18 octubre 2016

Realidad virtual: De una experiencia individual a una social

LG

La realidad virtual ya está aquí. Las gafas o lentes de VR (por su sigla en inglés) que hemos visto, esas que costaban millones cuando recién salieron, las podemos encontrar en grandes tiendas casi a precio de huevo.

Es inevitable no caer en la tentación de experimentar con ellas, de sumergirse de un “mundo paralelo”, de vivir la experiencia que provoca sensaciones solo por mantener cautiva nuestra vista y nuestros oídos, cayendo a una realidad virtual que nos engatusa y envuelve.

Recuerdo algunos videos que he visto en internet, y siempre me pregunté si de verdad podía ser tan fuerte la sensación o el nivel de inmersión como para provocar pánico o susto.

En el caso de los juegos de VR de zombies o guerra, creo que no podría jugarlos, nunca he sido buena para los juegos en primera persona, me ponen nerviosa porque limitan mi campo visual y tengo poco control del entorno (yes, control issues), porque aunque uno siempre ande en “primera persona” (sé que suena idiota, pero tengo un punto) uno puede ver partes de sí mismo como manos, brazos y piernas dentro del campo visual, cosa que no pasa con los juegos, así que lo más probable es que pase de ellos.

Realidad virtual en la realidad

Si bien las primeras incursiones de la realidad virtual se centraron en el entretenimiento principalmente en videojuegos, su alcance y su potencial ha alcanzado otras ramas como arqueología, medicina y entrenamiento militar, entre otras

Este tipo de tecnologías supera las barreras espacio temporales, de cierta forma podemos «transportarnos» a distintos escenarios, interactuar con el entorno sin necesariamente estar ahí, lo que genera nuevos contextos de intercambio y comunicación y una delgada línea entre lo real y lo irreal. No es que no lo sepamos separar o distinguir, pero se difumina el límite ya que nos sumergimos en situaciones que podrían parecer reales, generando experiencia y conocimiento real (educación, enseñanza) como es el caso de entrenamiento militar, por ejemplo, o la aplicación en otras disciplinas como medicina, sin necesidad de dañar a alguien o dañarnos a nosotros mismos.

Aislación v/s Sociabilización

Otra tecnología que nos “aísla” que nos encierra en un mundo o aventura paralela, que nos aleja de la sociedad y bla bla bla, todas esas cosas que dicen los mayores desconectados del mundo y los críticos de un mundo tecnológico en donde nos paseamos con celulares de última generación en los bolsillos. En parte es cierto, pero siempre y cuándo cómo se ocupen, cosa que ya se los he dicho en otras oportunidades, todo está en los excesos.

Mark Zuckerberg (sí, el tipo de Facebook) hace poco en una conferencia sobre tecnologías de realidad virtual, mostró algo que a mi parecer es genial. Unas gafas de VR que van más allá, que pueden “formar comunidad”, que te permiten interactuar con otros en los escenarios que quieras, o sea, puedes “sentarte en la playa” con un amigo que está en su casa, a dos cuadras de ti o en otro país y juntos poder compartir un “espacio en común” aunque sea virtual y sentirte casi realmente junto a él un rato.

Pero no solo eso, sino que puedes realizar una serie de actividades anexas mientras comparten ese espacio en común, como jugar, ver una película, conversar, etc. Pasar de una aplicación o software pensado para uso personal, darle una vuelta y convertirlo en algo social, en el sentido que puedas compartir con tus amigos o familiares por muy lejos o cerca que estén, me parece total (junto con su labor educativa descrita anteriormente).

Ahora, que la realidad virtual sea como el mundo real es un poco freak, sí, pero todo está en las proporciones, todo extremo es malo y dañino, usado en su justa medida y con buenos fines nadie debería porqué trastornarse.

Hace poco probé unos lentes de VR “caseros” y la sensación es bien rara. Creo que está en esa pelea “cerebral” en que ves algo que parece real, pero sabes que no es real… ¡pero lo estás viendo, y no solo lo estás viendo, sino que tú «¡estás ahí!» ¡¿Cómo no va a ser real?! Y ahí te sumerges, giras la cabeza y descubres cosas nuevas, caminas y “avanzas” y todo es maravilloso hasta que chocas con una mesa que no está en la realidad virtual y vuelves a la realidad, con tu dolor real. Pero eso es solo una anécdota pequeña dentro de la experiencia y vale la pena intentarlo, pero intentarlo de verdad, o sea, dejarse convencer por lo que estamos viendo, sumergirse en serio en ella y disfrutarla ¿no creen?.

Caro Munoz

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