31 mayo 2016

Lo que todo viajero debe saber: los famosos imprevistos

A la hora de viajar, si hay algo que después resulta anecdótico y gracioso son los mal ponderados imprevistos. Sin duda que hay algunos peores que otros y muchas veces tienen una cuota de “despistado” asociado a ellos, no así los accidentes, que obviamente son accidentes y mucho no se puede hacer contra estos.

De aseos y lavados

Una de las cosas que resultan más peculiar a la hora de viajar es el “lavado de ropa”, y en este caso puedo contar muchas historias, sobre todo cuando tienes cero acceso a una lavadora y/o a lavar a mano por días y hasta semanas. En este caso no queda más que seguir sacudiéndola y simulando superficialmente que está limpia, aun cuando jamás te la colocarías en casa en esas condiciones.

Es así como puedo contar dos situaciones particulares. No soy de aquellas viajeras que suele ir a hoteles, como bien ya saben, pero viajando en alguna oportunidad con una amiga por Colombia, se nos ocurrió la brillante idea de quedarnos en uno, no tan lujoso por supuesto, pero hotel al fin y al cabo. En este, como hace muchos días no sucedía, tuvimos la oportunidad de lavar y no se nos ocurrió nada mejor que mandar más todo lo que traíamos con nosotras, sin preguntar antes el precio, creyendo que podría ser como cualquier lavandería. ¡Error! El valor era por prenda y ascendió a una cifra que honestamente me da pudor mencionar. Ya se pueden imaginar, ¡simplemente del terror para una simple mochilera!

lavado

Así mismo en otra oportunidad en Bolivia, no tuve acceso a lavar por al menos dos semanas, tampoco me tome la molestia de buscar lavanderías, pero uno tiende a andar atenta a verlas y la verdad jamás vi una, asumo que no existían, tampoco lavadoras en los hospedajes, ni nada parecido. Tras estos 15 días de estar viajando, con la ropa realmente sucia, ya que en general hay mucho polvo, recién tuve acceso a lavar a mano cuando llegue a Roboré, cerca de la frontera con Brasil y Paraguay. Ahí la ropa estuvo tendida por varios días para secarse, entre la humedad y lo poco soleado del patio, fueron varios los días de espera, pero lo importante es que lo logré. Por supuesto no volví a lavar en 15 días más cuando ya estaba de vuelta en casa.

Para qué hablar del aseo personal. Si bien siempre o casi siempre contarás con agua, al menos lo mínimo, no falta el tour donde simplemente bañarse puede significar morir de hipotermia, tal fue el caso cuando hice ni más ni menos que el “Camino del Inca”. Si bien me atreví de igual modo a someterme a tal tortura, todos nos miraban a mí y la amiga que me acompaño en aquella oportunidad con cara de “están locas o qué” cuando decidimos ir en búsqueda de las duchas. Debo reconocer que más valiente fue mi amiga que se lavó hasta el pelo, porque eso si no me atreví a hacer, el frio era demasiado.

Así mismo, en el tour al salar de Uyuni, en Bolivia, tuvimos que aguantarnos un par de días. Nunca tan terrible, e incluso hasta después te da un poco de flojera hacerlo. Lo bueno de bañarse en estas condiciones es que tras un rato de congelarse, viene un calorcito interno que resulta exquisito, probablemente se trate más de quedar a una temperatura ambiente. Ahora bien cuando no puedes acceder a una ducha por días, al momento de hacerlo, pucha que la disfrutas. Resulta ser lo máximo de comodidad y en ese momento realmente agradeces infinitamente por tener la posibilidad de acceder a una de manera regular en casa, claramente una bendición.

Quedar indocumentado y sin ni uno

Ahora bien mucho más desagradable; lo cual afortunadamente no me ha sucedido, pero si he conocido muchos amigos viajeros a quienes sí, es perder toda la documentación y peor aún todas las tarjetas de crédito y dinero. Me puedo imaginar el parto que debe ser eso, tramitar en el consulado y/o con los bancos, ver la forma de poder seguir hospedándose sin un peso encima, realmente resulta lo peor que te puede pasar después de un accidente. Lo extraño es que lo he visto en parejas viajando y en este caso lo encuentro un poco despistado, ya que, que ambos queden sin nada es como bien el colmo y un tanto difícil de que suceda ¿no? Otra cosa distinta es que te asalten, situación que tampoco me ha ocurrido, simplemente porque cuando viajo sola ando ¡100% alerta!

Cruzando la frontera

Otra cosa que es súper común que suceda es que hayas realizado un mal cálculo y justo el día antes de salir del país, te quedes sin dinero ya sea para transportarte o para comprar la última comida. Que te sobre obviamente no es problema porque lo cambias en una casa de cambio y ya está, pero que te falte puede resultar un problema ya que seguramente si no puedes utilizar alguna de tus tarjetas en los locales, sacar plata de un cajero será nefasto sobre todo si las comisiones son altas, lo cual es lo habitual. Esta es una de las razones por las que siempre mantengo algunos dólares o euros a mano por si necesito realizar el cambio para los últimos días, sin duda una buena estrategia que he adquirido desde un inicio de mis viajes.

Créditos: Jeannette Zárate

Ahora si llegas a la frontera, en bus por ejemplo, y te pasaste en un par de días de lo legalmente establecido, probablemente te pasen alguna multa por este concepto y encima en moneda nacional, en ese caso, estas literalmente jodido, tendrás que recurrir a un cajero, y esto si es que hay. Por eso siempre lleva dólares contigo, no sabes cómo te sacaran de apuro en el momento de caso extremo.

Para que decir cuando tienes problemas con los cajeros, que no te permiten sacar dinero o que simplemente no exista ninguno, ni casa de cambio, ni nada. Esto me sucedió una vez en el aeropuerto de Surabaya en Indonesia, ¿pueden creer que no había cajeros, ni donde cambiar dinero? Afortunadamente y esto es lo que llamo la suerte del viajero, había cambiado los últimos Ringgit (moneda Malaya) antes de tomar el vuelo, cambiándolas por la Rupia Indonesia, lo que fue simplemente un acierto, jamás había hecho esto antes y la verdad siempre se puede o te dan la alternativa. Con ese dinero pude tomar un taxi a media noche desde el aeropuerto al centro de la ciudad, y buscar un hospedaje, para luego proceder al día  siguiente a buscar un cajero.

Para qué hablar del transporte

Otro tema son los sistemas de transporte que llegan extremadamente tarde a destino o muy adelantados. Aunque no lo creas también sucede y en ese caso, ¿qué haces si andas solo/a? Si no me siento segura y no tengo hospedaje reservado, espero sentadita en el bus o en el terminal, al menos hasta que amanezca y de ese modo comienza mi búsqueda, traslado y logística viajera. Jamás corro riesgos en este sentido, sobre todo si es que nunca he estado en ese lugar.

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Créditos: Jeannette Zárate

Asegúrate y toma las precauciones necesarias para que tu viaje sea inolvidable.

Jeannette Zarate

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