¿Juega Chile? ¡Hagamos un asado!

No importa si el partido es por los puntos o un amistoso. No interesa saber mucho de quienes son los jugadores titulares o en que posición juegan. Incluso, hay quienes no ven nunca fútbol, y solo son hinchas de la selección. Pero nada de eso importa. Juega Chile y el asado se hace sí o sí.

En otros tiempos y hace no muchos años atrás, ver jugar a Chile era sinónimo de sufrimiento, de angustia y en muchos casos de vergüenza. No lo pasábamos bien, y no era la mejor instancia para compartir alegría junto a los cercanos o más queridos. Pero desde un tiempo a esta parte, cuando nos acostumbramos a que la roja de todos olvidara el arratonamiento y nos comenzara a entregar más alegrías que tristezas, todos aprovechamos la ocasión para juntarnos en familia, vecinos, compañeros de trabajo o quien sea, disfrutando al lado de una parrilla y frente a la pantalla de televisión entregando nuestro aliento a los jugadores que visten los colores de nuestra bandera.

Ya lo pudimos vivir el año pasado, cuando luego del extenso y existoso recorrido de las eliminatorias, volvimos a disfrutar ver jugar a Chile un mundial de fútbol en Sudáfrica 2010. Cuantos asados, cuantos litros de bebidas y cervezas, cuanto cotillón se gastaron durante esos interminables días. Y este año con Chile instalado en cuartos de final de la Copa América Argentina 2011, ha sido más o menos lo mismo. Asados por montones, junto a los más cercanos, mientras vemos y/o escuchamos a Carcuro, Palma, «Chanampa» o quien sea el que nos relate los goles y jugadas de la selección.

A mi modo de ver, lo mejor de todo esto es la instancia de neutralidad que vive el país cuando juega Chile. (Algunos lo consideran un defecto por la misma razón). Por que comer y ver fútbol son el bálsamo perfecto para por al menos unas horas, dejar en segundo plano problemas y realidades que nos dividen, y que nos enfrentan a diario. El asado para un partido de Chile viene siendo algo como un ritual impostergable para muchos chilenos, una tregua a la rutina diaria, sin distingo de condición social. No se trata de la calidad de la carne, ni del tamaño de la parrilla ni de la calidad de la TV en que veamos el partido. Solo importa comer, disfrutar y compartir esta fiesta del deporte que aglutina dos grandes placeres de la gran mayoría de los nacidos en esta tierra; comida y fútbol.

Y tu, ¿ya tienes tu asado para esta tarde?