12 julio 2017

¡Ocho (8) razones para ver Estación Zombie (Tren a Busan), en Netflix!

Típico, uno les recomienda una película para que vayan a ver al cine y no me pescan ni en bajada. Después esa película llega a Netflix, donde todo el esfuerzo que tienen que hacer es literalmente apretar un botón y prestar atención durante dos horas, pero no, siguen sin convencerse. Podrían invertir mucho mejor el esfuerzo que implica apretar el botón, ya sea parpadeando, rascándose la cabeza o cambiando de posición para que no se les duerma el traste, pero esta vez por favor háganme caso y vean la alucinante Estación Zombie. Si necesitan más argumentos que esos, o están tratando de convencer a su media naranja de que los apañe con la película, aquí les voy a dejar ocho (8) razones para ver Tren a Busan (su título original) en Netflix.

1.- Es una historia de zombies completamente filete.

Todos queremos ver una buena historia de zombies, no digan que no. Queremos ver sobrevivientes luchando por ganársela a los muertes vivientes, queremos asustarnos cuando pase algo que no esperábamos, y ponernos tristes cuando algún personaje que queremos termina entremedio de los dientes de algún cadáver caníbal reanimado. Como hay una serie que ya lleva diecisiete temporadas mostrándonos más o menos esto todas las semanas, también nos gustaría que esa historia tuviese algo nuevo, o refrescante que mostrarnos. Y buenas noticias, cabros, Tren a Busan es todo eso y más.

2.- Es también una muy buena historia de “fin de mundo”.

Las cosas en el mundo están más o menos no más, y eso las películas y las series lo saben, por eso que últimamente ha habido tanta historia sobre el fin del mundo, o sobre un mundo que ya se terminó. Tren a Busan es una historia de un mundo que empieza a terminarse, y de a poco va armando el panorama de un mundo que muy pronto va a parecer vigésima temporada de The Walking Dead, pero no todavía. Las noticias de a poco empiezan a mostrar hechos alarmantes, los personajes se dan cuenta de que algo va mal muy progresivamente, y de ahí son dos pasos hasta la paranoia y al pánico colectivo. Estas películas suelen tener muy poca esperanza (porque el Apocalipsis zombie no tiene solución), pero esta se toma su tiempo hasta llegar ahí. Y pucha que se pasa bien en el camino.

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3.- Tiene las mejores “actuaciones de zombies” en mucho tiempo.

Lo voy a decir sin tapujos: Los zombies están empezando a aburrir. ¿Qué pueden ofrecer las películas si podemos ver zombies increíbles en la tele, o en cualquier zombiewalk? Muchas historias de zombies hoy en día se conforman con mostrarte el zombie genérico: Ese que camina/corre muy tieso, tiene alguna asquerosidad en la cara/cuerpo, ataca repentinamente. Los zombies de Tren a Busán se sienten nuevos justamente porque sus actuaciones son completamente maestras. Los actores deben ser bailarines, gimnastas o ambas, porque son capaces de moverse de manera casi imposible, siempre torcidos, siempre amenazantes, y siempre únicos. Da lo mismo que no tengan un maquillaje increíble, porque en esta película puedes ver cuando un ser humano se transforma en una máquina asesina delante de tus ojos. Tienen identidad, son imparables y muy amenazantes, y dejan atrás a cualquier zombie genérico. Me dieron miedo, ¿eso es lo que querían escuchar?

4.- Está increíblemente bien dirigida.

Qué gusto ver una película donde el director realmente planifica sus secuencias, construyendo tensión y dándote tiempo para descubrir cosas con los protagonistas. Un director que se las arregla para hacer que UN TREN sea un mundo lleno de posibilidades gracias a los detallitos que encuentra, y que piensa los zombies como nadie más se ha dado el trabajo de pensarlos. ¿Cómo ve un zombie? ¿Puede hacer acciones complejas como, qué sé yo, abrir una puerta corrediza? ¿Y qué pasa con un zombie y la oscuridad? Este director se hace esas preguntas, y arma una película donde está todo pasando, y que maneja la tensión como pocas. Fíjense cómo uno siempre está descubriendo cosas, asombrándonos (las “lluvias” de zombies siempre me hicieron soltar un grito), y donde en ningún momento dejan de pasar cosas cuáticas. Y todo eso, consiguiendo la siguiente hazaña:

5.- Evita casi todos los lugares comunes de las películas de zombies.

