5 agosto 2011

Un (emocionante) deja vu infantil

Por esas cosas de la vida, en la premiere de «Super 8» me encontré con varios preciados amigos que no veía hace tiempo. Tan o más ñoños que yo, querían estar en primera fila frente a la nueva película sobre extraterrestres. Eso es todo lo que yo sabía sobre ella: que involucraba un ruidoso accidente de tren y un alien por ahí. Nada más. Ah, y, obviamente, que era creación de J.J. Abrams, nombre suficientemente potente en los créditos como para no perdérmela. Cuando los críticos -que siempre ven los estrenos antes que uno- empiezan unánimemente con los halagos, más me alejo de los trailers. Si no hay información, no hay expectativas. Siempre pienso en eso, y trato de cumplirlo al pie de la letra con los libros y películas que más me importan. Spoilers-free hasta el final, ¡incluso en este post!

Si me hubiese dejado tentar con algunos artículos gringos, probablemente mi experiencia ante «Super 8» no habría sido tan potente, tan genial. Tan marcadamente dejavu-esca. Los pocos datos que tenía me permitieron sorprenderme y viajar por casi dos horas a fines de los ochenta, plena niñez, y sentir que estaba frente al estreno de «Los Goonies«, «Cuenta Conmigo» o «Willow«. Un «E.T» 2.0, pero no modernizado, sino recreado, repensado sin los vicios y los recursos de la actualidad. Esa es su gracia. Esa es la sensación predominante que dura incluso después de salir del cine, subirte a la micro y llegar a tu casa. Es una sensación conmovedora y reconfortante que mis amigos verbalizaron casi al mismo tiempo que yo y que nos hizo jurar comprar el bluray para verla y analizarla de nuevo. Porque merece.

Punto de vista infantil, pero de niño ochentero; tonalidad ochentera en colores y sombras en la fotografía; tipo de drama ochentero-familiar con humor inteligente de fácil digestión que nunca fallaba. Cualquier espectador chileno entre 25 y 35 años está propenso a sacar la misma conclusión. «Super 8» parece hecha directamente para aquellas sesiones de «Cine en su casa» que cuando chicos nunca nos perdimos, y que transformaron a sus peliculas -buenas y no tan buenas- en cultos que ahora, ya adultos, podemos ver una y otra vez sin sentirnos culpables. Es un verdadero viaje en el tiempo hacia aquello que parece dejado atrás pero que, en realidad, nunca ha estado más cerca. El entusiasmo y buen recibimiento de «Super 8» en estas latitudes lo demuestra.

Ya se estrenó en Chile y sus butacas esperan por ustedes. ¿Quieren saber más? Lean pronto la crítica especializada de Hermes. Yo sólo soy una vil espectadora que ralló con la historia, los chistes, los personajes, la banda sonora y la bella nostalgia regalada a mitad de semana. Salí contenta del cine; enérgica, agradecida. No pido más. Te pasaste, J.J.

Fran Solar

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