11 enero 2012

Baños en el Metro: lo primero es lo primero

Igual me da un poco de vergüenza ajena. Lo reconozco. Que no tengamos un acceso mínimo de sanidad en uno de los medios de transporte más usados en la capital –sí, baños públicos- es igual a autoestamparnos, una vez más, el logo de tercermundistas en la frente. La campaña que nació en Twitter ha tomado fuerza, la apoyó la intendenta metropolitana de forma “online” y ha sido replicada en medios como La Tercera y Tele13, pero han aparecido un par de “expertos” diciendo que quizá no sea tan bueno implementar baños, pues lo que la empresa (Metro) quiere es justamente que la gente use menos este transporte y prefiera las micros para descongestionar. ¿Aló, cordura?

Tenemos un metro muy limpio y ordenado en comparación a otros, es cierto, y hasta se han implementado cosas entretes –si bien no tan novedosas- como el catalogo virtual de un supermercado donde puedes comprar vía códigos QR. Pero, en ese sentido, ¿no estarán las prioridades un poco trastocadas? Es todavía más evidente cuando, gracias a la presente era globalizada, a un click nos enteramos que en los trenes subterráneos en otros países, luego de cubrir las necesidades básicas de sus pasajeros, ahora se dedican a ofrecer servicios más complementarios, lujos y hasta extravagancias. En Nuremberg los trenes se manejan solos (sin conductor), en Varsovia tienen aire acondicionado en los vagones (¡Qué suerte!),  en Madrid (Gran Vía) los mapas en cada andén son pantallas táctiles que puedes mover o extender a gusto, y en Caracas la renovación de la flota asegura un tren cada 80 segundos, por sólo nombrar algunos ejemplos. De eso saltamos a “vendomáticas” de iPads en el metro de Shangai o instalaciones de “Star Wars” en Tokio como ésta

Y podríamos seguir. Pero sólo porque lo primordial está cubierto.

Que cambiaran aquí el boleto de papel por una tarjeta con chip es un buen avance en escala; hay que ser criteriosos desde esa vereda. No sé ustedes, pero tomando los mismos ejemplos anteriores, yo preferiría mil veces tener un baño al cual recurrir cuando ya llevo 35-40 minutos de viaje (como les pasa a muchos) en lugar de una pomposa vitrina de un supermercado invitándome a comprar tallarines con mi smartphone. Y OK, no son servicios “excluyentes”, pero mientras no tengamos baños, me parece casi una burla al pasajero promedio.

Sí, yo también quiero baños en el Metro. ¿Y ustedes?

Fran Solar

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