Y los que no los evita los hace bien. Porque sí, puede que esté el personaje “héroe”, el personaje “idiota que lo arruina todo” o el que “se sacrifica por el resto”, pero hay bajísimas dosis de personajes haciendo cosas tontas para hacer avanzar la trama, tampoco hay tanta discusión entre los sobrevivientes por lo que tienen que hacer. Hay muchos momentos en que cualquier otra película se habría caído al deja-vu, como una secuencia en que cierto personaje se congela y no reacciona automáticamente matando zombies. En otra película seguro le habrían pegado un combo, lo habrían sermoneado. Acá no, acá todos entienden y siguen adelante, como seres humanos. Otra escena particularmente efectiva muestra la típica escena de “ser querido se transforma en zombie” pero los peliculastas lo hacen por teléfono, con el protagonista hablando con su mamá, que de a poco, entendemos, se está muriendo para transformarse en zombie. Justo antes de cortar, da un insulto, mientras el odio del zombie se abre paso en su mente cada vez más agónica. Es la tremenda escena, que hemos visto muchas otras veces seguramente, pero acá ocurre de manera distinta, más orgánica y escalofriante. ¿No les digo? Esta película es una clase sobre cómo hacer películas de zombies. Ah, y cáchense esta otra.

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6.- Es una historia de zombies donde nadie usa pistolas.

Hay armas de fuego involucradas, sí, pero cuando me la repetí estuve atento y déjenme decirles que aparecen esporádicamente y solo las usan los personajes “soldados”. Todos los demás (la mayoría de los personajes) lucha contra los zombies cuerpo a cuerpo, con armas improvisadas, con inteligencia, trabajo de equipo, y aprovechando cualquier ventaja posible que aparezca en el camino. Generalmente en estas películas a los diez minutos ya hemos visto veinticinco cabezas voladas por balazos, y los personajes van armados hasta los dientes y con municiones ilimitadas. Aquí ni siquiera tienen pistolas, porque son personas normales que iban en tren a las siete de la mañana. Todo esto lo hace más real, y obliga a los personajes (a los peliculastas en realidad) a encontrar soluciones mucho más artesanales. Lo cual se resume en una película mucho más disfrutable y original.

7.- Hasta en sus excesos es divertida.

Aquí tengo que hablar del melodrama coreano porque si algo impide que esta película entre al cielo de las obras maestras perfectas de todos los tiempos, eso es la cebolla que decide picar con tanto descaro especialmente en el final. Pero aquí es donde hay que pensar que esta película viene de una cultura distinta a la nuestra, donde sus historias siempre tienen excesos que van desde la crueldad hasta el drama, pasando por el humor y por todo lo que hay entremedio. Si piensan en cualquier gran película coreana reciente (como Oldboy, Mother, I Saw the Devil, y hasta Okja, por nombrar algunas) se darán cuenta de que siempre se van al chancho (Okja) en algún aspecto, o en todos. En esta película ese exceso es el dramón, el violín eterno y las lágrimas, o en la maldad del único personaje villano no-zombie de la película (que es peor que Cooper de Night of the Living Dead). Mi recomendación es que no nos dejemos distraer por estas cosas que los narradores coreanos hacen de manera distinta a los occidentales. Los excesos molestan, lo reconozco, pero es parte de su cine, y he aprendido a aceptarlo. Muchas de estas escenas son ridículas (piensen en todo lo que le dice la niñita al papá) y si fueran en inglés serían insoportables. Pero son tan gruesas y tan poco sutiles que hacen que la película pueda invertir su tiempo en otras cosas (ver los puntos de arriba).

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8.- En resumen, porque no importa la estación destino tanto como el viaje.

Y sí, reconozco que no me gustó el final de esta película, y seguro les va a pasar lo mismo a muchos. Pero eso no quita que vi una de las mejores películas de zombies del último tiempo, que le saca años luz de ventaja a sus equivalentes hollywoodenses (a ti te hablo World War Z). Tren a Busan se siente como una dosis de aire fresco, y sin traicionar al género ni reinventar la rueda. Y esa sí que es difícil, así que ya saben. Saquen pasaje de ida para esta película y aborden la locomotora sin frenos que es Tren a Busan. Próxima estación: Diversión. No se descarrilen, cabros, y no se queden abajo. Perdón.

Puedes ver Tren a Busan en tu Smart TV LG, usando la app de Netflix.

Hermes El Sabio

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