20 marzo 2017

Hace 100 años, Alexander Graham Bell «adivinó» el futuro

LG

Recordamos a Alexander Graham Bell porque se le atribuye la invención del teléfono, un aparato que durante largo tiempo fue una de las principales formas a través de las cuales nos comunicamos, hasta la llegada del smartphone, su natural heredero. Graham Bell, puso la piedra fundacional en esta cronología de inventos que hoy nos permiten estar conectados en cosa de segundos, con el otro lado del planeta.

Sin embargo, Graham Bell no únicamente tiene méritos por esto, sino también por ser un lúcido visionario del futuro: vaticinó el efecto invernadero del planeta, la urgencia de dejar de utilizar energías no renovables y, por si fuera poco, la oportunidad energética que significaba para la humanidad la fuerza de las mareas y del sol.

En 1888, Graham Bell cofundó la National Geographic Society, una organización que hasta hoy en día demuestra su preocupación por el medio ambiente. Años después, escribiría en la misma revista un interesante artículo donde predijo, con asombrosa precisión, algunos de los principales problemas ecológicos que hoy padecemos, más de 100 años después.

El efecto invernadero

Los gases de efecto invernadero son capaces de absorber el calor que emite la Tierra, calentada por el sol, y devolverlo nuevamente a la superficie del planeta. Éste es un proceso natural, pero las actuales y abundantes emisiones de gases como el dióxido de carbono, han llevado a que la temperatura suba fuera de los rangos habituales, generando lo que conocemos como calentamiento global.

Este es un fenómeno reciente, pero que Graham Bell describió con una inusitada anticipación: “Aunque podríamos perder parte del calor del sol, ganaríamos parte del calor de la Tierra, que normalmente se irradia al espacio. Me inclino a pensar que tendremos algún tipo de efecto invernadero”.

Esto es sorprendente, pues la mayoría de los científicos de la época que hablaban de contaminación, postulaban que ésta enfriaría el planeta, no lo calentaría. Las predicciones de Graham Bell iban contra esta tendencia y son mucho más acertadas.

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Los combustibles fósiles se agotan

Otra de sus grandes predicciones apuntaba a la urgencia de dejar de utilizar energías no renovables, tales como los combustibles fósiles, pues pronto se agotarían. Postulaba que era entonces necesario desarrollar fuentes de energía alternativa y renovable, en palabras de hoy en día.

El carbón y el petróleo están subiendo y están estrictamente limitados en cantidad: podemos extraer carbón de una mina, pero nunca podremos devolverlo; podemos extraer petróleo de los embalses subterráneos, pero nunca podremos rellenarlos”, señalaba el científico. Y luego agregaba, “el consumo mundial de carbón y petróleo se ha vuelto tan grande que ahora estamos a una distancia medible del final de la oferta. ¿Qué haremos cuando no tengamos más?”. La misma pregunta que hasta el día de hoy se hacen muchos estudiosos.

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Energías renovables

Como alternativas al problema, Graham Bell veía dos salidas: la energía de las olas, «que todavía no hemos aprendido a utilizar», y «el empleo de los rayos del sol como fuente de energía».

La descripción de la gestión y el desarrollo de la energía solar, tiene una precisión y una anticipación a los tiempos que sorprende: «Cada pueblo o ciudad tiene una vasta extensión de techo expuesto al sol. No hay razón por la que no debamos utilizar los tejados de nuestras casas para instalar aparatos solares para capturar y almacenar el calor recibido del sol. El calor solar, como el calor que pasa por una chimenea, representa un producto de desecho: lo tenemos, pero no lo usamos. Y entonces criticamos el precio de nuestras facturas de carbón».

Biocombustibles

Mucho se habla hoy también de la posibilidad utilizar biocombustibles, para así dejar de echar mano a combustibles fósiles que contribuyen a la contaminación del planeta y al cambio climático. Graham Bell también lo previó, postulando al alcohol de aserrín y a los tallos de maíz como buenas alternativas.

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Desalinización del agua del mar

Por último, también el científico investigó la posibilidad de crear agua fresca a partir del mar, la más grande fuente de H2O del planeta, «toda el agua bebible es condensada en el mar», señaló. Entonces, se le ocurrió la posibilidad de crear un mecanismo para desalinizar el agua, y así poder utilizarla para beber, un proceso que ya se realiza en algunos lugares del mundo: «Consideraciones como estas pueden dar lugar a algún tipo de proceso industrial barato para la fabricación de agua fresca en el mar. Todo lo que se necesita es una corriente de aire sobre el agua salada, para mover el vapor de agua recogido allí. Luego, esta corriente de aire se podría confinar en un depósito frío para que el agua se condense».

Tal como Nikola Tesla predijo el smartphone hace 90 años, Graham Bell fue un visionario de los problemas ecológicos a los que se enfrentarían nuestras sociedades.

¿Te parece que sus predicciones son acertadas?

Maria Jesus Martinez-Conde

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