18 mayo 2017

Netflix Review: «Sense8» temporada 2

Entretenimiento
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Sinopsis: Retomamos justo donde acaba la primera temporada y tras el episodio especial de fin de año. Lito (Miguel Angel Silvestre), Nomi (Jamie Clayton), Riley (Tuppence Middleton), Capheus (Toby Onwumere), Kala (Tina Desai), Sun (Bae Doona), Will (Brian J. Smith) y Wolfgang (Max Riemelt), vuelven a reunirse en mente y corazón, sumergidos en la tragedia y los éxitos de cada uno. Al mismo tiempo, escapan de Whispers (Terrence Mann), y buscan una forma de sobrevivir, comprender y protegerse de todas las amenazas que los persiguen.

Costó pero salió

Hace casi dos años se estrenó la primera temporada de Sense8. Este título prometía ser el regreso en gloria y majestad de los míticos hermanos (ahora hermanas) Wachowski, tras una serie de películas que dejaron bastante que desear, y que parecía dejar atrás los gloriosos años de la Matrix con Neo y compañía.

Personalmente, encuentro que una de las cosas más geniales de esta idea (original de Netflix) fue que logró tocar varios temas tabúes al mismo tiempo, con esa «espectacularidad trascendental» a la que nos tienen acostumbrados Lilly y Lana Wachowski. Onda, una temática extraña, atípica y que roza la genialidad, con personajes que parecieran ser sacados de tiempos y lugares diferentes para convivir en un solo sistema emocional. Digo emocional porque, como ustedes saben, la gran gracia de esta serie es que ocho almas muy diferentes unas de otras, colaboran entre sí a un nivel psico-emocional –casi mutante– para sobrevivir en un mundo que los ha marginado durante toda su vida por ser como son. Lo que sí sabemos leer entre líneas, es que el guión habla directamente de la experiencia personal de las directoras desde que asumieron su condición transgénero, hasta llevar una vida social «normal» como tal, en medio de las amenazas y el acoso periodístico.

También, el actor Aml Ameen dejó el rodaje por desacuerdos creativos con Lana Wachowski y tuvo uno que otro conflicto con parte del equipo (sinceramente me huele a homofobia tras haber visto el resultado de lo que fue Sense8 temporada 1). Esto terminó por retrasar aun más la segunda temporada, y condicionó a un equipo enorme de producción.

Pero llegamos al 5 de mayo y pudimos –finalmente– ver las sorpresas y cambios que se estaban guardando tras la producción. Hay nuevos personajes, nuevos capítulos, y más de algún giro que sorprenderá a aquellos que pensaban descolgarse de la serie al creer que esta historia ya estaba muerta.

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Reforzando los lazos emocionales

Si la primera temporada se encargó de darnos a conocer una gama de personalidades, en esta temporada el desafío fue profundizar aún más en los lazos que unen un sensate del otro. Esto quiere decir que la habilidad de «prestarse» los conocimientos es algo que ya se da por hecho, y en conjunto son un solo organismo como tal; un monstruo imparable de infinito conocimiento, pero no ajeno a tener puntos débiles, muchos de ellos relacionados a la psiquis humana, por ejemplo.

Y así como en la primera temporada no hubo tiempo de conocer en detalle al enemigo en cuestión –Whispers, el viejo malo- ahora hay episodios en que se nos da esa información para entender los propósitos de BPO, un grupo multinacional de investigaciones que estudia el genoma humano en busca de mutaciones positivas e importantes. Es algo así como la organización que perseguía a los protagonistas de Héroes, pero mucho más agresiva y letal, que a estas alturas ya los hubiera liquidado de no ser por el sacrificio de Will (Brian J. Smith) al final de la primera temporada.

A todo esto, hay un tema súper importante respecto a Will, quien al fin empezamos a comprender como el verdadero líder en el equipo, y es quien pone el pecho a las balas frente a la amenaza en caso de emergencia.

También en esta segunda temporada, hay revelaciones respecto al origen de Jonas Maliki (Naveen Andrews) –Sayid de Lost– quien ha sido una especie de el conejillo de indias durante toda la serie, pero que ahora tiene una misión mucho más importante que aparecer como un simple fantasma en los sueños de los protagonistas.

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Lo bueno y lo malo

Primero lo bueno: 

Sun (Bae Doona) sigue llevando la delantera como la mejor sensate. La espectacularidad de esta actriz me llena cada vez que aparece en pantalla, y no solo porque es la única que sabe realmente cómo pelear, sino que absolutamente todo su drama personal se refleja en la mirada, en el silencio, en la paciencia. Cuesta creer que el personaje que menos aparece en pantalla, es quien finalmente termina por ser la favorita de muchos de los seguidores actualmente.

La serie sigue defendiéndose con la magia que vimos hace dos años. Sí, a veces cuesta mantener el hilo, pero el sabor sigue ahí entre los personajes, nutriéndolos de amor, tristeza, drama, oscuridad, y tocando temas muy cercanos a nuestra sociedad, tales como la discriminación, el rechazo social, la estigmatización y el deber humano de aceptar al otro por como es. Insisto: bacán que haya una serie así en estos tiempos y que una pizca de realidad desate una tormenta de emociones en la ficción, y que al mismo tiempo sea capaz de dejar un mensaje en el espectador.

Lo malo:

A pesar de ser una serie que levanta una bandera de lucha por la no-discriminación, me hace mucho ruido que los personajes terminen siendo demasiado estereotipados; la «oriental solitaria», el «mexicano de la novela ridícula», el «africano pobre», los «alemanes maleteros». Eso, sin contar que nos vendieron la pomada de ser una serie de acción multicultural, pero que de alguna u otra manera termina cayendo en el género LGBT sin dar respiro a la trama, que a paso lento no logra evolucionar en ningún momento.

Hay escenas de mucho relleno, (y ojo que el capítulo especial de Año Nuevo no es más que es eso), y pocas luces de que la serie pueda repuntar antes de una posible cancelación por parte del streaming.

Me faltaría, por ejemplo, que la serie cambie el rumbo a algo mucho menos pretensioso, y que vaya al grano con lo que quiere formular en la trama principal. Es momento de que «el juego del gato y el ratón» cambie a algo mucho mayor o mucho más intenso que perder el tiempo en escenas de orgías entre los ocho sensates (ya, si igual es entrete jaja, pero no nos vayamos al chancho).

De repente algunos sensates parecieran ser mucho más importantes que otros, y da lata porque la sensación que queda es que ciertos personajes como Capheus deberían haber sido mejor construidos en vez de ser la excusa de que alguien sepa manejar un bus. Falta fuerza en varios aspectos que hablen de ese deseo de explotar al máximo la capacidad humana, en un estado de evolución mayor al que hoy conocemos, y que al mismo tiempo esa idea inicial de que «el mundo debe estar unido» sea evidente, en toda su expresión, y no nos quede debiendo promesas inconclusas.

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De todas formas…

De todas maneras esta segunda temporada se vio mejor que la primera. Puede que a Lana Wachowski le haya hecho bien que su hermana se haya tomado unas vacaciones, porque las ideas evidentemente están más claras.

Por ahora, Sense8 está disponible para ver, disfrutar y sacar propias conclusiones, ¿en dónde?, en su Smart TV LG con Netflix incluido, obvio.

Cinestro

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