1 febrero 2011

Parejas: Facebook no es el enemigo

El viernes se casaron dos amigos. Felices, muy seguros de su relación y contentos por lo que vendrá. Postearon fotos, las compartieron con sus amigos, ahora se van de luna de miel y vuelven pronto para armar su nueva casa.

Se conocieron hace un par de años en un foro online.

Recientemente se publicó una cifra, en apariencia, devastadora: Facebook es apuntado como el responsable de 28 millones de rupturas amorosas en el mundo. En Inglaterra y Estados Unidos, se le nombra como causa de divorcio en 1 de 5 casos. Así, se sigue alimentando el estigma de la volatilidad, desconfianza o “lado oscuro” de las redes sociales al momento de entablar relaciones, como si dichas herramientas fueran motores automáticos un tanto diabólicos y los responsables no fuésemos nosotros, los usuarios, humanos.

El caso de mis amigos no es aislado. Tengo la suerte de conocer de cerca a muchos casos exitosos de parejas formadas en la virtualidad. ICQ, My Space, chats, foros, Facebook, Twitter… La fácil accesibilidad y globalidad de Internet permitió que los lazos sociales alcanzaran límites insospechados, que pudieras conversar con personas a kilómetros de distancia, y, obviamente, que muchos encontraran a sus almas gemelas a través de la pantalla. Era una evolución esperable (¡y genial!) de las nuevas tecnologías de la comunicación.

Y con esto no quito verdad o mérito a esos 28 millones de rupturas: sólo me pregunto si alguna universidad o instituto ya estará realizando el estudio opuesto, el de parejas estables formadas al calor de las redes sociales. Un sondeo sobre lo positivo, sobre los beneficios. Me atrevería a lanzar un número muy parecido que equipararía a las separaciones. O quizá las superaría.

Facebook es, sin duda, una herramienta que ha sido utilizada con efectividad para descubrir infidelidades y engaños, pero dudo que sea la causa de los engaños. Tampoco es la causa de las relaciones exitosas: puede crear oportunidades, pero en uno está tomarlas o no. El que quiera engañar a su pareja o ya no está contento con su relación, será infiel con o sin redes sociales; Facebook, un chat o red similar sólo se convierte en la gota que rebalsa el vaso. Expone el quiebre que ya existe, que deberíamos poder ver offline. Que sea un lugar privilegiado para “tentarse” con otras personas no es excusa; puedes obsesionarte con alguien en la universidad, en el metro, en la calle. Internet es sólo un escenario más.

Un “me gusta” sospechoso en un perfil ajeno o una foto taggeada sin tu consentimiento es el equivalente a la marca de rouge en la camisa de antaño. Seguimos siendo los mismos, las razones siempre están en la “realidad”. Facebook no es el enemigo: es la rutina, la apatía, el desencanto. Mantengamos cierta dignidad y mirémonos el ombligo primero: ad portas de una ruptura, no le echemos la culpa al empedrado.

    ¿Terminaste alguna relación por culpa de Facebook? O, por el contrario, ¿te ayudó alguna red social a encontrar al «amor de tu vida»?

Fran Solar

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