30 diciembre 2014

El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejercitos

La Tierra Media, el mundo de caballería medieval mágico creado por J.R.R. Tolkien  debe ser una de las creaciones fantásticas más impresionantes en la historia de la literatura de ficción.

Fue creado por Tolkien tras leer en su juventud el poema Christ I, una veintena de poemas anónimos ingleses. El lingüista se inspiró en una frase que reza: Salve, Earendel, el más brillante de los ángeles. Enviado a los hombres sobre la tierra media. 

Desde la publicación en 1914 de su poema  El viaje de Eärendel, la estrella vespertina”  la construcción de este maravilloso y complejo legendarium tomó forma con tres obras fundamentales.

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El Silmarillion, El Señor de los Anillos y El Hobbit

Este universo ha sido revisitado en varias ocasiones por el cine. Desde la primera versión de animada de Ralph Bakshi hecha en 1978, hasta hoy, donde la última entrega de Peter Jackson culmina en la tercera parte de la trilogía del Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos.

El filme protagonizado por Martin Freeman, Ian McKellen y  Richard Armitage, ha partido como la líder de su trilogía, con 90 millones de dólares en recaudación, superando -por un escaso margen- a los 86 millones -en cinco días- de su predecesora La Desolación de Smaug.

Sin embargo, a pesar de los números, la tercera entrega del Hobbit, en cuanto a desempeño en el fin de semana, históricamente se ha quedado en el segundo lugar de ingresos tras La Comunidad del Anillo.  La cinta de la trilogía original que tuvo el inicio más flojo, claro, con la salvedad que esta fue estrenada 13 años atrás, sin el reconocimiento que posee la saga actualmente y sin las entradas por concepto de 3D y cuando aún era una apuesta arriesgada de adaptar.

Ahora, en lo estrictamente cinematográfico, mucho se ha hablado de la innecesaria fragmentación del libro en tres cintas, cuando pudo haberse desarrollado en dos o hasta en una sola parte. Y es cierto.

Claramente el criterio de Warner pesó sobre la decisión artística y esto se vio en la adaptación, agregando apéndices extra y conexiones innecesarias a la trilogía de ESDLA, que provocan un alargue excesivamente innecesario. Personajes inventados como el de Evangeline Lilly resultan irrelevantes y hasta molestos, incluso cuando la ex protagonista de Lost no actué mal.

Se nota que el montaje se estiró para calzar tres cintas innecesarias, dejando un desastre en la sala de edición. Parchando y rellenando, dañando lógica  y progresión en una historia la que se le notan las costuras a los cuatros lados.

Claro ejemplo de eso, es el dragón Smaug.  La gran amenaza de las dos partes anteriores, acá quedó resumido a una anécdota, dejando un vacío argumental que da pie a un relleno bastante largo y descafeinado antes de la –espectacular pero mal coreografiada- batalla final.

Por supuesto, todos estos reparos pueden deberse a distintas aristas.

El traspaso de la dirección de Guillermo del Toro a Peter Jackson, la ya mencionada división, inclusión de material nuevo «original»  –teniendo un universo gigante de donde sacar mucho- la forzada conexión con ESDLA, la inclusión de tecnologías como los 48 FPS que no terminaron de cuajar y muchas otras cosas más, pero con todo eso, tambien es importante recalcar que Jackson sabe con el carácter de la obra que trata.

A pesar de todas las quejas e imperfecciones de esta saga, negar la valentía y la meticulosidad con la que se ha abordado este cuento sería de tontos.

De cierta forma, si El Señor de los Anillos goza de unas excelentes versiones extendidas, se puede destilar que el Hobbit es en el cine lo mismo, una visión detallada de la novela, en donde disfrutamos en profundidad de toda la Tierra Media, en una adaptación bastante fiel de su universo (aunque supimos que existirán versiones extendidas de esta trilogía, prepara el sillón amigo).

Freeman, McKellen y  Armitage están muy bien en sus papeles, son el corazón de la cinta  y son capaces de aguantar los vacíos narrativos a punta de buenas interpretaciones, solventando así las falencias más notorias derivadas de la producción, haciendo que la historia verdaderamente funcione.

Quizás lo más lamentable es cierto cambio en el registro de la historia, con una épica impostada que trata de ser similar a su trilogía hermana, adaptando lo que es en el fondo, un cuento para niños pero volviéndolo innecesariamente adulto.

Ahora, dentro de la lógica como producto, El Hobit funciona perfectamente. Su tono es el correcto si nos enfrentamos a esto como parte de un todo, pero la obra de Tolkien es mucho más que eso y hubiese sido genial ver esos momentos narrativos más cercanos a la inocencia del cuento que es.  Resaltando un punto excelente de la cinta, es  la gran BSO compuesta por Howard Shore que nos entrega nuevamente una experiencia de inmersión genial y que cumple con creces su cometido.

Finalmente y a pesar de ser una trilogía algo irregular por culpa de externalidades, El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos es una despedida y una carta de amor al maravilloso legendario que Tolkien creó.  La cinta, es sólida y está al nivel, siempre penandole él pudo haber sido mejor.

Pelos de la cola, nadie  puede quedar indiferente a una obra de esta magnitud. La Tierra Media vivirá para siempre en estas adaptaciones y al final, eso es lo que importa.

Alexander Bracho

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