1 agosto 2018

Sobreviviendo al apagón

Cote1

Sí, a mí también me cortaron la luz. Entre el domingo y el lunes, ocho comunas del Gran Santiago sufrieron un apagón. ¿Corrieron en círculos? Después de más de cinco horas a oscuras, estuve a punto, lo que me recordó que hemos hablado mil veces de la alta dependencia que tenemos a la electricidad, pero poco hemos hecho para equilibrar la balanza. Solita me voy a sentar al banco de los acusados, porque el tema se me olvida y, obvio, el universo me lo restriega en la cara cuando mi casa se va a negro, veo que el problema es en toda la cuadra, mi notebook tiene 20% de batería y tengo un texto que terminar con urgencia. Cosas que suceden, diría Yuri. Algunas son inevitables, pero otras se pueden prevenir.

Sé que eso de “prevenir antes de curar” es fácil de decir pero difícil de seguir. Lo sé. Aprendemos a palos. Bueno, sigamos aprendiendo, que en algún momento integraremos la lección. Decimos que somos expertos en terremotos porque nos toca seguido, cuando en realidad deberíamos ser expertos en supervivencia, lo que implica cortes de agua y luz, por ejemplo (y también invasión de zombies, pero eso es tema de otra columna). Y no es necesario convertirse en McGyver. En cuanto a electricidad, hay atajos más simples de lo que creen.

Lo que les compartiré a continuación es una serie de elementos indispensables para sortear la electrodependencia, y son tan obvios que algunos me odiarán, pero ya he aprendido que lo más básico es lo que solemos olvidar primero. Lo que es de perogrullo para unos es toda una revelación para otros. Repasen la lista, miren que Juan Segura vivió muchos años y desde el cielo se está burlando de todos los que se creen Vivaldi pero son bien Pavarotti.

Velas

Sí, lo más típico que debería haber en todas las despensas por cualquier eventualidad… y el lunes, cuando más las necesitaba, no tenía. Tampoco tenía fósforos. Ni me acuerdo la última vez que pasé por ese pasillo del supermercado. Ríanse no más, y acuérdense de comprar las suyas. Ser millennial es un apostolado.

Baterías externas

Antes eran un lujo y hoy ya se fabrican tantos tipos y de tantas marcas que se han convertido en un gadget super accesible. Grandes como un disco duro o pequeñas como un pendrive, caben en cualquier cajón, mochila o cartera, puedes tener más de una, y son tan salvadoras como encontrarse cinco lucas en un abrigo. Se cargan a la corriente, sí, pero una vez cargadas pueden guardarse durante mucho tiempo sin que se les escape ni una chispa. Hoy por hoy, el panne de batería en el celular es igual de trolleable que el panne de bencina en tu auto. Ya sabe ya.

Gas

Olvidamos que existe, no digan que no. Sobre todo quienes no cocinamos, creemos que todo puede resolverse en el microondas… hasta que se corta la luz. Aquí no hay batería externa que nos salve. Lamentablemente no podemos ser igual de precavidos con todos nuestros artefactos tecnológicos pues pocos nos permiten algún tipo de carga alternativa. Entonces, pasemos al artefacto alternativo: si necesitas calentar comida, usa una olla. Si no puedes usar tu hervidor eléctrico, desempolva tu antigua tetera –o compra una, son muy baratas– y calienta el agua a gas. Tampoco es tan terrible; nuestros papás vivían así y de lo más bien. Y OK, ya los estoy escuchando decir “Pero no hay refrigeradores a gas”. Bueno, ahí lo que hacemos es llorar sobre la comida descongelada que probablemente se echará a perder.

Termos

Sin electricidad me tengo que duchar con agua fría porque el chispero del calefón depende de un enchufe y ahí sí que no tengo nada que hacer. Pero si de agua caliente se trata, al menos ya no me quedo sin mi té. Sé que les acabo de recomendar que tengan una tetera convencional a mano y con eso problema resuelto, pero como la ley de Murphy es implacable, hay muchos hogares cuyas cocinas son 100% eléctricas. Además, si pensamos en una debacle, lo más probable es que el gas también se corte. ¿Entonces? Cómprense un termo. Sí, esos grandes que se usan cuando te vas de picnic o camping. Mantiene el agua hervida por muchas horas, lo que puede ser una gran ventaja en un posible apagón, y tiene otra gracia: te ayuda a gastar menos energía en el mediano y largo plazo. ¿Cómo? El hervidor eléctrico es uno de los artefactos domésticos que más consume –entre 900 y 1000 watts– y es uno de los más utilizados, varias veces al día. Si ahorras una de esas veces dejando el agua en un termo, estarás ganando karma-points para tu siguiente encarnación.

¿Tienen más tips? El mejor kit de supervivencia es el que se piensa en colectivo. Seguro alguno de ustedes se puso creativo en estos días y salió airoso frente a la adversidad. Mientras esperamos que la invención de la electricidad sin cables se perfeccione, compartamos las buenas ideas. Y las velas, por si acaso.

Fran Solar

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