la cima rápido, una vez en ella, te mantienes o mueres. La glorificación del Workaholic.  La generación del no estoy ni ahí. Apáticos encerrados en su individualismo.

Claros referentes de aquello son (toda) la obra de Bret Easton Ellis, la imagen de yuppie proyectada por DiCaprio en The Wolf of Wall Street o productos como Miami Vice o Mad Men. Elementos que obedece a lo que la sociedad aspiraba en aquel tiempo. A pesar de convivir con la generación Y además de poseer el mismo bagaje, sus aspiraciones son completamente distintas.

En este juego de generaciones, hoy lo importante ya no es el éxito económico. Los hijos han visto que sus abuelos y sus padres, vieron sus vidas encuadradas por un anhelo de éxito basado en el trabajo, aunque este, no necesariamente te haga feliz. Puedes ganar millones y ser un desdichado, puedes tener un trabajo estable, pero una familia destruida.

Entonces, si no queremos repetir los mismos errores ¿Qué debemos hacer?

La búsqueda de la felicidad

Bueno. Amélie nos dio la respuesta. Ser felices. Amélie es un cuento Naif sobre perseguir tus anhelos y sueños, en un Paris romántico, no importa si eres mesera o tu amor trabaja en un sexshop, eso no es importante, los trabajos pasan, lo que en verdad queremos, es hacer lo que hagamos, pero por amor.

La versión masculina de este retrato podría verse en Fight Club, curiosamente, de la misma época. Tyler Durden dice:

– ¿Sabes qué es un edredón nórdico?

– Un edredón.

– Simplemente una sábana. ¿Por qué los tipos como nosotros sabemos lo que es? ¿Es esencial para nuestra supervivencia en el sentido más estricto? No, ¿qué somos entonces?

– No lo sé. Consumidores.

– Exacto. Consumidores. Somos derivados de una obsesión por el estilo de vida.

Pero consumidores sin más. La generación Y no consume, adapta su vida a las tendencias y las transforma en elementos útiles.

De la mano de la tecnología, tenemos miles de herramientas para alcanzar nuestros anhelos, ni siquiera es necesario terminar una carrera convencional para crear. Los millenial o la generación Y no están atados a los dogmas clásicos del crecer-estudiar-trabajar. Ahora puedes hacer todo eso y más, en el orden que quieras.

Cintas como Amélie lograron leer este escenario antes de que el marketing frenéticamente los tratase de embaucar, supo que las nuevas generaciones no necesitan  lo mismo que sus padres para ser felices, quieren ser felices haciendo lo que aman, aunque eso signifique no ganar dinero o no estudiar una carrera tradicional. La generación Y quiere lo mismo que Amélie, ser simplemente feliz y curiosamente bajo este modelo, han surgido los líderes de tendencias actuales.

Sin la generación Y, modelos de negocios como, Über, Facebook, Instagram  o Netflix, no podrían haber existido porque nadie jamás se habría aventurado con una idea tan estúpida como ver películas por internet, o compartir tus fotos, o tu auto. Son visionarios.

Todos aquellos que se sintieron aprisionados por las estructuras rígidas del mercado, hoy son los CEO de empresas que dan conferencias en jeans.  No les importa el éxito, porque para ellos, el éxito es su felicidad.

Cosa curiosa: Amélie se puede ver en Netflix hoy, impensable hace un par de años, todo gracias a la generación Y.

Equipo LG Mobile

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