3 noviembre 2015

Mr. Robot: TV Review

*Esta columna contiene spoilers, si no ha visto la serie regrese cuando haya ordenado sus prioridades en la vida.

Domo Arigato Mr. Roboto.

La serie de USA Network tiene un inicio digno de película de superhéroe. Elliot Alderson (Rami Malek), en su uniforme de justiciero, un polerón negro con capuchón, se sienta frente a un hombre en un café y comienza a describir la red de pornografía infantil que encontró ingresando a sus servidores. El acusado ofrece dinero a cambio de que su historial no salga a la luz, pero a Elliot la plata lo tiene sin cuidado. La policía está llegando al lugar, nuestro héroe se sube la capucha y desaparece en medio de la noche.

Mr. Robot - Pilot

A primera vista Mr. Robot parece una ficción episódica de un tipo que hackea a desconocidos por la noche y trabaja de computín oficinista de día, pero algo no calza del todo. La serie tiene un aire de valentía, un montaje visualmente subversivo, con bellísimas composiciones geométricamente descentradas, una voz en off que se siente distinta a todas las escuchadas en televisión y una banda sonora escogida para volarle la cabeza al espectador en las secuencias correctas. Imposible olvidar la caminata de Elliot por el túnel del metro mientras suena «If You Go Away« de Neil Diamond. La experiencia con Mr. Robot se divide fácilmente entre un antes y un después de que la voz de Diamond entre en escena.

Otro gran punto a favor de Mr. Robot es que sus protagonistas son actores relativamente desconocidos, a excepción de Gloria Reuben y Christian Slater, que se la juega por el comeback definitivo de su carrera, el resto del cast hasta ahora solo había figurado en papeles secundarios. El propio creador, Sam Esmail, tiene pocos y discretos títulos en su página de IMDB, lo que explica la permanente sensación de atrevimiento incendiario, donde no hay nada que perder y todo por ganar.

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Es cierto también que hay muchas cosas ya vistas, empezando por el protagonista adicto a la morfina con un evidente trastorno de personalidad y siguiendo con un largo desfile de guiños a The Fight Club, American Psycho, Taxi Driver, The Matrix, True Romance, Star Wars (beso entre hermanos incluido) y a gran parte de las películas de Stanley Kubrick. Sin embargo, Mr. Robot se las arregla para que nada se sienta robado y todo fluya, como si Sam Esmail hubiera escrito la serie mirando las carátulas de las películas que cambiaron su vida.

Hay algo muy noble en este ejercicio, una humildad pocas veces vista en televisión. Acá no se trata de pasar gato por liebre, las banderas de originalidad absoluta nunca fueron izadas, hay un ADN estético y argumental compartido que es remarcado en cada uno de los momentos claves de la serie. Mr. Robot se escribe a sí misma dentro de un universo donde existen otros Mr. Robots, así, cuando el gran secreto de la serie es revelado y escuchamos el piano acústico de la cortina más característica de «El Club de la Pelea«, la única emoción posible es la sonrisa cómplice y satisfecha. ¿Where is my Mind? entonando la melodía junto a ti, Mr. Robot.

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Solo puntos a favor hasta ahora, pero si algo nos enseñó Mr. Robot es que cada programa tiene un error, un punto débil desde dónde el hacker puede ingresar. ¿Cuál es el error de Mr. Robot? Me atrevo a decir que el problema está en el sombrero desde donde el creador pretende sacar, una y otra vez, conejitos blancos de mago.

Una de las primeras cosas que atrapa de la serie es su crítica a la sociedad moderna, su mirada casi nihilista sobre el capitalismo, las redes sociales y la desigualdad. En una ciudad siempre nublada, sin más luz que la que emana de las pantallas de los computadores y celulares, los ojos de Rami Malek transmiten, al menos en los primeros episodios, una sensación de dolor compartido, una urgencia por justicia social que se apodera de la cabeza del protagonista y del telespectador.

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Nuestro protagonista no es el típico personaje arrogante y sabelotodo que reemplazó la necesidad de estar con otros humanos con su habilidad para leer códigos binarios. Elliot habla desde la vulnerabilidad del que es capaz de conmoverse con el dolor de los otros y quiere hacer del mundo un lugar mejor. Allí está la originalidad de Mr. Robot  y lo que, lamentablemente, fue quedando de lado para darle cada vez más espacio a los giros sorpresivos y la resolución de puzzles.

No me malinterpreten, no estoy en contra del grito de felicidad cuando la pantalla logra dejarte con la boca abierta, pero creo que a la larga los giros en el guión son como los «te quiero» en una relación, al principio uno les da mucha importancia, pero después uno entiende que solo sirven si significan algo y hacen crecer a la pareja.

Mr. Robot crece cuando abandona la necesidad compulsiva de sorprender a la audiencia y se concentra en decir lo que nadie más está diciendo de la forma en que nadie más lo está haciendo.

Mr. Robot no es (aún) la serie del año, pero puede llegar a serlo en una próxima temporada.

*Mr. Robot llegó al cable en noviembre a través de Canal Space y Warner.

Ángela Díaz Camus

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