Grandes mujeres de la historia: Audrey Hepburn
Muchas musas de Hollywood que brillan hoy por hoy, le deben su inspiración a la estrella de cine Audrey Hepburn.
Nacida en el seno de una familia aristócrata europea, dio sus primeros pasos en Bélgica, lugar donde alcanzó a tener una infancia normal, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Fue tras el divorcio de sus padres y la guerra que su vida se convirtió en una triste historia de desolación, hambruna y necesidad.
A pesar de que permaneció en Holanda junto a su madre y hermanastros, de igual forma el avance nazi hizo estragos en su familia. Audrey sufrió de desnutrición y problemas de salud, derivados de una mala alimentación, debido a las restricciones alimentarias que impuso el ejército alemán.
Asimismo, a causa de los problemas de salud vio truncada su incipiente carrera como bailarina, alcanzó a estudiar en las mejores escuelas y junto a los más prestigiosos profesores de ballet de Europa.
Como no pudo continuar con el sueño de ser bailarina, Audrey, impulsada por un fuerte espíritu creativo y artístico, decidió ser actriz. Fue gracias al papel de Anna, en Vacaciones en Roma, que alcanzó el estrellato mundial, ganando el Oscar a Mejor Actriz y convertiéndose en una de las actrices más cotizadas de aquel momento.
Estrella mágica
Más allá del talento innegable de Audrey como actriz, visible en interpretaciones en las que plasmó todo su histrionismo y dulzura, como My Fair Lady, Sabrina y la inolvidable Desayuno en Tiffany`s, Audrey Hepburn representa todo el estilo, elegancia e identidad que una actriz puede entregar hasta convertirse en ícono.
Y es que Audrey, musa y amiga de Givenchy, supo trasladar su increíble estilo e intuición en moda a la pantalla grande, complementarlo y llegar a ser toda una leyenda.
Audrey fue apasionada. Además de dos matrimonios, con un hijo cada uno, tuvo amoríos con el galán clásico Humphrey Bogart, Fred Astaire y Peter O`Toole.
Estrella solidaria
Hasta su muerte en 1993, a causa de cáncer al colon, Audrey fue embajadora de la Unicef. Quizás, en parte a lo mucho que sufrió durante su infancia, quiso ayudar a los niños del mundo de la mejor manera que pudo.
De hecho, Sean, uno de sus hijos, continúa con la obra de su madre, la fundación Audrey Helpburn Childhood.
Más allá de las perlas, los lentes de sol y toda esa elegancia, Audrey supo dejar una huella de humanidad impresionante en el mundo.