20 septiembre 2018

No se va, no se va, la caña no se va

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Tiquitiquití. Ni les voy a preguntar cómo pasaron el 18, porque espero que hayan disfrutado de cuanto asado se les cruzó en el camino y de cuanta patita de resbalosa tocara el conjunto folcklórico de turno. Lo malo del festejo es que a la mayoría se le pasa la mano con el entusiasmo y terminan luchando con una acidez del terror y una caña que puede durar días. Hoy que lees esta columna, quizá te tocó volver a trabajar y hubieses preferido hundir tu cabeza en un balde con hielo. Te entendemos. O quizá pediste la semana libre, te lo has carreteado todo y aún te sientes con la confianza del técnico, pero tranquilein. Mejor no tentar al destino. Los feriados legales ya terminaron, pero como me tinca que, días libres o no, la celebración de muchos durará hasta el domingo, invoquemos a Juan Segura. Hay algunas explicaciones, consejos y medidas que ayudan a prevenir o minimizar las conocidas molestias de la caña dieciochera, y como soy buena onda (y prácticamente abstemia, así que nunca pasaré por esto y podré burlarme siempre de todos ustedes, ja), las comparto aquí. Ojo, pestaña, ceja.

Primero, aclaremos conceptos y desmitifiquemos otros. La resaca, más conocida como caña en este fin del mundo, sucede después de haber ingerido más bebidas alcohólicas de las que tu mamá recomienda y de las que tu hígado puede soportar. Tiene síntomas variados pero los clásicos son dolor de cabeza, náuseas, mareo, cansancio y un largo etcétera. Como lo que no te mata te hace más porfiado, esta sintomatología nunca ha sido suficiente para disuadir a los prendidos o derechamente caídos al litro, así que, aunque haya amenaza de caña, la gente toma igual. Para qué nos mentimos. Es por eso que desde tiempos inmemoriales esa misma gente se ha puesto creativa con los remedios caseros y todo tipo de sahumerios que les permitan continuar la fiesta con dignidad (o no tanto). Dulces picantes, ojos de oveja encurtidos, el conocido “Prairie Oyster” de los gringos… hay muchos y cada país ostenta el suyo, pero dejando a un lado las tradiciones insólitas –que, convengamos, tienen mucho de mito y poco de ciencia-, hay algunas que son internacionalmente aceptadas y la más popular es el café. Lástima que sea un vil placebo. ¿No lo sabías? ¡Lo siento! Suelta el tazón que estás tomando. El café no sirve en lo absoluto para mejorar la caña y ya fue empíricamente demostrado. Hasta los famosos “Cazadores de Mitos” entraron en ese juego y llegaron a la misma conclusión. Una dosis alta de cafeína puede hacerte creer que estás más sobrio, pero es una ilusión, pues en la realidad el café sólo agrava tu estado. Incluso puede llegar a ser peligroso, ya que un estudio descubrió que la combinación alcohol-cafeína (si sucumbiste a la seductora oferta de vodka y energética, por ejemplo) te expone al doble de posibilidades de sufrir un accidente de tránsito si vas al volante. No es chiste.

Ya, entonces, ¿qué sí sirve?

La Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU (NLM) hace unos años hizo una lista bien acotada de ‘ayudas’, y se resumen en: bebidas con electrolitos (típicas de los deportistas), sopas y caldos naturales, tés de hierbas y vegetales/frutas (cuando seas capaz de engullir algo). Si se fijan, el componente “agua” es lo transversal aquí, y lógico: todos los síntomas de la caña tienen que ver con la severa deshidratación a la que tu cuerpo ha sido sometido. Pobrecito. La idea de esta lista no es sólo recuperar agua sino todos los nutrientes que terminaron en la cañería, como sodio, potasio y vitaminas. Además de esto, la institución norteamericana recomienda descansar bastante, pues aunque creas que la caña ya pasó, entre los efectos secundarios está la baja considerable en la capacidad de rendir adecuadamente, intelectual y físicamente. Seguro ya lo han experimentado. Y la biblioteca alza una última bandera roja: ni se les ocurra ingerir medicamentos tipo paracetamol –cualquiera que contenga acetominofeno–, ya que al mezclarlos con alcohol puede causar aún más daño al hígado.

Ok, eso es cuando ya se les pasó la mano y hay que entrar a reparar. ¿Pero prevenir? La NLM también tiene consejos para eso y son dos: bebe siempre con el estómago lleno, para que el alcohol demore en absorberse; y toma uno o dos vasos de agua entre cada ingesta alcohólica para disminuir la deshidratación. En realidad pone un tercer consejo, y es no tomes nada. Sé qué me van a decir, pero no maten al mensajero, que yo sólo cumplo con avisarles. Ya se sabe que el alcohol es tóxico y dañino sin importar la cantidad de consumo y la calidad de la bebida. Pero bueno, como dije al principio, la amenaza de caña nunca ha sido un disuasivo y la gente toma igual. Por eso, al menos, cuídense. Aún no existe una pastilla que cure la resaca milagrosamente –aunque está en desarrollo–, todavía dependen sólo de ustedes mismos, de su madurez y voluntad. De más está decir el si tomas, pasa las llaves, pero ahí está, igual, por si las moscas. Pásenlo chancho, que el zapateo de cueca sólo retumbe en la pista de baile y no en sus cabezas, y que una caña maldita sea lo único de lo que arrepentirse en estas fiestas.

Fran Solar

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