19 mayo 2015

El medianoche, un sandwich cubano que van a agradecer

¿Vieron la película Chef? Ese padre cocinero que recorre Estados Unidos junto a su hijo arriba de un food truck preparando “cubanos” o “medianoche”. Entiendo que ya está en Netflix, por si no la han visto aún y se quieren saborear igual que yo al mirarla, porque vaya sabiendo que “Chef” da hambre. Y mucha.

¿Y qué es el medianoche entonces? Pues así se le llama al sánguche clásico y más típico entre los famosos bocadillos de Cuba. Una maravilla entre dos panes que tiene su origen por ahí por el 1900, cuando trabajadores de la industria tabacalera y de las cañas de azúcar lo inventaron como una “comida completa”. Con el tiempo y a partir de 1960, los sánguches cubanos se lanzaron al estrellato en las cafeterías y menús de los restaurantes de Miami, Tampa y Florida, ciudades que recibieron a los refugiados después de que Fidel Castro llegara al poder de la isla. Su nombre artístico internacional quedó entonces como Cuban pressed sandwich, pero prefiero tratarlo por el tradicional.

¿Y por qué medianoche? Porque es el típico sanguchito bajonero que te llena la panza y baja los niveles de alcohol –ron en este caso- de la sangre, de la cabeza o por lo menos asegura un dormir y despertar más o menos digno.

¿Cómo lo preparamos en Chile?

El auténtico sánguche Medianoche parte con pan cubano, pero a falta de éste vamos a ponerle baguette que según me cuentan es casi lo mismo, el caso es que debe tener corteza dura. Le sigue entonces un poco de mostaza por ambas mitades, ojalá de sabor fuerte y medio picantosa como la Dijon.

Rebanadas de jamón, rebanadas de queso, rebanadas de pepinillos y acá va la maravilla: cerdo asado o frito. En cuba usan cochinillo hecho al horno por horas, pero me imagino que nosotros podemos adecuar a lo que tengamos a mano y que sea sabroso. Si logran un lechón: bien. Si ven que alguien se aburrió de la pierna de cerdo asada y quiere botar “porque no queda nada”: ¡Matanga! Que los conchitos les van a servir. ¿Pulpa de chancho al horno? Sáquenle un trozo y guárdenlo para armarse un medianoche.

Y ahora el broche de oro: cuando ya está montado lo untamos con mantequilla por ambos lados y te fuiste a la sanguchera o a la sartén para aplastarlo con una espátula, ya que este cubanito rico nos gusta bien tostado por todos lados.

¿Muy pesado para la noche? ¿Mucha grasa? No se hagan los lesos, que chitacay que lo van a agradecer cuando vengan llegando un día saludando al poste de la luz, recogiendo el diario que ya llegó o metiendo torpemente la llave al revés para entrar a la casa…

Natalia Quezada

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