28 mayo 2015

Acercándome a los Masai Mara

Cada país tiene sin duda algunos lugares especiales y hermosos, pero siempre están aquellos que son de visitas obligada de cualquier turista, más aun si se trata de un parque nacional tan famoso como el Masai Mara, en Kenia – extensión que traspasa las fronteras hacia Tanzania, donde su nombre cambia a Serengueti –, y cuyo nombre se debe a la tribu más grande que se ha formado a lo largo de su historia y que en estos días todavía se conserva una parte de ella.

Al cabo de permanecer en la costa por unas semanas, decidí emprender rumbo a lo que sería el primer parque nacional en Kenia, el “Tsavo National Park”. Para ser el primero y más grande que visité en este país, resultó bastante bella la experiencia, porque con suerte recorrimos una décima parte de este y al parecer los animales están muy esparcidos y no sé ven tanto como después los veríamos en el “Masai Mara”.De igual modo pudimos observar cebras, elefantes, jirafas, búfalos, pájaros por mil y, cómo no, el rey de la sabana y de melena despampanante, el glamoroso león.

Los imponentes leones del Tsavo National Park

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Estuvimos a punto de ver a las señoras en acción, y nada más ni nada menos que tratando de cazar a un solitario búfalo. Una maravilla ver con la audacia con la que se acercan para acechar su presa. Lamentablemente con tanto turista observante, al parecer se avergonzaron.

Una vez que realizamos aquel bello tour al Tsavo, tenía que tomar decisiones. La idea era ir a Tanzania y así visitar el Kilimanjaro –una de las montañas más grande de África con 5.800 y tantos metros de altura– , pero si no iba a hacer un excursión de varios días y en la que necesitaba preparación o entrenamiento físico previo, pagar una visa por estar 4 o 5 días, además de la odisea que significaba llegar (no habían buses directos y los tiempos no cuadraban) deduje que no valía la pena, así es que al final me fui a Nairobi.

El inicio de la aventura

Thomas, un hippie alemán de unos 56 años con quien ya había visitado el “Tsavo” tenía visto el tour hacia el “Masai Mara” y como él ha realizado innumerables safaris. Me fié en que lo que el decidiera sería lo mejor, eso sí consulté igual, y a pesar de que él quería irse a uno de lujo, le dije que en mi caso lo sentía, pero la verdad es que prefería ir por el económico, ya que el hecho de estar viajando un año necesitaba abaratar costos en la medida de lo posible.

Ya con nuestro tour contratado, al día siguiente partimos a nuestro segundo safari, y esta vez nos acompañaba una chica alemana y un chico de Ruanda. Llegamos a nuestro hospedaje cerca de las 16 hrs. después de un largo trayecto, aunque aún así alcanzaríamos a realizar el primer «game drive», y ya en este pudimos ver una innumerable cantidad de animales. A las 18.30, cuando cerraron el parque, nos trasladamos al hotel para comer y descansar, ya que la siguiente mañana partiríamos antes del amanecer.

El día siguiente sería el más importante y largo, y sí que lo disfrutamos, ya que divisamos por cientos: elefantes, leones, cebras, hipopótamos, jirafas, gacelas y todos sus variedades, pájaros de todos colores, hasta cheetas, leopardos y el más difícil de encontrar por estar en peligro de extinción –solo quedan 5 en todo el parque–, el impresionante rinoceronte.

Un animal único: el rinoceronte

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Claro que todo esto gracias a nuestro conductor que de buena gana un par de veces lo hubiéramos ahorcado por terco y meterse con una 4×2 en pleno barro (en dos oportunidades quedamos atascados por más de una hora y tuvimos que bajarnos del vehículo con el peligro que eso conllevaba, esperando ayuda y tratando de empujar, aunque de poco y nada servía). Esto de andar a lo “baratelli” a veces tiene su precio, nada que hacer.

Aun así, con el tiempo que perdimos, el conductor se esforzó montones para que viéramos los «big 5» y lo logró, tenía un ojo de águila increíble para encontrarlos, porque nosotros a pesar de ir con todos los sentidos al 100%, a veces no divisábamos nada de nada.

 La maravillosa naturaleza animal

Quisiera poder explicarles la sensación que se produce al estar en un parque nacional de este tipo, porque si bien están los mismos animales que en un zoológico, el hecho de que estén en su hábitat y cientos de ellos en un mismo espacio, al verlos en primera instancia se te agita el corazón, entre que te da miedo, emoción, alegría, una adrenalina que ya quisiera que cada uno de ustedes pudiese experimentar. Que hermosa es la naturaleza y que increíble hubiera sido ver en vivo y en directo aquellos animales en acción, pero tampoco se puede pedir todo en la vida, será para otra oportunidad.

Como guinda de la torta, y aprovechando la cercanía de las cabañas con una de los “Manyatta” o campamento de los “Masai Mara”, asistí a uno de los tours que ofrecían para ver de más cerca su forma de vida. Si bien dicen que está armado para el turista, lo interesante fue ver de cerca cómo solían vivir y mostrarnos sus tradiciones y rituales, partiendo por su colorida vestimenta y joyas – cuyo color sagrado es el rojo –, pasando por la simplicidad de sus casas y forma de vivir.

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Resulta para un extranjero inimaginable pensar que aún estas tribus existen y conservan sus creencias, sus ritos de iniciación de los muchachos, fiestas o ceremonias varias, su bebestible a base de sangre de cabras mezclado con leche, o los bailes que incluyen saltos de hasta poco más de un metro para pedir la mano a una mujer.

Tan solo puedo decir lo increíble y alucinante que resultó esta hermosa experiencia visitando los Masai en esta tierra de contraste llamada Kenia.

Los invitamos a ver una completa galería de imágenes de la aventura de Jeannette Zarate en Kenia:

Jeannette Zarate

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