28 octubre 2014

Noruega, si no fuera por el “casi”, sería perfecto

Textos y fotografías por Jeannette Zarate.

La consulta más reiterada desde que regresé a casa es acerca del país que más me gustó a lo largo del año recorrido y si bien considero que todos tienen sus encantos y maravillas, se me viene a la mente de inmediato Noruega. Sí, porque simplemente resultó fuera de serie, una maravilla natural que mis ojos no daban crédito a tanta belleza.

Oslo, la capital, es la ciudad más poblada con tan solo 600 mil habitantes y aún cuando un cercano -para mi sorpresa- dijo que jamás recomendaría a nadie a que viniera a esta ciudad por fome y sin gracia, no puedo más que mencionar mi desacuerdo. Puede ser que el invierno les quite las energías, quizás sea extremadamente largo, pero en mis 4 días ahí lo encontré precioso; claro que entiendo que en mi calidad de turista la percepción es distinta.

Permanecí en aquel país los primeros 15 días de septiembre, tratando de recorrer, dentro de lo posible, lo que más pudiera para visitar las partes que me interesaban. La temporada estival se alejaba a pasos agigantados y por ende muchos lugares se encontraban cerrados o a punto de cerrar por temporada de otoño/invierno.

Después de revisar las opciones a seguir y teniendo más o menos claro lo que quería hacer, continué camino a Trondheim, ya en el tren pude dar fe de por qué es considerado unos de los países con los paisajes más bellos del mundo, 7 horas de camino me esperaban y tan pronto salimos de la ciudad, recuerdo por qué elegí venir aquí, más insólito es que al parecer sólo a mí me importa la belleza de este lugar o quizás la costumbre de ver el paisaje, hace que el resto sea indiferente ante tanta belleza.

Creo que ni aunque pasara mil veces dejaría de mirar, porque después de cada curva, cada túnel, hay algo nuevo que descubrir, una cascada, un río, lagos por mil, el sol que se asoma y en la próxima curva se escondía, los hermosos colores verdes, los amarillos y anaranjados de los árboles que aparecieron más al norte y que indicaba que se asomaba con descaro el otoño, el vuelo de los pájaros que ya comenzaban a emigrar a lugares más cálidos, todo simplemente hermoso.

Más adelante, con el propósito de ahorrar, revisé como hacían el famoso “Norway in a Nutshell” que es un tour alrededor de los fiordos, averigüé las compañías asociadas, los precios y si bien no me ahorraba tanto, al menos pude hacerlo a mi modo y ritmo.

Norway in a Nutshell al estilo Jeannette

 Trondheim. Foto: Jeannette Zárate

Trondheim. Foto: Jeannette Zárate

Desde Trondheim, llegué a Myrdal prácticamente de noche, ya que las nubes oscurecieron el sector antes de lo previsto. Este es un pueblo que se encuentra rodeado de montañas y cuyo único hotel, el «Vatnahalsen Hoyfjellshotell» resultó ser el más caro de todo el viaje, pero debido a que no había más opción, tuve que desembolsar.

A la mañana siguiente desperté cerca de las 5 cuando el sol recién se asomaba y ya con visibilidad pude observar la maravilla de los alrededores, circundada de montañas y donde la primera casa se divisa a kilómetros de distancia, decidí ir por mi desayuno y comenzar la caminata de 5 horas. Volví justo a tiempo para tomar el antiguo tren de “Myrdal”, el cual es un clásico de la zona por la antigüedad que tiene y por su recorrido de hermosos paisajes. Esta vez iba camino a “Flåm”.

Flåm. Foto: Jeannette Zárate.

Flåm. Foto: Jeannette Zárate.

Ya en el tren, no daba más de tanta belleza, los paisajes preciosos y en todos los lugares por donde pasaba era de ensueño, además contaron su historia y en español.

A la llegada a Flåm estaba en éxtasis total, había llegado al pueblo que limita con uno de los fiordos más bellos de Noruega, el “Aurlansfjord”, lo que fue simplemente alucinante, el pueblo está rodeado de montañas y praderas, todo verde y en perfecto estado, donde las casitas de madera de variados colores adornan el paisaje en conjunto con las ovejitas.

