Grandes mujeres de la historia: Martha Gellhorn
En el periodismo existen importantes figuras que se han destacado con el paso de los años, tal como es la corresponsal de guerra Martha Gellhorn.
Martha nació un 8 de noviembre de 1908 en San Luis, Estados Unidos. De pequeña tuvo las metas claras en su mente, y cuando ingresó a Bryn Mawr College de Filadelphia, supo que lo suyo era escribir. Dejó prontamente la universidad para encontrar trabajo, siendo los artículos de The New Republic su comienzo, sin embargo, la ambiciosa Martha, se mudó a París a los 22 años para trabajar con la oficina United Press.
Corresponsal de guerra
Cuando vuelve a los Estados Unidos, Martha consigue trabajo en Federal Emergency Relief Administration, allí recababa información sobre la Gran Depresión que asoló al país.
A raíz de este trabajo ella pudo conocer lo más cruel de la guerra, utilizando esta experiencia para más tarde hacer el libro, The trouble I’ve seen en 1936. Tal como señaló el portal de Mujeres en la Historia, justamente en aquel año, Martha conoció a Ernest Hemingway. Si bien él era casado en esa época, igualmente comenzó una relación con Martha y comenzaron a viajar juntos. Por ese tiempo, cuando estalló la Guerra Civil Española, Martha sin dudarlo fue a cubrir la batalla.
La carrera o familia
En cuanto a su relación con el escritor, contrajeron nupcias luego de que él se divorciara, pero se rumoreó que Hemingway se quejaba mucho por sus largas ausencias.
Fue tal el amor de la corresponsal por su profesión, que Martha desafiaba los convencionalismos de la época para poder estar en el lugar de los hechos, que llegó a disfrazarse en Normandía para poder presenciar el Día D, siendo la única mujer presente.
Y así fue como en su vida se abocó a su trabajo cubriendo guerras como la de Vietnam o la de los Seis Días en Oriente Próximo. Si bien quiso ser mamá, e incluso adoptó un pequeño huérfano, el amor por el periodismo fue más grande que el que sintió por su hijo.
Martha finalmente se suicida a la edad de 89 años, luego de sufrir un largo tiempo por un doloroso cáncer.