8 agosto 2017

Cuando se te ocurre realizar un deporte extremo

En esta locura de viajar constantemente, de pronto a los viajeros se nos ocurre hacer algunas cosas que probablemente estando en casa no haríamos jamás. Más aun tratándose de alguien como yo, que no soy precisamente una diestra en el deporte. Sin embargo, es entretenido hacerlo para así tener una experiencia nueva y diferente, que es lo que al fin y al cabo buscamos.

Ahora bien, hay algunos deportes o actividades que más que ser extremos, tienen sus riesgos, tratándose por lo general de países donde la seguridad y prevención no son lema. Por eso es siempre bueno andar con seguro de viaje, de manera que si algo sucede al menos cuentas con este respaldo (aunque recuerda que para eso debes buscar alguno que cubra los deportes extremos, ya que no todos lo hacen).

Les contaré acerca de algunos deportes que se me ha ocurrido realizar mientras he estado de viaje:

Globo aerostático en Cappadocia

Si bien esta parece ser una actividad inofensiva para muchos, hay que considerar que volé en Turquía, donde no digamos que las precauciones son al 100%. La actividad toma cerca de 1 hora, y al final recibes un diploma, que sí que vale la pena enmarcar, por haber sobrevivido a tamaña altura (2000 pies máximo) y frío (en mi caso lo realicé cuando ya estábamos a pasos de comenzar el invierno). Una aventura entretenida y diferente que si tienes la oportunidad de realizar, hazlo, porque es increíble.

Globo-aerostatico2

Jeannette Zarate

Snorkelling en Mozambique

Este es otro deporte que parece muy inofensivo, hasta que ves a un turista experimentado salir a flote, gritando que ha divisado a lo lejos tiburones.

Nos adentramos a mar abierto con el objetivo de ver el tiburón ballena, considerado el pez más grande del mundo, con aproximadamente 12 metros de longitud. Pero según indicaban los guías, es vegetariano y se alimenta principalmente de plancton, por lo que no había peligro.

Tras tirarnos al mar tres veces, quede completamente agotada, o sea tan solo subirse a la lancha tras nadar algunos metros, resultaba un ejercicio bastante duro. Como ya no podía más de lo cansada, la cuarta vez, cuando todos se tiraron con el fin de seguir una manada de delfines, sucedió lo inimaginable. Una gringa que llevaba años buceando, sale a flote desesperada indicando que detrás de los delfines iba una manada de tiburones blancos. El guía, aparentemente nuevo, quedo atónito e insistió que no era así, a lo que ella gritó: “¡llevo años buceando, se distinguir perfectamente un delfín de un tiburón!”.

De a poco comenzaron a subir los pasajeros, mientras que tan solo uno se había alejado al menos unos 1000 metros, tomado de un delfín. Gracias al universo salió ileso, pero todos atónitos mirábamos la situación que parecía una película de terror, suerte que el joven alemán ni siquiera se dio cuenta del peligro.

Parapente en Colombia

Todas las experiencias extremas son inolvidables, pero esta para mí fue gratamente sorprendente. Tras correr unos metros con mi guía, nos lanzamos al vacío en el Cañón del Chicamocha, ubicado en San Gil, en el departamento de Boyacá. Ya volando, tuve algunas dificultades para subirme al asiento en que me llevaban. Probablemente fueron tan solo algunos segundos, pero los sentí eternos antes de estar cómoda para disfrutar de la maravillosa vista.

Parapente

Jeannette Zarate

Por tan solo $35.000 pesos chilenos, disfruté de una experiencia única, que bien valió la pena, pero que no sé si haría nuevamente, pues en este país existen escasos elementos de seguridad.

Safari en Kruger National Park

Hacer un safari tiene sus riesgos, por supuesto que sí, pero en teoría si vas con un buen guía no deberías temer. Ahora bien, por alguna razón que aún no entiendo, te dejan ingresar al parque con tu propio vehículo, e incluso hay zonas demarcadas para hacer picnic en pleno parque y sin ninguna reja de separación. Me pregunto si los animales simplemente no se acercan a los humanos…

La primera vez que realicé un safari, fue con un vehículo arrendado y viajé con una chica estadounidense. Tras llegar a nuestro alojamiento antes de las 19 horas (horario recomendado al ingresar al parque), y luego de un largo día recorrido, ella me dijo: «¿Vamos a dar una vuelta?».

Habían muchas cabañas en este lugar dispuestas en círculos, y en la cálida noche se escuchaban los ruidos de diferentes animales. Tan solo media hora antes habíamos visto una manada de elefantes sudafricanos, gigantes por cierto. Íbamos con las luces apagadas, caminando por los alrededores, cuando de pronto le dije, “siento que hay un animal cerca”. Encendí la linterna y frente a mis ojos vi unos 50 elefantes. Fue tal mi impacto de sentirme como una hormiga frente a tamaño animal, que apague la luz de una vez y comencé a caminar de espaldas. Creo que era la primera vez que sentía mi ritmo cardiaco a mil por hora. Nos separaba una reja electrificada, casi como las de gallinero del patio de las abuelitas, o sea ni tan gruesa, ni tan segura. Así es que al menos yo, como buena chilena, “apreté cachete” y me fui devuelta a la habitación. ¡Pucha que pasé susto por hacerme la valiente!

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Jeannette Zarate

Estas son algunas de las aventuras de las que tengo recuerdo, y sobre todo por tratarse de países con poco y nada de prevención de riesgos. Sin duda que salir viva de cada una de estas actividades fue una lotería. No es que se estén cayendo globos aerostáticos o parapentes a cada rato, pero de que existe esa posibilidad, existe.

No podría sugerirles que no hagan nada de esto, porque soy la primera de la fila siempre, pero traten de realizar las consultas necesarias y no necesariamente se vayan a lo más barato, sino a los establecimientos que tengan certificado o algún respaldo de seguridad.

Disfrutar no es sinónimo de pasar susto, así es que a gozar de la aventura precavida.

Jeannette Zarate

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