19 febrero 2016

¡Volvió Better Call Saul! ¡A verla se ha dicho! O les entablo una demanda

Este año se cumplen tres años (¡3!) desde que terminó una de las mejores series de todos los tiempos: Breaking Bad. Los que vivimos la historia de Walter White sabemos que esas cinco temporadas fueron un milagro que no volverá a ocurrir. Sus personajes fascinantes, sus guiones perfectos, los giros inesperados, esa puesta en escena filete donde absolutamente todos los participantes podían ganarse un trofeo por lo secos, desde los actores hasta el director de fotografía, desde el que hacía la música hasta el que limpiaba el set.

Después de ese último capítulo en que la cámara se fue flotando desde un Walter White agónico pero satisfecho (spoiler), que muchos pensamos que no volveríamos a sentir esos placeres fliméfilos frente a una serie. No habría tanta tensión, ni tanto peliculismo top, ni personajes tan complejos. Incluso lo seguimos pensando cuando se anunció una serie que contaría la historia detrás del abogado chanta y gracioso que tanto ayudó a crear el imperio de Walter White: Saul Goodman.

En su momento, no le tuve tanta fe, lo reconozco. Saul Goodman era un gran personaje, pero funcionaba precisamente porque aparecía poco, y sus chistes servían para aliviar la tensión insoportable de Breaking Bad. Desde que Saul apareció por primera vez que lo amamos, y cada una de sus intervenciones eran muy bienvenidas. Su secretaria, su guardaespaldas, incluso sus clientes eran graciosos cuando aparecían. ¿Pero una serie solo de él? El hecho de que en Better Call Saul también apareciera otro consagrado de Breaking Bad ayudaba, porque el Tatita Mike era tanto o más fascinante que Saul Goodman, admítanlo. Tan silencioso, tan sabio, tan seco. Todos queríamos saber más de estos personajes, pero… ¿Se la podrían los peliculastas? ¿Podrían ofrecer el mismo nivel que lucieron en Breaking Bad? Después de la primera temporada de Better Call Saul podemos decir con tranquilidad que DIOS MÍO SÍ.

Pero no agarren papa. No estoy diciendo que Better Call Saul ofrece las mismas emociones fuertes que Breaking Bad. No es ni por si acaso tan tensa, tan sorprendente ni tan inolvidable. Lo que estoy diciendo que los peliculastas entraron a esta historia con el mismo nivel de talento que alcanzaron en las últimas temporadas de Breaking Bad, e hicieron perfectamente la transición desde la historia de un mafioso consagrado a la de un abogado en sus inicios que no protege la ley sino que la usa para su beneficio. Si comparamos las primeras temporadas de ambas series, yo diría que Better Call Saul le gana con creces a la de Breaking Bad. Aquí los compadres saben perfectamente lo que están haciendo, y el estilo tan táctil y tan elaborado que mostraron al final de la otra serie, sigue estando en su mejor forma en esta serie. Y el personaje de Saul Goodman está tan lejos de ser lo que era para nosotros, que su historia es completamente fascinante y seductora.

Saul Goodman

Jimmy McGill (el verdadero nombre de Saul) es un abogado medio loser a quien todo le sale mal. Nadie lo respeta, arrienda una oficina/casa en un salón de manicure (¡que también salía en Breaking Bad!), tiene un hermano enfermo que alguna vez trabajó en una gran firma, y como buen personaje creado y escrito por Vince Gilligan, es un compadre lleno de capas, dudas, virtudes, defectos y muchas ganas de cambiar su situación.

Durante muchos capítulos de la primera temporada sentí que estaba viendo una historia buena, llena de personajes entretenidos y situaciones en las que le hacía barra a su protagonista, pero que se sentía innecesaria, y demasiado lejos de lo que ya conocíamos. Ese matrimonio de estafadores Flanders tontorrones, por ejemplo, o la aparición del mafioso Tuco en la vida de Jimmy, todo eso me sonaba a relleno. Buen relleno, pero relleno al fin y al cabo. Pero al igual que esa otra serie de Netflix Daredevil, Better Call Saul era la historia de origen de un superhéroe. Y no solo de uno, de dos contando al Tatita Mike. Y los peliculastas fueron tan inteligentes, que no nos dimos ni cuenta.

Mike y Saul

Después de ver Better Call Saul, uno conoce al ser humano detrás de la caricatura. Entendemos por qué Saul Goodman necesita ese seudónimo, por qué le gustan tanto sus propios comerciales en televisión, y en resumen, por qué se “volvió malo” al igual que nuestro amigo Walter. También entendemos por qué el Tatita Mike se transformó en ese samurái silencioso y letal, el mejor empleado que un mafioso podría soñar tener. Y a diferencia de Walter White, los dos llegan a ese punto sin perder nunca nuestro cariño y nuestra barra. La historia de Saul y del Tatita Mike (al igual que la de Walter) está amarrada a sus familias, y a sus reacciones después de las cachetadas que les pegó la vida (metáfora), y tienen tanto del mundo criminal como del mundo de los abogados, por lo que voy a insistir con esta comparación: Better Call Saul es mejor que Breaking Bad. Si las comparamos temporada a temporada, claro, guarden las antorchas.

Por el momento la contienda es desigual. No sabemos si las temporadas que vienen podrán mantener su excelente rumbo y llevarnos a ese punto donde conocimos a estos personajes de manera satisfactoria y sorprendente. Lo lograron con una temporada, y personalmente confío plenamente en estos narradores. Y mientras más tiempo paso con estos dos personajes (y todos los que los rodean) más los quiero y más odio a ese maldito de Walter White que terminó poniéndole fin a todo. No se la pierdan, es una orden (judicial).

La primera temporada de Better Call Saul está completa en Netflix. La segunda temporada estrena un capítulo nuevo todos los martes.

Hermes El Sabio

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