13 enero 2012

Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio.

Mi tía Charo es fanática del Tintín, y con eso les digo todo. Es buena onda mi tía, pero tiene como cien años, le da miedo Scooby-Do y en general es más fome que cata de quesillos sin sal. La dura, en su casa todos los muebles tienen mantelitos bordados y hasta los parlantes del equipo parece que van hacer la confirmación. A mi tía Charo no le gusta que nadie le toque “sus cosas”, y da lo mismo porque sus cosas no le interesan ni a los cachureros cleptómanos con mal de Diógenes. Bueno, entre estas cosas había una colección completa de revistas de cómics del famoso Tintín, y como yo tenía prohibido hasta respirar cerca de las revistas, nunca las leí y hasta le tenía mala al compadre. Una vez incluso le dije a mi tia que el Tintín tenía cara de tontín y la pobre se puso a llorar porque es muy sensible y porque en realidad dije algo más heavy que tontín.

Como ven Tontín es muy importante en mi vida, y con todas esas expectativas fui a ver esta cuestión que es dirigida por el peliculasta Steven Spielberg, un maestro del séptimo arte y autor de esos clásicos inolvidables para toda una generación que son 1941, Hook y La Terminal. Esta es de esas películas de animación digital moderna además, donde todos los personajes parecen maniquís con ojos de vidrio, y son todos actores famosos. Como Beowulf, El Expreso Polar o Los Fantasmas de Scrooge, ¿las han visto?

Por si no saben de técnicas cinematográficas revolucionarias les cuento que estas películas las hacen con los actores usando mamelucos y puntitos en la cara, y después los animadores les dibujan todo lo que falta encima para así no perder tiempo en maquillaje, o qué sé yo. Se llama Motion Capture el sistema, y es bacán porque pueden tomar a actores famosos como la Angelina Jolie o el Jim Carrey, y transformarlos en monos de museo de cera terroríficos sin gastar ni un gramo de cera, pura magia del cine. La de Tintín la hicieron así porque no pudieron encontrar ningún actor con la cabeza redonda que hiciera de Tintín y al final dijeron filo hagámosla con los puntitos no más.

¿Y qué tal la película? Para eso estamos aquí, cabrito. Las Aventuras del Tintín: El Secreto del Unicornio se trata del Tintín, un compadre pecoso cara de guagua igualito a los cabros chicos que salen en esas pinturas viejas de Coca-Cola donde salían todos los péndex empujando un carrito, pintando una cerca y/o dándole un beso a una niñita con chapes. Tiene un jopo ridículo el Tintín, y como tiene nombre de campanita no tiene amigos y puro habla con su perro Milú, que es un perrito blanco como esos que siempre andan paseando los compadres en el Parque Forestal.

Tintín es periodista además, y como es en los años treinta no puede opinar todo el día sobre todo en el Twitter y está obligado a buscar historias que escribir, y ahí es donde tiene sus aventuras. Un día anda cachureando en el Persa Bío Bío y se compra un barquito que de pronto todo el mundo quiere quitarle, y ahí empieza la aventura.

Porque resulta que el barquito tiene un misterio, y Tintín al tiro quiere develarlo porque todos los periodistas son sapos por naturaleza, y antes de que uno alcance a decir presta el jopo Tintín, al compadre ya lo secuestraron, lo suben a un barco, se hace amigo de un capitán curagüilla y va camino a Egipto siguiendo una pista sobre el enigma del secreto de la verdad. El Capitán Curagüilla es todo peleador y bueno para reclamar, y me cayó mucho mejor que el Tintín que es un apestoso bueno para hablar solo y para decir “recórcholis” y otros Flanderismos. Pero el más maestro de todos yo cacho que es el perro Milú, porque las cacha todas mucho antes incluso que los otros personajes, y anda siempre haciendo cosas chistosas. Ah, también hay dos clones guatones que son policías, se visten como Chaplin y son tan empaquetados apestosos como el Tintín.

¿Pero saben qué es lo mejor de la película? Las aventuras, lejos. Como la cuestión es de animación digital moderna el peliculasta Spielberg puede hacer que el camarógrafo vuele por cualquier parte, se meta entremedio de las ruedas de los autos, pase por los hoyitos que dejan las balas, etc. También cuando hay algún flashpack al pasado el compadre lo hace de la manera más maestra posible, como en una parte en que el Capitán Curagüilla está en el desierto y de pronto empieza a contar una historia de piratas en el mar, y el barco aparece ahí mismo en las dunas que se inundan con las olas del pasado (metáfora). Creo que se me llegaron a secar las pupilas de tanto estar aguantando el parpadeo con estas escenas y la cantidad de cosas imposibles que hace el peliculasta. Esta misma parte de los piratas que les digo es diez millones de veces más bacán que los combates navales de Los Piratas del Caribe, y eso que es un flashpack.

Mi escena favorita de todas las aventureras es una en que todos los personajes andan persiguiendo a un halcón (no me pregunten por qué), y vieran todo lo que pasa y cómo el camarógrafo sigue a todos los personajes, se mete en las casas, al agua, vuela al lado del halcón, y me cansé hasta de intentar describirlo. Y todo en 3D más encima, así que si les alcanza para pagar la entrada más cara, les recomiendo hacerlo por estas puras escenas. Hace tiempo que no estaba tanto rato con la boca abierta y eso que estoy en tratamiento de la endodoncia.

Igual, no sé si me gustó tanto la película, principalmente porque el Tintín es un apestoso y porque todo el secreto del unicornio me daba lo mismo. Seguro mi tía Charo va a llorar de emoción con la película, pero a mí lo que más me gustó fueron las chorezas aventureras y las escenas a todo chancho. Los personajes me dieron lo mismo, y nunca me dio esa sensación de OH MY GOD que da cuando uno ve esas películas que va a querer ver toda la vida. Si son fanáticos de Tintín yo cacho que les va a gustar mucho más. Si son como yo, van a querer ver las escenas que les dije mil veces y se la van a comprar en Bluray y todo, pero apuesto que nunca van a querer ver la película completa de nuevo. ¿Y saben por qué? Porque los personajes y la historia dan lo mismo, por eso. Ah y tampoco lleven cabros muy chicos porque en mi función hoy día había unos que estaban más aburridos que mirar bordar al Dalai Lama. Ya y eso sería. Doscientas cincuenta y siete millones cuatrocientas ocho mil quince estrellas y un Doko Award a Milú por aperrado.

Hermes El Sabio

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