13 agosto 2018

Crítica Maestra: Naden lejos del Megalodón

Cuando uno veía los tráilers de «El Megalodón» (‘The Meg’) daban puras ganas de ir a verla. Ni más ni menos que Jason Statham, el actorazo detrás de inolvidables personajes como El Transportador o El Transportador 2, se enfrentaba cara a cara con un tiburón prehistórico del porte de un barco. Conociendo a Statham, el compadre seguramente lo iba a matar a balazo limpio, usando terno, y diciéndole cosas mala onda con el ceño fruncido y la voz de lija. Y tirándole un auto encima, probablemente. Spoiler: No pasa nada de eso, y hasta la voz de lija la suavizó para hablar con una de sus coprotagonistas, una niñita de cinco años que debería estar durmiendo siesta encima de un Totoro en vez de dar jugo en la estación submarina.

«Esta es una película distinta a las películas que son buenas»

 

Bueno, la película se trata de dicha estación submarina y de los experimentos que los científicos están haciendo para demostrar que (redoble de tambores) detrás de una nube marina hay más cosas (fanfarria). Eso es, literalmente, lo que los científicos de esta película están tratando de probar, y bueno, resulta que sí hay más cosas detrás de la nube (yaay), incluyendo unos peces muy feos, un calamar gigante y el tiburón prehistórico del título que estaba ahí esperando durante millones de años para atravesar la nube y salir a comer, por fin algo que no sea peces muy feos y/o calamares gigantes.

Pero, como esta es una película distinta a las películas que son buenas, hay todo un enredo en que Jason Statham debe rescatar a su exesposa y para eso sale de su jubilación en Tailandia, donde lo único que hacía era tomar cervezas y asistir al gimnasio con regularidad. Después todos descubren que el megalodón anda suelto, Jason Statham se gradúa de experto rescatista en experto cazador de tiburones, se suben a unos barcos, etc. Y saben qué, todo da lo mismo, porque esta película hace que “Tiburón 4: La Venganza” parezca “Tiburón”. Lo que estoy tratando de decir es que esta cuestión es más mala que esconderle la insulina a la tía con diabetes. En Navidad. Mala, pero mala.

«Virtudes que en Megalodón se encuentran detrás de una nube en el fondo del mar»

 

Y saben qué, no es que uno sea demasiado exigente. Cuando uno va a ver películas de megalodones, lo que espera es ver megalodones megalodeando por ahí, preferentemente en situaciones con algún grado de intensidad. Acá lo vemos solo ocasionalmente, y nunca sabemos nada de él, ni por qué hace lo que hace. Yo sé que se puede decir exactamente lo mismo de la obra maestra de todos los tiempos que lo empezó todo (Tiburón), pero esa película además tiene personajes perfectamente definidos y maestría fliméfila, virtudes que en Megalodón se encuentran detrás de una nube en el fondo del mar. Esta es la clase de película en que una bestia gigantesca que nunca ha visto el mundo, suspende sus ataques durante interminables minutos para que los personajes puedan hablar sobre cosas que no le importan a nadie. O que en una escena puede echar abajo un barco, y a la siguiente detenerse súbitamente por una cuerda que está amarrada a, eh, ese mismo barco.

También es una película “para todo espectador”, así que no hay mucha sangre ni desmembramientos, que son otras de las cosas que uno espera ver en películas sobre monstruos gigantes con colmillos y preferencia por la carne humana. Esto no sería una queja si la película fuese entretenida, pero lamentablemente debo informar que no es el caso.

Y no sé ustedes, pero yo me niego a aceptar que vivamos en una época en que una película sobre un tiburón gigante con Jason Statham sea aburrida. ¿Esa película “Infierno Azul” (“The Shallows”) en que Blake Lively es una surfista que lucha contra un tiburón? Mil veces mejor. ¿Esa “Alerta en lo profundo” (“Deep Blue Sea”) con Samuel L. Jackson en que luchan contra unos tiburones mejorados genéticamente? Un millón de veces mejor. ¿Sharknado? Esa también es horrible, paremos de una vez la mentira de que es buena, porque es literalmente un chiste hecho película y nada más. Ahora que lo pienso, creo que Sharknado y todas esas películas con tiburones intencionalmente malas, son las responsables de que nos hayamos farreado las posibilidades de ver en acción a esa criatura tan noble y tan agresiva, que solo vive con el único propósito de matar gente y verse amenazante. Estoy hablando por supuesto de Jason Statham. Te fallamos, Transportador. Merecías un mejor rival.

Gracias por leer cabros, y mejor quédense en la casa viendo en su Smart TV LG, “Deep Blue Sea”, que está en Netflix como “Alerta en lo Profundo”. Su bolsillo y su cerebro se lo agradecerán.

Hermes El Sabio

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