Finalmente, logré reservar un lugar a precio de hostal, entonces decidí descansar y quedarme algunos días más de lo planeado. En general los turistas pasan por Flåm por una noche para continuar a Bergen u Oslo, según sea el itinerario, pero la verdad es que bien vale la pena quedarse algunos días más y disfrutar de este lugar, más aún si se está con tiempo.

No puedo más que decir que me sentía como Heidi en los Alpes y la verdad que solo puedo comparar esta belleza justamente con los paisajes suizos, pero la diferencia es que aquí no huele a abono.

Hacia la ruta final

Tocó partir una vez más, pero esta vez con destino a Bergen, la segunda ciudad más poblada de Noruega y considerada unas de las más bonitas y lluviosas, además de haber sido alguna vez capital. Si bien es una ciudad bella, no logré disfrutarla debidamente, porque el tiempo era corto y porque llovieron los dos días seguidos y solo se detuvo en la noche cuando nada había que hacer.

Camino al destino final, el pronóstico del tiempo era malo, así es tuve que hacerme el ánimo de caminar bajo la lluvia, solo esperaba que algo se pueda ver, al menos me equipé con botas «water proof», cosa que no se me ocurrió nada mejor que comprarlas en Noruega, uno de los países más caros del mundo, al menos ahora sí que me devolverían los “taxes” en el aeropuerto.

No había podido tomar bus en este país antes y debo decir que son a todo trapo, asientos de cuero reclinables, con wifi, cortinas, solo tres asientos por fila, osea más cómoda no podía ir y además, una vez más pude ir mirando unos paisajes preciosos.

Me llamó la atención la conectividad que hay entre todas las islas, si es que no hay puentes, están los ferris, sino los túneles. Sin ir más lejos, En el camino de 4 horas y media, pasamos por 6 puentes mas otros tantos túneles y dos ferris, ahora entiendo cómo han podido mantener descentralizado el país, porque todos se sienten parte y nadie está realmente aislado. La verdad si me hubiesen contado, no habría creído, es bien impresionante.

Las rotondas por su lado son otra cosa llamativa, casi no hay semáforos en las esquinas, me recuerda a Sudáfrica donde hay en todas las calles rotondas pequeñitas, igual acá, hasta dentro de un túnel había una rotonda enorme, nunca antes visto por mis ojos, quede en estado de asombro total.

Últimos días

Stavanger, era mi último destino de Noruega, donde caminé mucho rato para encontrar el “hostel”  y donde a mi llegada me encontré con un hospital, decidí ingresar para ojalá conectarme y buscar nuevamente la dirección del hospedaje. Para mi sorpresa el hospital resultó ser un 3 en 1 o un 3H, Hospital, Hotel y Hostel a la vez, con pieza compartida solo entre dos y con desayuno buffet incluido, definitivamente un lujo.

La última excursión al «The pulpit rock» la realicé con mi compañera de habitación, pero para nuestra mala suerte en esta oportunidad, por temporada habían cerrado la subida a la cumbre el día anterior, pero al menos pudimos navegar por última vez por los hermosos fiordos que se encuentran bajo estas montañas.

Impresión final

Debo contarles que Suiza, Dinamarca, Australia, Inglaterra, entre otros hasta el momento son una alpargata en términos de precios comparado con este país. La razón que me han dado algunos es que los ingresos son considerablemente altos y no existe el sueldo mínimo, sino acuerdos colectivos, sin embargo, y a pesar de esto, debo confesar que fui feliz desembolsando dinero, aunque a ratos debo reconocer también que fue un poco “too much”, ya que es definitivamente el  país más caro en el que he estado en mi vida.

Noruega,  si no fuera por el “casi”, sería perfecto, pero así y todo es un país al que regresaría sin lugar a dudas, ojalá eso si me gane algún juego de azar antes de partir. ¡Simplemente bello!

Jeannette Zarate

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