Salar de Uyuni

A dos años de haber partido a ese año sabático y a uno de haber vuelto, decidí emprender rumbo otra vez, ahora a conocer parte de nuestro hermoso continente América, comenzando por Bolivia.

La primera parada seria Uyuni en un bus proveniente de Calama, apenas pise tierra rápidamente seleccioné el tour a realizar, 3 días, todo incluído por 700 Bs o aproximadamente 65.000 pesos chilenos (el cambio para cuando viaje era de 1 peso chileno a 0,92 bolivianos).

El frío que sentía por alguna razón era del terror, claro, me estaba resfriando entonces se sentía peor, felizmente el hotel donde alojé esa primera noche tenia duchas con agua caliente y el hall principal contaba con estufa, así es que hice uso de esa comodidad y me duché, acomodé mi espacio, descansé un rato para luego salir a cambiar dinero, almorzar, pagar el tour y recorrer aquel pequeño pueblo de escasas comodidades.

Por mucho que me abrigue, comí y duché, los pies helados no me dejaban pegar pestaña alguna. Largas horas se sintieron hasta que al día siguiente figuraba despierta a las 7 de la mañana.

Primer día

Partimos cerca de las 11 hrs. cuando ya el grupo se había presentado y en hora buena bajo un sol resplandeciente, lo que me permitió calentar por fin el cuerpo, además de que salí muy abrigada. Nuestro grupo estaba compuesto por Evi y María; madre e hija alemana, un periodista brasileño Eliude Piccirillo del diario «Infotur das Estâncias de Rio de Janeiro», Natasha; una rusa loquilla que lleva varios años viajando, Sebastián, un chico chileno amigo de la rusa y yo.

Nos dirigimos en primera instancia al cementerio de trenes, donde obviamente se encontraban una serie de trenes oxidados utilizados en los años 1800 para trasladar el mineral de la plata. Fue la primera linea férrea de Bolivia y se fue desvaneciendo cuando ya los potenciales compradores encontraron mejor oferta.

Luego comenzaríamos nuestro recorrido al salar propiamente tal, donde se encontraban unos montoncitos de sal los que corresponden al método tradicional de extracción formando estas pequeñas pilas, para que se evapore el agua y así facilitar el traslado. En seguida llegamos al monumento Dakar 2015 y después al monumento de las banderas donde la nuestra estaba en todo su esplendor.

El salar de Uyuni es el más grande del mundo con 200 mil km de desierto blanco, tras un recorrido de una hora seguimos avanzando hasta llegar a el con todo su magnificencia y lo digo así porque a kilómetros no divisas nada más que sal solidificada y montañas a mucha distancia. Por donde mires no podrás reconocer más nada, así es que si pretendes llegar en vehículo sugiero tener una brújula y GPS a mano por si acaso, además de comida, agua, y harto abrigo en caso de perderse. Por supuesto que también bencina, ya que evidentemente no hay donde conseguir en todo el salar ni en sus alrededores.

Lo más óptimo a mi juicio es tomar un tour, además que el valor por todo incluido es bastante accesible, ahora bien, esto no es un tour de lujo, ya que simplemente no existen, sino más bien es de aventura. Por lo pronto las comidas son bastante simples pero contundentes, los alojamientos son básicos, sin calefacción y algunos sin duchas e incluso con poca agua como fue el segundo que nos tocó, ya que se encontraban las cañerías congeladas.

En nuestra segunda parada donde aprovechamos de almorzar, realizamos las típicas tomas fotográficas conocidas por los reflejos que se producen dependiendo de la luz y donde se hacen estos juegos artísticos entre elementos y personas, nada fácil de realizar, harto rato estuvimos hasta lograr una foto relativamente decente.

La última parada del primer día seria a isla Incahuasi; donde se paga 30 Bs para ingresar. Ésta,  como su nombre lo indica,  es una isla en medio del salar que esta colmada de cactus y donde su maravillosa vista desde la cima permite ver el salar desde otra perspectiva e igualmente maravilloso.

Terminado este recorrido nos fuimos al primer alojamiento donde nos esperaban tecitos varios y café con galletitas, además de una ducha calientita por 10 bs.

Segundo día

Comienza el segundo día a las 7 de la mañana con un rico desayuno el cual ayudo en algo para entrar en calor en ese frío día donde la temperatura debió bordar los -10 grados. Nos dirigiríamos a Laguna Colorada cuya entrada en este caso seria de 150 bs.

Tocaba llegar a Laguna Colorada, y solo puedo decir que me quede de una pieza con aquella vista espectacular, simplemente me quedo sin palabras una vez más ante tanta belleza natural.

Terminaba el día en un hotel con escasa agua, con habitación compartida entre los 6 y ahora si gracias a Natasha, la rusa, que me pasó muchas cosas para abrigarme, no pase frío, y hasta me dio calor, claro si  casi me acosté vestida, y figuraba con 8 capas de ropa de cama, además de estar dentro del saco.

Tercer día

Tocaba despertar a las 5 para dirigirnos a los Geiser, termas, pasar por un sector llamado Salvador Dalí y finalmente a Laguna Verde, que nunca se vio verde,  porque estaba congelada, pero desde donde se veía el volcán Licancabur, todos lugares de una belleza natural sin igual.

Ya camino de vuelta a Uyuni, viajaríamos cerca de 5 horas, pinchamos y rápidamente Ronald, el guía, cambió la rueda y yo, pájaro de mal agüero, se me ocurre decir «pincharemos otra vez» y ley de Murphy, pinchamos otra vez, obvio. Nos reímos un montón,  mientras el guía trataba de agarrar señal con el celular para que alguien nos auxiliara, encima nos devolvimos por un camino distinto al del resto por tanto ningún otro grupo venia detrás.

Estábamos a 40 km de Uyuni mas o menos, pero caminar nos tomaría demasiado tiempo y en vista de que el guía se fue corriendo para no sé donde, paramos a un par de vehículos que nos llevaron hasta el pueblo, donde llegaríamos a pedir ayuda para el guía, una graciosa anécdota más en el camino.

Llegamos a Uyuni cuando ya eran las 17.00 pm justo a tiempo para partir esta vez a Potosí.