10 agosto 2016

La maravillosa carne de cordero

Una carne única con un sabor fuerte, pastoso y lleno de gusto, que puede venir directamente desde la Patagonia más profunda o del supermercado de la esquina, que nos lleva a poner la mesa de lujo y esperarlo con ganas.

El cordero es una de las carnes más sabrosas y con más alto poder nutritivo. Rey indiscutido en España e India, quienes nos miran con entusiasmo al ver la producción que tenemos por este lado del planeta.

Además es muy versátil: el romero le viene de perilla, la sal gruesa ni hablar; las papas cocidas, en puré y asadas son sus mejores compañeras; la salsa de menta lo lleva a restaurantes de mantel largo y hasta con una reducción agridulce o frutos del bosque queda de maravillas.

cordero

Es que así es nuestro cordero: una rica carne que se deja querer por guisos, hornos y parrillas. ¿Quién no ha caído rendido ante uno de ellos asado? Imagínense sus vacaciones en el sur, bajo un árbol con amigos y familia, la leña siempre en la fogata y todo el tiempo del mundo para esperar las mínimo 5 horas para que su rico cordero en cruz esté listo para ser atacado. De vez en cuando, un palito extra al fuego, dando vuelta la carne, una repasada en el adobo de salmuera con hierbas y seguimos dándole. Una capa crujiente se forma y ya estamos listos.

¿Puré de acompañamiento? Fantástico, bienvenido. Ojalá con las papas con piel a medio machacar y con harta mantequilla. ¿Menta? Siempre, basta con picar unas hojitas frescas y mezclar con yogur y lo que quieran. ¿O una salsa de vino? El dulzor le va a venir de miedo, acuérdense de lo escrito más arriba. ¿Un garrón asado con curry de lentejas? Ya me dio hambre. ¿Un guiso de cordero con alcachofas? Una bella receta, fácil y rica heredada de nuestros conquistadores. Pero lo que más me gusta son las chuletitas, esas pequeñas, selladas a la sartén caliente o en la parrilla con harta sal gruesa. Adictivas hasta decir basta, jugosas, llenas de sabor y listas para picotear, porque el huesito libre queda justo para agarrarlas con la mano.

2 pequeños consejos

Mientras más joven el cordero, menos adobo necesita. Su carne es deliciosa en sí, no le tapen ese sabor a punta de majadería en los condimentos; jengibre y curry le vienen muy bien. Sean creativos, pero prudentes.

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Para que mantenga lo jugoso pónganle ojo a la temperatura y el tiempo, cocinen en su propia grasa que le dará un sabor fantástico, y porfa no lo pinchen, que la gracia está en que quede rico y rosado en vez de charqui. Cómprense unas buenas tenazas, y acostúmbrense a usarlas con todas las carnes para darlas vuelta.

Natalia Quezada

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