2 mayo 2014

Scandal Serie: Shonda Rhimes es más grande que tu problema

Los «placeres culpables» son para los acomplejados. En la vida, y en la televisión, las cosas te gustan o no; pedir perdón por tus gustos es igual a creer que eres más o menos inteligente porque otros «inteligentes» comparten tus gustos. Cabros, escúchenme un rato y háganse un favor: dejen de pedir perdón por las cosas que los hacen felices.

Un individuo, al que no me referiré con nombre simplemente porque no vale la pena, leyó que me gustaba Scandal y no dudó en expresar su desilusión: «Te respetaba como comentarista de televisión, pero leo que ves serie de mina», fueron sus palabras textuales. Una lástima que el humano en cuestión haya perdido de vista tres cosas:

1) Soy mujer.

2) Ser mujer NO tiene nada de malo.

3) Hace rato que las series no tienen género, querido troglodita.

De Scandal se pueden decir muchas cosas: no es una serie profunda, se pasea peligrosamente entre lo inverosímil y lo brillante; es absurda, delirante y frívola, elegante, exagerada y sucia; no tiene miedo de volverse loca y a pesar de todos sus momentos absurdos puede apoderarse fácilmente de todo tu tiempo libre frente al televisor.

scandal (1)

Me gusta pensar que su creadora, Shonda Rhimes (Grey’s Anatomy, Private Practice), se sienta a escribir esta historia con una copa de vino tinto en la mano y un oráculo que le va indicando que tecla tocar para que nuestros cerebros se inunden de serotonina y endorfinas, obligándonos a consumir un capítulo tras otro.

Scandal sigue la escandalosa vida de Olivia Pope (Kerry Washington), una solucionadora profesional de problemas en Washington, DC. ¿Eres una senadora republicana cuyo hijo fue acusado de violación? ¿Despertaste un día con tu novia ensangrentada en la cama y una pistola en la mano? ¿Tu esposo murió de un ataque cardiaco mientras dormía con su amante? No llames a la policía, llama a Pope y Asociados.

PHOTO_Scandal-group

El cuartel general de Olivia se mueve al son de sus ultra expresivos y carnosos labios, sus monólogos hiper modulados y su eterna cara de que le duele la guatita. «No se trata de resolver un crimen. No se trata de justicia. Se trata de nuestro cliente», le dice a su equipo y todos se ponen a trabajar, recolectando evidencia, limpiando la escena del crimen y sobornando a todos los que se crucen en el camino.

Son abogados, pero también «gladiadores de traje y corbata», calificativo que ellos mismos repiten hasta el cansancio para justificar las continuas transgresiones éticas del equipo en cada uno de los casos que «soluciona», mientras Olivia Pope, siempre con el pelo perfecto e inmaculados trajes blancos, entra en escena hablando rápido y moviéndose sin problemas en las esferas más elevadas del poder norteamericano.

KERRY WASHINGTON

Hasta el momento parece una serie sobre el caso escabroso de la semana, pero los que conocemos a Shonda Rhimes sabemos que eso está bien para el universo de La Ley y el Orden, pero no para una producción salida de Shondaland. No sería Shonda si no hubiera incluido un arco perversamente audaz que incluyera sexo, mentiras y una historia de amor de antología.

Olivia es brillante, pero está perdidamente enamorada del Presidente Fitzgerald Thomas Grant III (Tony Goldwyn). Ella quiere un amor doloroso, gravitante y enloquecedor y no hay nada que no esté dispuesta a hacer por ese hombre. Él tiene todo a su favor para gobernar tranquilamente ese mundo libre que tanto le gusta glorificar a los gringos, pero lo único que quiere es a esa mujer que no puede tener. ¿Por qué no puede tenerla? Fácil, está casado. Shonda ya tiene todos los ingredientes necesarios para el éxito de un culebrón con mayúsculas donde semana a semana, la protagonista alimenta las esperanzas románticas de todas las que alguna vez han sido «la otra mujer».

scandal_page-bg_10733

El cuadro se completa con secundarios potentes, también envueltos en sus propias cuotas de intrigas y demencia. Junto al Comandante en Jefe de los Estados Unidos, dos de mis personajes favoritos: Cyrus Beene (Jeff Perry), la mano derecha del Presidente, y la izquierda cuando se trata de hacer que las cosas pasen sin ensuciarlo, y Mellie Grant (Bellamy Young), una esposa que lejos de quedarse en el rol de víctima se transforma frente a nuestros ojos en una mujer fuerte e inteligente que no está dispuesta a dejar la Casa Blanca, y menos a entregársela en bandeja a la roba esposos de la Pope.

No quiero entrar en más detalles sobre las historias paralelas del resto del elenco porque hasta ahora está columna es spoiler free para los ojos vírgenes de Scandal; basta con mencionar que Shonda Rhimes lo hizo otra vez y trajo de regreso la cebolla mejor picada a la televisión.

Un dato de la causa: el personaje de Olivia Pope está inspirado libremente en Judy Smith, una mujer afroamericana de carne y hueso, que saltó a la fama en la era Clinton cuando representó a Mónica Lewinsky en el bullado caso del vestidito azul y que hoy figura contratada como consultora externa de la serie.

¡Traigan las palomitas y las copas de vino! Es tiempo de Olivia Pope.

En Netflix puedes encontrar las dos primeras temporadas de Scandal, lo único que tienes que hacer es elegir un fin de semana cualquiera, encender el LG Smart TV y entregarte al ESCÁNDALO.

Ángela Díaz Camus

Compartir

LG OLED TV

LG NanoCell TV

LG InstaView

LG TWINWash

LG Serie K

Telvisores OLED de LG

Negro absoluto, colores perfectos

VER MÁS

@MundoLG

¡No te pierdas nuestras últimas actualizaciones!